JOSÉ CAPUZ. 50 ANIVERSARIO
VIRGEN DE LA PIEDAD (CARTAGENA)

Juan Ayala Saura


 

 

La Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, cuya fundación se estima en 1565, conocida popularmente como Cofradía Marraja, en su aspiración de potenciar de forma sensible su procesión del Viernes Santo cartagenero denominada Santo Entierro, tan necesitada de grupos pasionales de los que adolecía enormemente, ya que su imaginería se centraba solamente en imágenes únicas (Cristos, Vírgenes y Santos), acomete esta empresa en el primer tercio del siglo XX, coincidiendo con el auge de las cofradías pasionarias de Cartagena.

En un principio, el hecho de la construcción en 1893 de la iglesia de la Virgen de la Caridad (Patrona de la ciudad), propicia en el ánimo de los cofrades marrajos, así como del pueblo llano, el procesionar este pasaje mariano (a semejanza de la Patrona), que tan hondamente ha calado en la sensibilidad y en el corazón del cartagenero. Momento tan singular, difundido desmedidamente por toda la Cristiandad desde la Edad Media, permite el contraste entre una mujer mayor y un hombre en su plenitud, entre los pliegues de unas ropas movidas con elegancia y el desnudo, la fusión de dos cuerpos en un solo bloque.

Las dificultades económicas que rodeaban en estos tiempos a las cofradías, les obligan a solicitar de familias acomodadas en calidad de préstamo algún grupo, como así hizo la Marraja con la imagen de la Piedad que era propiedad de Nicolás Berizo, Comisario General marrajo. Se trataba de una obra realizada por el escultor murciano Francisco Sánchez Araciel en 1896, de estilo netamente salzillesco, con destino a la capilla que había construido en su vivienda de Los Molinos (actualmente Barrio del Peral).

Tras su primera salida, en 1906, no volvió a formar parte del cortejo de la noche del Viernes Santo hasta 1914, motivado ello, en unos casos, por la incapacidad económica de la cofradía para echar a la calle sus procesiones, y por otra, la reincidente negativa de Berizo en ceder la imagen. Presionado por su sobrino José López-Pinto Berizo, por entonces Hermano Mayor, fue reincorporada solamente ese año y al siguiente, costeando éste los gastos de las salidas. Esa reiterada oposición motivó el encargo en 1916 a los talleres de Olot (Girona) de un nuevo grupo de la Piedad, cuyo molde había realizado Miquel Blay, y que procesionó hasta 1924.

La Coronación Canónica de la Virgen de la Caridad el 17 de abril de 1923, generó un ambiente de veneración y fervor religioso como pocas veces Cartagena había conocido. Dada la gran responsabilidad que llevaba consigo la ejecución de este grupo que debería representar a la Patrona de Cartagena, la Marraja tomó el acuerdo que debería recaer en la persona de un afamado escultor, como así se aprobó el 21 de mayo de 1924.

La conexión de los marrajos con Capuz surgió dentro de los contactos que se hicieron con la Casa Granda de Madrid en relación con la coronación de la Virgen de la Caridad, ya que en sus talleres de orfebrería se elaboró su corona. Teniendo en cuenta que Capuz estaba estrechamente vinculado con esta empresa desde 1914 (lazos que durarían toda su vida), gozando a su vez de gran prestigio al ser proclamado por la crítica del momento "el mejor escultor español contemporáneo", no es de extrañar que todas las miradas se fijaran en Capuz para llevar a cabo escultura tan emblemática y difícil para procesionar el Viernes Santo.

La Piedad del escultor valenciano respondió a las aspiraciones de sus promotores. Una comparación rápida con el modelo napolitano ofrece semejanzas en sus líneas generales. Aunque mantuvo el recuerdo visual, Capuz no se sometió literalmente al modelo dado. Su insobornable honradez artística le impedía la imitación fiel y exacta del prototipo. De ahí que la Piedad marraja sea tanto Virgen de la Caridad como nueva creación. En ambas piezas sostiene en su regazo a un Cristo que dibuja un punto de vista más frontal en Capuz, aunque enriquecido con el diagonal de sus piernas. La disposición adquiere mayores dimensiones: Capuz hizo una composición envolvente en la que María, acogiendo a Jesús, se curva y despliega más sus brazos. También varía el sentido y dirección de la mirada, que en la Patrona es frontal y en capuz se vuelve hacia el cuerpo inerte del Hijo.

Geométricamente, los pliegues del manto que caen en líneas paralelas se han comparado con la escultura griega arcaica. La policromía es uniforme, sobria y de colores fríos, pensados para destacar con sus reflejos metálicos y resaltar en la noche frente a la maquinaría luminosa que acompaña al trono. Enriquecen estos contrastes los efectos dorados en el sudario y los cabellos de Cristo y de su Madre. Excepcionalmente, Capuz realizó la policromía sobre aparejo previo, posiblemente como concesión al modelo al que se tenía que asemejar. Otra singularidad que llevó a cabo fue la de aplicar ojos de cristal a la figura de la Virgen; de hecho, es la única imagen que los lleva dentro de su catálogo de imaginería religiosa.

La imagen costó 10.000 pesetas. Capuz modificó la policromía primitiva ya que los colores se perdían y parecían desvaídos entre los brillos luminosos de los focos de luz. El artista no había reparado en esta singularidad de las procesiones de Cartagena. Por esta razón, tras su primer desfile en 1925, la Piedad retornó nuevamente a Madrid con el fin de que el maestro rectificara la policromía para adecuarla a los fuertes contrastes de la iluminación eléctrica. El manto de la Virgen luce ahora azul oscuro, siendo el primitivo de Capuz de un color azul muy claro. Seguramente el Cristo también lucía un color más claro que el que luego le aplicó.

Este grupo de la Piedad fue una de las pocas imágenes que pudieron salvarse de la destrucción durante la Guerra Civil. Estuvo enterrada de patatas y naranjas en su capilla de la Iglesia de Santo Domingo, convertida en almacén de víveres. Cuando el 1 de abril de 1939, víspera de Domingo de Ramos, se comunicó oficialmente la terminación de la guerra, las autoridades solicitaron de los pocos procesionistas que aparecieron, la celebración de una procesión en acción de gracias por la finalización de la contienda. El día elegido fue el 7 de abril, Viernes Santo, siendo la única imagen que se pudo procesionar, y de forma precipitada, en ese año de 1939.

 

 

FUENTES: AYALA SAURA, Juan. "Santísima Virgen de la Piedad (1925). (Real el Ilustre Cofradía de
Nuestro Padre Jesús Nazareno. Marrajos). Cartagena", en Escuela de Imaginería, Córdoba, 2003, pp. 6-11.

 

Fotografías de José Francisco López y Cofradía Marraja de Cartagena

 

Escrito Relacionado en este

Anterior Entrega en este

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com