SIENA: EL AUGE DE LA PINTURA, 1300-1350

09/05/2025


 

 

A principios del siglo XIV se produce en la ciudad de Siena, en el centro de Italia, un momento de oro para el arte, un antes y un después. Los artistas Duccio di Buoninsegna, Simone Martini y los hermanos Pietro y Ambrogio Lorenzetti están forjando una nueva forma de pintar, con un dramatismo nunca antes visto: los rostros expresan emociones, los cuerpos se mueven en el espacio y las historias fluyen a través de los paneles en escenas llenas de color.

Tras su paso por el Metropolitan de Nueva York, la National Gallery de Londres, que celebra su bicentenario en 2025, acoge la exposición Siena: The Rise of Painting, 1300-1350 (Siena: el auge de la pintura, 1300-1350), que muestra al público visitante las obras realizadas en una ciudad vibrante de artistas que colaboran, aprenden y observan, y que crearon un fenómeno artístico local que causó sensación internacional.

A través de más de 100 piezas realizadas por artistas y artesanos que trabajaron en Siena, Nápoles, Aviñón y otras ciudades europeas, esta muestra exhibe algunas de las obras de arte más antiguas, exquisitas y significativas del continente: pinturas doradas, manuscritos iluminados, vírgenes de marfil, alfombras, sedas... todas ellas muestran la energía creativa de Siena, que se expande entre pintores, orfebres, tejedores y tallistas de toda Europa.

 

 

Siena: The Rise of Painting, 1300-1350 (Siena: el auge de la pintura, 1300-1350), organizada por la National Gallery (Londres) y el Metropolitan Museum of Art (Nueva York) reúne obras de suma importancia que han estado separadas durante centurias, caso del políptico Orsini, de Simone Martini, dividido entre Amberes, París y Berlín, y la Maestà de Duccio di Buoninsegna (Museo del Duomo de Siena), la obra maestra de su autor y uno de los retablos más grandes y complejos jamás producidos, con tablas de la predela procedentes de Madrid, Fort Worth, Nueva York y Washington. Por primera vez en siglos, podemos experimentarlos juntos, ver sus conexiones y comprender cómo interactúan visualmente. Son obras que representaron una forma radicalmente nueva de narración visual.

Podemos descubrir también cómo los pintores, escultores y artesanos sieneses aceptaron encargos para mecenas de Florencia, los reyes angevinos de Nápoles y la corte papal de Aviñón, produciendo una especie de estilo internacional que fue admirado y emulado en ciudades y cortes de toda Europa.

Las rutas comerciales trajeron textiles del Gran Irán a través de Génova y Venecia, así como sedas de los territorios mongoles y alfombras de Turquía. Los patrones geométricos y las texturas de estos objetos, increíblemente raros en la Europa de la época, se reproducen por primera vez en la pintura sienesa.

El oro, en sus múltiples formas, deslumbra en toda la exposición. Los pintores sieneses fueron sorprendentemente innovadores en el uso del oro en sus cuadros. Podemos contemplar figuras vestidas con telas reales e imaginarias, sedas bellamente drapeadas y ondeantes telas doradas. Los artistas emplearon intrincados labrados sobre fondo dorado para crear una textura similar a la de hilos tejidos que brillarían a la luz de las velas. Los orfebres de Siena también eran famosos por su habilidad y podemos disfrutar de brillantes ejemplos de su ingenio.

 

 

Podemos igualmente admirar en Siena: The Rise of Painting, 1300-1350 (Siena: el auge de la pintura, 1300-1350) una combinación de exquisitos objetos raros en metalistería, esmalte, vidrio dorado, madera, mármol, delicados textiles y manuscritos iluminados. Todos son excepcionales y algunos se exhiben por primera vez fuera de sus emplazamientos.

La muestra reúne algunos de los primeros ejemplos de la historia de la pintura occidental. La angustia adolescente, el dolor inconsolable, la ira y la alegría son solo algunas de las emociones que podemos ver reflejadas con gran verosimilitud por los pintores sieneses. Los artistas humanizan las figuras sagradas a través de sus expresiones y gestos íntimos. Podemos observar con detalle rostros femeninos y masculinos que muestran expresiones que Duccio di Buoninsegna y sus colegas artistas habrían visto en las calles de Siena.

Las obras sienesas del siglo XIV no son solo ejemplos antiguos e insólitos del arte occidental, sino también piezas que han sobrevivido en el tiempo a diversos factores humanos como las modas o los cambios de gustos, el deterioro producido por la manipulación y otras causas, y el desmantelamiento como consecuencia de saqueos, guerras o expolios. Ni siquiera el enorme retablo de la Maestà, citado anteriormente, se libró de las pérdidas y el desmembramiento, si bien se conserva en el Museo del Duomo de Siena en casi toda su integridad. Un retablo que desfiló en solemne procesión por las calles de Siena cuando fue entregado por su autor a la catedral, en 1311, brillando como un gigantesco libro ilustrado a todo color, accesible para todos en una época en la que pocos sabían leer o escribir.

 

 

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