CONTINÚAN EN MÉXICO LAS RESTAURACIONES POR LOS GRAVES SEÍSMOS DE 2017

25/08/2020


 

 
 
Imagen del retablo una vez restaurado

 

A día de hoy, en el El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México se han restaurado 60 de los 119 inmuebles históricos dañados por los seísmos de 2017 (ver enlace).

El último inmueble en ser entregado es la Iglesia de San Nicolás de Tolentino, así como sus bienes muebles asociados. Ubicado a espaldas de la Catedral de San Cristóbal de las Casas (Chiapas), el templo presentó, a causa de los seísmos, grietas en la fachada poniente y varios desprendimientos, desde la viguería hasta el descanso de la escalera, así como en la unión de la nave del templo con la sacristía y la fachada oriente. Su interior también se vio afectado en la parte baja y en la arcada del coro, y en la unión de los muros de la nave.

En su intervención se retiraron las partes dañadas, se limpiaron y se inyectaron, con soluciones de cal química y arena, las fisuras en los muros de adobe y ladrillo. En las grietas mayores se rompió la trayectoria con grapas de ladrillos con mortero a base de cal y arena, y se tejieron con el resto del muro.

En la espadaña-campanario se retiraron los pináculos y se reconstruyó con material nuevo similar al original. En el techo-cubierta y, en general, en las partes dañadas de madera se restituyeron faltantes con piezas idénticas de madera tratada; se colocaron láminas de zinc y reglas para ubicar tejas recuperadas y nuevas. De manera adicional, se restituyeron aplanados con mortero y se dio un acabado con una mezcla a base de agua, baba de nopal y cal, y pintura con pigmentos minerales.

 

 
     
     
Talla de San Nicolás de Tolentino antes y después de su restauración

 

En cuanto al acervo de bienes muebles, se identificó que el retablo barroco fue modificado en los años 90 del pasado siglo XX. Asimismo, su restauración reveló que la pieza no era una unidad, sino un híbrido construido a partir de tres retablos en condiciones de alto desgaste, probablemente de mediados del siglo XVIII, por ello decidieron escoger las mejores piezas e integrarlas en uno.

Así, se creó un "nuevo" retablo de 5,95 metros de alto, dividido en dos cuerpos y tres calles, con cuatro pinturas sobre tela, así como un par de nichos ocupados por un sagrario, en la parte baja; y una escultura del titular San Nicolás, en la alta. Esto hizo más compleja la restauración, porque además de las acciones de atención a los daños por sismos -las cuales incluyeron fumigación preventiva, registros fotográficos y en AUTOCAD, y limpieza de materiales ajenos: polvo, escombros y hollín-, se requirió atender detalles estructurales que la intervención, realizada en 1992, dejó pendientes.

El seísmo de septiembre de 2017 agrietó la estructura central del retablo, la cual ya estaba debilitada, lo que provocó fisuras y la pérdida de fuerza de sus ensambles y uniones. A ello, se sumó que, con las lluvias posteriores, se filtró agua por el muro testero y la cubierta, lo que propició la aparición de manchas en las cornisas y el copete, así como escamaciones en su recubrimiento dorado.

Para atender estas situaciones, se realizaron dos tipos de limpiezas: una profunda para remover la suciedad y afectaciones por los escombros, y una química para el recubrimiento dorado. Al final, se ajustó la estructura del retablo con el fin de evitar la pérdida de elementos decorativos y se repusieron los elementos faltantes. La reintegración cromática se llevó a cabo con hoja de oro de 22 quilates.

 

 
 
 
 
Órgano tubular y escudo restaurados

 

El órgano tubular, construido por Francisco Torres García en 1897, tuvo afectaciones en la sección del coro y, a causa de los escombros que cayeron sobre él, hubo desprendimientos en flautas, pedales y otros elementos. Adicionalmente, la madera estaba carcomida, por lo que se hizo necesaria una fumigación por vaporización en una cámara de aislamiento con plástico de alta densidad.

Respecto a la escultura de San Nicolás Tolentino, también llamado el "Santo de la Estrella", debido a que estaba amarrada al retablo no se desplomó. Sin embargo, por la caída de escombros perdió algunos elementos como falanges de los dedos de la mano izquierda. En esta efigie religiosa se hizo una limpieza con solventes en gel, se resanaron grietas, fisuras y faltantes con una pasta de resane, respetando los materiales originales; además se le reintegraron las falanges perdidas, por otras hechas en madera de cedro.

El escudo policromado del siglo XVIII pintado con la técnica del temple sobre el arco toral del templo, que divide la sacristía de la nave principal, es una de las decoraciones más características del inmueble. La imagen del broquel se encontraba medianamente perceptible ya que sufrió pérdidas por algunos escurrimientos. Su restauración consistió en una limpieza y en el fijado de colores al sustrato, ya que la pintura perdió adherencia. Al final se resanaron faltantes y se realizó la reintegración cromática. La heráldica representa la Encarnación, ya que el templo de San Nicolás era atendido por la Cofradía de Nuestra Señora de la Encarnación.

Todos estos trabajos, supervisados por la restauradora María Rosa García Sauri, del Centro INAH Chiapas, y llevados a cabo por un equipo encabezado por el restaurador Jesús Iván Gómez Murillo, fueron posibles gracias a la decidida colaboración del Consejo Consultivo del Centro Histórico AC.

 

 
 
 
 
Vistas del retablo restaurado con la imagen del santo titular ya colocada

 

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