CENTENARIO DE LUIS ORTEGA BRU
JESÚS DEL SOBERANO PODER ANTE CAIFÁS

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

El gran despertar de la inteligencia creadora de Luis Ortega Bru se produjo tras su penoso calvario por la cárcel y los campos de trabajo. Una vez pasada la pesadilla de los siniestros años de la represión, para Bru una tragedia familiar con el telón de fondo de la victoria nacional, la persecución sistemática de los "rojos", las depuraciones y las incautaciones. Todos estos hechos modelaron su carácter, haciéndolo más retraído, solitario y ensimismado, creando esa tipología de artista bohemio que lo caracterizó a lo largo de su vida.

 

 
     
     
Fotografías: Juan Antonio García Delgado

 

Esta imagen, probablemente la más popular de su autor, representa la comparecencia de Cristo ante el sumo sacerdote Caifás y los miembros del tribunal religioso que éste preside, para proclamar su poder soberano como corresponde al Hijo de Dios, en atención a lo narrado por el evangelista Mateo:

 

"Puesto de pie el sumo pontífice, dijo a Jesús "¿Nada respondes? ¿Oyes lo que testifican éstos contra ti?" Jesús guardaba silencio. Entonces el sumo pontífice intimó a Jesús: "Te conjuro por el Dios vivo que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios". Respondió Jesús al sumo pontífice: "Tú lo has dicho. Además os anuncio: Desde este momento veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Todopoderoso y venir sobre las nubes del cielo. El sumo pontífice rasgó sus vestiduras diciendo: "Ha blasfemado. ¿Para qué necesitamos más testigos? Vosotros acabáis de oír su blasfemia. ¿Qué opináis?" Respondieron ellos: "Reo es de muerte" (Mt 26, 62-66).

 

Bru representa a Jesús majestuoso, con la voluminosa cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha y la mirada ausente, ajeno a la crispación que muestra el pontífice ante su insolencia. Pertenece al grupo de esculturas colosalistas de su penúltima etapa (1975-1978), cuyos bocetos modeló en Madrid y llevó a la madera en Sevilla; concretamente, en el obrador del tallista Manuel Guzmán Bejarano, donde estuvo tres años instalado.

La cabellera del Cristo es abundante, larga y despeinada, ya que en este periodo Bru prescinde por primera vez de la corona de espinas tallada en el bloque craneal y extrae los mechones de pelo formando una doble "S" sobre la frente. Su afán por dar un aspecto añejo a sus creaciones de imaginería justifica el acabado de las carnaciones en tonos marfil, así como las vetas decoloradas del cabello y la barba.

Frente a quienes critican la falta de riesgo del escultor en esta etapa colosalista, caracterizada por la ausencia de las vanguardias y de la experimentación formal de periodos anteriores, otros autores no hablan de decadencia artística sino de una transición que precede a su etapa final (1978-1982) y en la que Bru se limita a desplegar sus ya consolidados y significativos grafismos, fruto de las evoluciones precedentes.

Con Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder ante Caifás, al igual que otras piezas del periodo como el estudiado Nazareno malagueño o el Cristo de la Oración del Huerto de Huelva (1977), Bru proyecta volúmenes amplios y contundentes, así como un realismo con connotaciones expresionistas; todo ello relacionado con la grandeza del maestro Miguel Ángel, que provoca tanto un fuerte impacto visual y expresivo, como, en este caso y el onubense, una dulzura inédita que conecta perfectamente con la sensibilidad del público andaluz.

En líneas generales, la composición del Cristo de San Gonzalo resulta menos dura y atormentada de lo que es habitual en los temas pasionistas del escultor sanroqueño, quien para complacer los gustos cofrades adapta a su peculiar estilo la idealización impuesta por los cánones sevillanos pero sin caer nunca en el servilismo.

Por el contrario, con la figura de Caifás (1976-1977), gracias quizás a su condición de villano, Bru se permitió más licencias dentro del fuerte influjo miguelangelesco, caso de la simplificación de los lacios cabellos, cercana a la abstracción, o el marcado cariz expresionista de un encolerizado rostro, cuyo modelo conecta con el de algunos apóstoles del misterio sevillano de la Sagrada Cena, grupo perteneciente también a esta etapa escultórica.

 

 
     
     
Fotografías: Juan Antonio García Delgado

 

La primitiva imagen de Nuestra Señora de la Salud, titular mariana de la hermandad, fue labrada por Rafael Lafarque Rengel en 1944. Debido a su discreta factura sufrió a lo largo de su historia diversas intervenciones que modificaron su aspecto: en el taller de Antonio Castillo Lastrucci retocaron su policromía con escasa fortuna, lo que motivó que fuera intervenida de nuevo por el carmonense Antonio Eslava Rubio (1968), quien hizo las actuales manos y aplicó nueva policromía, logrando un resultado que fue muy bien acogido entre los cofrades; pese a ello, Luis Ortega Bru volvió a policromarla en 1976, envejeciendo sus rasgos.

Finalmente, a raíz del incendio declarado en el templo a primeras horas de la madrugada del Viernes Santo de 1977, se decide que Bru realice una dolorosa nueva conservando las manos talladas por Eslava. Una imagen de candelero para vestir que, a pesar de la angustia, mantiene la cabeza erguida y la vista perdida en el infinito. Su entereza se manifiesta también en la serenidad de un rostro lozano e idealizado, partiendo de los rasgos de su esposa Carmen, modelo recurrente en sus piezas femeninas. Un rostro que refleja, como el del Cristo, los rasgos del escultor: pobladas cejas, jugosos labios entreabiertos, iris de los ojos marcado a rayas...

Bru regaló en 1977 el busto de San Juan Evangelista para la efigie que esta hermandad utiliza en los cultos internos y es también titular de la misma. El cuerpo es el del Cristo labrado en el taller de Castillo Lastrucci, utilizado por Bru en 1975 hasta que el año siguiente labró el suyo, robusto y completamente anatomizado.

 

 
     
     
Fotografías: Juan Antonio García Delgado

 

FUENTES: AA.VV. "Esculturas colosalistas de transición a la etapa final, en Madrid y Sevilla, en 1975 a 1978", volumen 1 de Luis Ortega Bru, número 6 de Grandes Maestros Andaluces, Sevilla, Tartessos, 2011, pp. 156-159; AGRAMUNT LACRUZ, Francisco. Arte y represión en la guerra civil española: artistas en checas, cárceles y campos de concentración, Generalitat Valenciana, 2004, p. 566.

 

Anterior Entrega en este

Escrito Relacionado en este

 

 
 
Fotografía: Roberto Villarrica para www.fotoscofrades.com

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com