FRANCISCO CAMILO (I)
YACENTE

Con información de Fernando Collar de Cáceres y Jesús Abades


 

Este pintor de óleos y frescos es muy representativo de su tiempo, en el que obtuvo un prestigio considerable,
y ocupa un digno lugar en la consolidación de los modos plenamente barrocos de la escuela madrileña.

 

 

Formado en el taller madrileño de su padrastro Pedro de las Cuevas, donde, entre otros, tuvo por condiscípulos a pintores como Antonio Arias, Simón León Leal, Juan Carreño de Miranda -al que dedicamos un especial el pasado año- o su propio hermano Eugenio, Francisco Camilo (Madrid, 1615-1673), hijo de italiano y española, es uno de los genuinos representantes de la pintura madrileña de la segunda mitad del siglo XVII, ponderando el pintor y tratadista Antonio Palomino su excelente colorido y su estilo tierno, fresco y dulce.

El Cristo Yacente que se conserva en el monasterio madrileño del Corpus Christi (imagen superior), apodado Las Carboneras (Madres Jerónimas), fue realizado por Camilo en la década de 1660 o en los años previos a su muerte. El lienzo refleja la fuerte influencia que ejerció en los últimos años de la vida artística de Camilo el estilo de Rubens y Van Dyck. Se observa un perfecto equilibrio entre un elaborado dibujo y una exquisita factura colorista, rica y brillante, y un sutil contraste entre los tonos grises y rosáceos de las carnaciones, el crepúsculo violáceo del fondo y el detalle de color del perizoma de un vivo rojo púrpura.

Diego Angulo señalaba que al menos conocía dos versiones distintas de este tema, ambas pertenecientes a los fondos del Museo del Prado (una de ellas en la imagen inferior). Por otro lado, Ilenia Colón -que habla de cuatro versiones de Camilo sobre el tema: una en el Prado, otra en Las Carboneras, otra en el templo madrileño de los Jerónimos y la última en el Museo de Jaén- ha considerado que, al igual que su contemporáneo Mateo Cerezo, Camilo pinta esta iconografía basándose en los yacentes tallados por Gregorio Fernández. Según Jesús Abades el modelo imitado en concreto fue el de los Capuchinos, conocido como Cristo del Pardo.

Cada composición de Francisco Camilo viene a medir, aproximadamente, 210 x 120 cm. Al igual que el Yacente del Pardo, Jesús aparece reposando sobre un lecho, con los cabellos desparramados en una almohada decorada, los ojos prácticamente cerrados, la boca abierta, el cuerpo girado hacia la derecha y el sudario abierto en el costado, que en las pinturas de Camilo adquiere tintes rosáceos. El pintor madrileño introduce también el piadoso detalle de los angelitos plañideros, sujetando uno de ellos la mano izquierda del Cristo.

 

 

FUENTES: AA.VV. Clausuras. Tesoros Artísticos en los Conventos y Monasterios Madrileños, Catálogo de la Exposición, Madrid, 2007, p. 15; COLÓN MENDOZA, Ilenia. The Cristos Yacentes of Gregorio Fernández: Polychrome Sculptures of the Supine Christ in Seventeenth-Century Spain, Farnham, 2015, p. 103.

 

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