FRANCISCO CAMILO (IV)
GUIRNALDAS

Con información de Enrique Valdivieso


 

 

La pintura que tiene como motivo una lustrosa Guirnalda de Flores con un motivo de vanitas en el centro, realizada por Francisco Camilo y el gran especialista en flores Juan de Arellano (imagen superior) es un ejemplo elocuente de lo que una clientela culta, moralista, conocedora de la literatura del momento, y amiga de la meditación podría demandar. Fue dada a conocer por Enrique Valdivieso en 1979.

Según Valdivieso, la cooperación entre estos dos artistas de la escuela madrileña del siglo XVII, escasamente usual en España, ha dado como resultado una obra de gran interés dentro del panorama del barroco español. Arellano se encargo de realizar la guirnalda de flores bajo inspiración de los modelos flamencos -empleó multitud de especies como lirios, azucenas, crisantemos, anémonas... sobre los que pululan pájaros, insectos, caracoles y orugas- siendo el mejor ejemplar en esta modalidad de cuantos conocemos del artista. Por su parte, Camilo llevó a cabo el medallón, que constituye por sí solo una obra independiente aun cuando su simbología guarda estrecha relación con la guirnalda, ya que compara la efímera existencia del hombre con la de las flores: ambas pueden ser tan hermosas como fugaces y rápidamente perecederas.

En el medallón aparece, en primer plano, un niño junto a otro sentado y con alas -un geniecillo- que hace pompas de jabón, mientras que a su lado figura una calavera. Su iconografía no es la de Eros y Cupido, como en su tiempo se creyó, sino la alegoría "Homo bulla est", recogida ya en la antigüedad clásica por Varrón y Luciano, transmitida a la cultura cristiana del renacimiento a través de los Adagia de Erasmo y con fuerte pervivencia en la ideología del barroco: el hombre es frágil como una flor y como una pompa de jabón, al niño que da sus primeros pasos se le advierte que su existencia transcurrirá brevemente y que el fugaz paso de los años le conducirá sin remedio a la muerte, claramente aludida por la calavera.

En segundo plano aparecen otros dos geniecillos al lado de un pedestal con otros símbolos claros de vanitas: el reloj de arena con alas, alegoría del fugaz paso del tiempo; una vela apagada, símbolo de la vida extinguida, y un molinillo de viento, referencia a la inconsistencia y versatilidad del destino humano y de la condición física y espiritual del hombre. También aparece en el pedestal una piel de carnero, quizás alusoria al vellocino de oro de Jasón, símbolo del poder y la riqueza que el hombre se empeña en conseguir a lo largo de su vida.

La pieza, conservada en el Museo de Bellas Artes de Valencia, va firmada por ambos artistas. Tanto por la calidad de la guirnalda de Arellano como por las figuras del medallón de Camilo, y asimismo por la compleja iconografía que esta creación presenta, puede ser considerada como una pequeña obra maestra dentro del panorama de la pintura barroca española.

Hace unos años, Fernando Tabar de Anitua dio a conocer nuevas atribuciones a Francisco Camilo y a Francisco Herranz, humilde seguidor segoviano del maestro. Entre ellas, un San Juan Bautista particular (imagen inferior) que aunque relacionado estilísticamente con Camilo, Tabar de Anitua vincula a Herranz. El Bautista muestra un tosco cordero, una filacteria con la leyenda ECCE AGNUS DEI, árboles a su derecha y una orla floral que enmarca la composición de forma similar al original del museo valenciano, asimismo de técnica más basta que las finas veladuras que ofrece la figura principal, lo que no descarta la aplicación de un repinte posterior.

 

 

FUENTES: VALDIVIESO GONZÁLEZ, Enrique. "Unas vanitas de Arellano y Camilo", artículo publicado en Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), tomo 45, 1979; RODRÍGUEZ RICO, Carmen. Alegoría de la Muerte del Caballero Cristiano, de Francisco Camilo, Museo Cerralbo, Madrid, 2010; TABAR DE ANITUA, Fernando. "Nuevas atribuciones a Francisco Camilo y Francisco Herranz, seguidor segoviano", artículo publicado en Archivo Español de Arte (AEA), tomo 66, nº 263, 1993.

 

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