15-M. UN AÑO DESPUÉS

Carmen de Tortosa


 

 

Quienes quieren ampliar la violencia policial a la penal, quienes quieren meter miedo, quienes quieren reprimir más para no tener oposición ni crítica en la calle, quienes pretenden una sociedad temerosa a golpe de leyes y represión... Todos ellos lo que no quieren saber es que las condiciones y circunstancias sociales y personales pueden activar una bomba de relojería que estalle a pesar de los pesares, a pesar de ese miedo que quieren infundir, a pesar de sus leyes y a pesar de esa represión. El camino del miedo puede llevar a la desesperación de la gente y que ésta sea capaz de cualquier acción.

Hoy y el próximo 15 de mayo, día del aniversario, hay una prueba de fuego. Se prepara una gran protesta, una gran manifestación del 15-M, ese movimiento que ha sido acusado de violento y tiene un carácter pacífico intrínseco. Y hay quienes ya han empezado a manifestar que están buscando a los líderes del movimiento para controlarlos. No han entendido nada, no saben o no quieren saber que el 15-M es un movimiento horizontal y como tal, carece de cabeza y su fuerza reside en todos y cada uno de sus componentes: una inmensa asamblea donde se pide lo que la ciudadanía realmente necesita y no las insensateces de los partidos actuales, sean del signo político que sean.

Yo, que por generación puedo pertenecer a los "yayoflautas", estaré con el 15-M, estaré con los que critiquen el sistema y con los que luchen por sus derechos. Volveremos a llenar las calles de futuro y versos de forma pacífica, como ha demostrado este movimiento que quieren criminalizar, porque lo consideran un peligroso enemigo. Tampoco han entendido que los componentes del 15-M han empezado a perder el miedo y que, a más represión, más indignación y solidaridad, y que la política del palo y la zanahoria puede llevar a la rebelión del pueblo.

Es vital que sigan las protestas y las muestras de indignación -en general, no ceñidas al 15-M; ahora tengo también en mente el próximo 22-M-, pues el hastío, el cansancio, la abulia, la apatía y la resignación son precisamente los frutos que quieren cosechar los destinatarios de las movilizaciones. Una pancarta en la calle siempre será más devastadora que mil sesudos artículos de economía financiero-fiscal. Nada cambia en ese aspecto; el cambio que se busca está en las protestas, y la lucha no se hace en silencio.

 

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