SAN MARTIÑO PINARIO INICIA LOS TRÁMITES PARA SER BIEN DE INTERÉS CULTURAL

04/11/2019


 

 

El conselleiro de Cultura y Turismo, Román Rodríguez, y el rector del Seminario Mayor de la Archidiócesis de Santiago, Carlos Álvarez, se reunieron esta mañana en el monasterio benedictino de San Martiño Pinario de Santiago de Compostela para analizar las novedades en la preservación y salvaguardia de este monumento.

En la misma, el titular de Cultura le explicó al responsable eclesiástico que el Diario Oficial de Galicia (DOG) acaba de publicar hoy la incoación del procedimiento para declarar Bien de Interés Cultural (BIC) el Monasterio de San Martiño Pinario, el conjunto barroco más valioso del Galicia.

A partir de este momento se aplica de forma inmediata y provisional el régimen de protección que establece la Ley 5/2016, de 4 de mayo, del Patrimonio cultural de Galicia para los bienes de interés cultural y para los monumentos en particular. Además, se abre un período de información pública durante el plazo de un mes, contado a partir de mañana, con el fin de que las personas que tengan interés puedan examinar el expediente y alegar lo que consideren conveniente.

En último caso, ya como Anexo III de la resolución de la Dirección General de Patrimonio Cultural publicada en el DOG, para garantizar su protección y reconocer el valor cultural de Pinario, se identifica la relación de bienes muebles relacionados con las diferentes etapas históricas del monumento y se proponen la clasificación como bienes muebles catalogados de cerca de 200 elementos a tumba abierta cultural, histórico y artístico.

Esta declaración servirá también para delimitar el contorno para su protección de otros BIC declarados con anterioridad. En concreto, se definirá el contorno de la Catedral metropolitana, la Iglesia de San Francisco de Valdedeus, el Hospital Real y su capilla, el Pazo arcebispal de Xelmírez, la Biblioteca Pública Ánxel Casal y las sedes del Museo de Peregrinaciones y de la Ciudad de Santiago de Compostela, bienes declarados de interés cultural entre 1896 y 1985, pero que no cuentan con un contorno de protección específico.

El origen de la comunidad cenobítica de San Martiño Pinario se remonta probablemente a la época del obispo Sisnando I, en los últimos años del siglo IX o primeros del X, cuando un grupo de benedictinos se asentó, poco después del descubrimiento de los restos del Apóstol Santiago, en el lugar llamada Pignario, próximo a la capilla de la Corticela. La amplia extensión del conjunto inserto en la ciudad histórica, que en la actualidad conserva una enorme parcela de más de dos hectáreas, evidencia la relevancia de San Martiño Pinario en el devenir histórico de Santiago de Compostela.

La iglesia de San Martiño Pinario fue el primer templo que los benedictinos levantaron en Galicia tras el Concilio de Trento, en la Edad Moderna, y por eso, en ella ensayaron soluciones nuevas que marcarán el posterior desarrollo de las construcciones de la orden, estableciendo un modelo eclesial de amplia difusión en la península: un plan de cruz latina de una sola nave con capillas laterales en el cuerpo y cabecera recta con un amplio presbiterio entre dos sacristías.

El proyecto general de la iglesia fue encargado al portugués Mateo López, que ya había trabajado en otras abadías benedictinas gallegas, e idea para Pinario un alzado de gran altura, un crucero muy poco desarrollado, capillas comunicadas entre sí y un testero recto de una capilla entre dos sacristías.

La fachada de la iglesia, realizada por Mateo López en 1597, presenta un gran retablo pétreo estructurado en tres cuerpos y tres calles, separadas estas últimas por columnas estriadas con motivos decorativos y geométricos, en el que se despliega un complejo programa iconológico en el que intervienen profetas, apóstoles y, en el paño central, los más preclaros varones benedictinos bajo la protección de la Virgen María. A mediados del siglo XVII se contrató al arquitecto salmantino Peña de Toro para consolidar la fachada, quien propuso añadirle dos torres, que nunca llegaron a ejecutarse por la fuerte oposición del cabildo catedralicio compostelano, para evitar que la fachada de San Martiño fuera más alta que la de la propia catedral, que aún mantenía en la Acebicharía la portada románica. La impronta de Peña de Toro quedó en las ventanas laterales, datadas en 1652, que no pueden pasar desapercibidas porque presentan las primeras sartas de frutas del barroco compostelano, utilizadas posteriormente y profusamente por su discípulo, Domingo de Andrade.

En el exterior cobra protagonismo el acceso resuelto con unas escaleras barrocas que, partiendo de una forma elíptica, crean un teatral descenso hasta la misma puerta de la iglesia. Son el resultado de una obra, terminada en 1771, que obligó a modificar la fachada de Mateo López y desmontar la escalera interior.

En el interior de la iglesia, todas las capillas están adornadas con retablos del siglo XVIII. Destaca la sillería, estrechamente ligada a la oración y estructurada para respetar la jerarquía tradicional monástica. Mateo de Prado realizó la obra entre 1639 y 1647, siguiendo modelos de Gregorio Fernández.

Siguiendo la tradición portuguesa, la capilla mayor de San Martiño Pinario presenta un alargamiento muy pronunciado para lo que era habitual en España, que fue aprovechado por los monjes para colocar el retrocoro tras el altar mayor, que también sirvió para situar bajo el pavimento una cripta panteón destinada a albergar los restos de los monjes de la comunidad.

Sobresale también el retablo mayor, concebido como retablo-baldaquino por el célebre arquitecto Fernando de Casas y Novoa (ver enlace), presenta dos caras, la posterior hacia el trascoro y la principal hacia la nave central de la iglesia. La estructura de madera dorada finaliza en una forma piramidal que llega hasta la bóveda de cañón policromada que cubre la zona del presbiterio y presenta una decoración realizada a base de columnas salomónicas, volutas, perlarios, hojas de acanto y minúscula decoración vegetal.

Otra característica singular es la presencia de dos claustros: el claustro "de las procesiones", iniciado en 1627 bajo la dirección de Bartolomé Fernández Lechuga, y concluido en la década de 1740, en la época de Casas y Novoa; y el claustro "de las oficinas", cuyas obras se iniciaron entre 1655 y 1660 con trazado de José Peña de Toro, finalizándose bajo la dirección de fray Tomás Alonso en 1677.

 

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