RESTAURACIÓN DE GESTIONARTE

Benjamín Domínguez Gómez (15/09/2017)


 

 
     
     
Comparativa. Estado inicial y final

 

El pasado 5 de agosto se reponía al culto la imagen de Nuestra Señora de los Dolores, titular de la Cofradía de la Vera Cruz, de la localidad sevillana de Guillena, tras los trabajos de conservación-restauración llevados a cabo durante algo más de dos meses por el equipo de Gestionarte.

La fase operativa del proyecto (o intervención material sobre la imagen) comenzó en diciembre de 2013 para revisar el estado de conservación de la obra y proponer, a tenor de los datos recabados, las actuaciones necesarias para su correcta preservación. Para ello, se sometió a la imagen a un estudio exhaustivo, que incluyó la realización de radiografías, análisis físico-químico de la policromía con toma de muestras, fotografías con luz ultravioleta así como una revisión de la información histórico-artística de la obra en cuestión.

Como resultado, las actuaciones acometidas podemos dividirlas en varias líneas de trabajo que resumimos a continuación: eliminación de los elementos metálicos, tratamiento de la policromía, sustitución de las pestañas, y revisión y sustitución de los elementos afectos a su funcionalidad.

 

 
     
     
Comparativa. Estado inicial y final

 

En los casos en los que eran el origen de patologías afectas tanto al soporte como a la policromía de la imagen, los elementos metálicos fueron sustituidos por espigas de madera. Fundamentalmente, se trata de elementos incorporados en alguna de las intervenciones recientes de la imagen, fundamentalmente en la de 1955, en la que se "refuerza" la unión de la mascarilla dentro de una intervención "integral" de la escultura. También aquellas que servían como anclaje de la obra al candelero o colocación de la corona, entre otras.

Las pestañas que presentaba la imagen no tenían, ni la morfología adecuada ni habían sido colocadas correctamente, por lo que distorsionaban la mirada de la dolorosa. Su sustitución ha permitido corregir dicha alteración, tan importante desde el punto de vista estético.

Por otro lado, se han actualizado, en los casos en los que era necesario, los elementos constitutivos de la estructura de una imagen de vestir: candelero, brazos articulados, anclajes para colocar elementos iconográficos, etcétera, con el objetivo de asegurar una correcta conservación de los mismos de cara al futuro y el adecuado funcionamiento -tanto estético como mecánico- a tenor de la función que tiene cada uno de ellos.

 

 
     
     
Comparativa. Estado inicial y final

 

Un aspecto muy importante ha sido el tratamiento de la policromía. La imagen presenta una repolicromía, superpuesta a la original del siglo XVIII, ejecutada en 1955 por el escultor Manuel Pineda Calderón, quien la remodela en profundidad, que presentaba algunas alteraciones en superficie. Sobre ésta, se localizaban repintes y otras alteraciones -como restos de adhesivo- adheridos a la obra en la intervención efectuada por el escultor Francisco Berlanga en 1984 y/o en sucesivas actuaciones puntuales, como la reposición de lágrimas o pestañas. Por último, un estrato de depósitos de polvo y un leve amarilleamiento del barniz proporcionaban a la imagen, más que un oscurecimiento, un aspecto irregular, "manchado" y desigual de la encarnadura.

El tratamiento de limpieza efectuado se ha centrado en la eliminación de esas alteraciones hasta devolver a la encarnadura realizada por Pineda Calderón un aspecto homogéneo. Para ello, ha sido también necesaria, como es lógico, la reintegración volumétrica y cromática de las lagunas existentes bajo dichas alteraciones, u otras existentes en superficie, consiguiendo así una visión estética adecuada a la realidad de la obra.

La recuperación de la policromía subyacente del siglo XVIII quedó descartada, en primer lugar, por el carácter sacro de la obra y su funcionalidad devocional, lo que obliga a preservar, en la medida que el tratamiento lo permita, el aspecto que presentaba antes de la restauración; en segundo lugar, por no conservar un porcentaje lo suficientemente elevado de la misma; y, por último, porque la intervención de 1955 es la que le otorga a la talla la morfología y aspecto que actualmente presenta, por lo que la repolicromía aplicada por Pineda Calderón es, además de testimonio de la historia material, así como parte consustancial, de la obra

Excepcionalmente, se han retirado las capas de pintura aplicadas sobre la cabellera tallada, dado lo burdo de dichas aplicaciones -incluida la de 1955-, tanto por descubrir la calidad de la talla original (oculta por las gruesas capas), como por su no afección a la visión de la imagen una vez que está expuesta al culto (queda cubierta por la vestimenta). Por la necesidad de acceder al soporte de madera, se ha hecho lo mismo en la zona superior del cráneo y de las sienes; espacios, por otro lado, realmente afectados y ampliamente recubiertos de yeso y telas encoladas. El resultado ha sido realmente satisfactorio, dado que devuelve a la cabeza su lectura morfológica y polícroma completa, imprescindible para entender la obra de su autor, y que había sido desechada por la condición de imagen de vestir que ostenta la imagen.

 

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