CENTENARIO DE LUIS ORTEGA BRU
CALVARIO

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

El vínculo de Luis Ortega Bru con las Vanguardias fue peculiar, no estuvo apoyado en una actividad teórica y no se le conocen posicionamientos ni opiniones más allá de las genéricas y tampoco amistades con las que intercambiase preocupaciones de ese tipo. No parece que tuviese trato directo con ningún artista avanzado. Sus estímulos parecen visuales, y los resultados consecuentes con modos personales tendentes a la búsqueda de formas inéditas, resueltas con principios y claves plásticas propias. Las esculturas vanguardistas de Ortega Bru responden a la necesidad de significación mediante lo novedoso, entendido desde la perspectiva de la exploración de los recursos plásticos, sin compromisos previos ni necesidades concretas de aprovechamiento, sea en la esfera de los conceptos, en la de las formas o en la de los estilos. Esa renuncia lo distanció de los movimientos vanguardistas en los que se había interesado y, en cierto modo, participaba, y, sobre todo, anuló el debate que hubiese cimentado la introducción del nuevo arte en la ciudad.

 

 

Este notable grupo escultórico, compuesto por las figuras de Jesús crucificado, la Virgen y san Alfonso María de Ligorio, fundador de la Congregación del Santísimo Redentor (Redentoristas), está considerado el primer gran proyecto vanguardista llevado a cabo por Bru en su escultura figurativa. El conjunto representa al santo escribiendo uno de sus libros mientras contempla las figuras de Cristo y su Madre, simbolizando la inspiración divina a la hora de plasmar en sus escritos el misterio de la Redención y la intercesión de María.

Fue realizado en 1965 para presidir el altar mayor del templo parroquial del Santísimo Redentor y de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro que los Redentoristas inauguraron tres años antes en el barrio sevillano de Nervión. Las tres figuras poseen un tamaño mayor del natural y son de madera tallada y vista, parcialmente lacada. Para su ejecución el escultor contó con la colaboración técnica de su hermano Augusto.

 

 

 

Bru llevó a cabo un grupo acorde con la modernidad que el arquitecto Fernando Barquiz Barón confirió a la arquitectura de la iglesia cuyo testero debía presidir, proclamando su transgresora condición de escultor por encima de los condicionantes estéticos de Sevilla y la deformación de los gustos neobarrocos de la ciudad. El resultado fue un poderoso equilibrio entre arte abstracto y figurativo, conjugando sabiamente el autor clasicismo y libertad en unas figuras que anteceden a los trabajos de Subirachs en la Sagrada Familia de Barcelona.

En los calvarios tradicionales, junto a la cruz de Jesús, como indica el evangelio de Juan, aparecen María y el Discípulo Amado. Bru establece un paralelismo entre el fundador de los Redentoristas y la figura de san Juan, ya que San Alfonso María de Ligorio, además de escritor, realizó una auténtica labor de apostolado a través de la predicación en las misiones y la renovación de la teología moral católica.

 

 

 

La efigie de Cristo, junto a su modernidad conceptual, muestra una austera verticalidad que dimana de los tipos medievales. Su desnuda anatomía se organiza superponiendo planos geométricos y simplificados, pegando al cuerpo los elementos externos -corona de espinas y sudario en blanco y oro- como si formaran parte del mismo. Los miembros muy alargados, rectos los brazos y los dedos de las manos, las piernas juntas... todo un alarde de omnipotencia que se humaniza por el quejumbroso rostro, inclinado ligeramente hacia el fiel.

La Virgen y san Alfonso María de Ligorio poseen la misma monumentalidad racionalista y estilizada. Ambos están situados en distintos niveles, según la jerarquía religiosa que se les supone. María señala a Jesús sin apenas pesar, más cerca de la representación inmaculista que de la dolorosa. El santo, Doctor de la Iglesia, está vestido de obispo, y se halla atento también al Redentor con un libro en una mano y la pluma en la otra. Los dos poseen ropajes trabajados con volúmenes en negativo, relegando la ascendencia a un segundo plano y montando también las superficies, esquematizando los pliegues como si de un entramado de celdas se tratara.

 

 

 

FUENTES: LUQUE TERUEL, Andrés. "La vanguardia en la representación figurativa, el Calvario de los Redentoristas de Sevilla, cerca de 1965", vol. 2 de Luis Ortega Bru, nº 6 de Grandes Maestros Andaluces, Sevilla, Tartessos, 2011, pp. 266-268; LUQUE TERUEL, Andrés. "Luis Ortega Bru. Esculturas de Vanguardia", nº 24 de Laboratorio de Arte, Universidad de Sevilla, pp. 667-668; www.santisimoredentor.org.

 

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