El órgano de la Catedral de Solsona (Lleida), considerado el último gran órgano de escuela catalana, vuelve a lucir su mueble o caja de estilo neoclásico recientemente restaurado por un equipo de cinco conservadoras y restauradoras dirigidas por el Centre de Restauració de Béns Mobles de Catalunya (CRBMC) del Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya.

La restauración, de la que les informamos el pasado 2020 (ver enlace) ha durado nueve semanas y ha consistido principalmente en la fijación de los levantamientos del dorado y la policromía y en la limpieza del mueble, ha permitido dar visibilidad al mueble, completamente oscurecido por los elementos contaminantes.

Esta restauración se suma al proyecto de restauración integral de órganos que se lleva a cabo actualmente siguiendo la de los grandes órganos de la escuela catalana ya restaurados, como los de Sitges, Montblanc y Torredembarra, y de las catedrales de Barcelona y Tarragona.

La restauración ha sido impulsada por el Capítulo de la Catedral de Solsona y el Obispado de Solsona, y ha sido financiada con una aportación del Capítulo y del Obispado (21.880,80 euros) y una subvención del Departamento de Cultura de la Generalitat de Cataluña (13.427 euros).

El mueble del órgano de Solsona, de marcado estilo neoclásico, es el último gran órgano de escuela catalana, labrado en 1853 por el prestigioso organista barcelonés Gaietà Vilardebó. Se construyó en el mismo espacio que ocupaba el órgano anterior y se aprovecharon elementos de órganos más antiguos construidos por los organistas Boscà y, especialmente, por la alcurnia de los Bordones, maestros organistas originarios de Solsona.

El soporte de la caja del órgano es de madera de pino. Es una estructura sencilla y plana, formada por un cuerpo mayor, el cuerpo de la cadireta y una tribuna que sobresale unos 2 metros de la pared. Los elementos arquitectónicos del órgano son los característicos de la arquitectura clásica: pilastras doradas con el fuste acanalado y con capiteles de estilo dórico; pilastras con capiteles de estilo jónico, y cornisas dentadas, todo policromado con marmoleados, jaspeados y dorados con hoja de oro y corladuras.

Entre los elementos escultóricos destaca, en la parte superior del cuerpo mayor, una figura de la Ascensión de María acompañada de dos ángeles, tallada en relieve, y sobre el cuerpo de la cadireta, un conjunto de instrumentos musicales con una lira y una partitura como elementos centrales, rodeados por otros instrumentos como la corneta, la flauta y la buccina (instrumento de viento con el pabellón zoomorfo, de la primera mitad del siglo XIX), entrelazados con elementos vegetales que recuerdan las hojas de acanto.

Hay que destacar también el descubrimiento de unos tablones de madera policromada al temple, en los cuales hay representadas unas estrellas blancas sobre un fondo azul. Estos tablones, que tienen una función estructural, están situados en lo alto del instrumento, justo detrás de los tubos de fachada, haciendo de techo de la parte superior. Han salido a la luz una vez retirados los tubos del instrumento, y datarían de unos siglos antes de la construcción de la caja del órgano.

El estado de conservación del soporte de madera era bueno, a pesar de que estaba afectado por un ataque activo de carcoma, que no alteraba gravemente su función estructural, pero que hizo falta intervenir con una cuidadosa desinsectación de la madera, para parar la proliferación.

El mueble estaba muy oscurecido y ennegrecido, hecho que provocaba que el órgano pasara desapercibido. El paso del tiempo y la falta de mantenimiento, causada sobre todo por la dificultad de acceso al órgano, han favorecido la acumulación de polvo y suciedad. Los plafones decorados con marmoleados estaban muy oscurecidos por una capa de suciedad superficial de elementos contaminantes -polvo, humo y hollín- que no permitían ver la policromía original del conjunto.

El estado de conservación de los elementos arquitectónicos, con dorados y jaspeados, era delicado. Se encontraban muy gastados en las zonas de acceso y de paso, y se observaban numerosas rayaduras, roces y grafitos, así como también piezas fragmentadas, fisuras y grietas en las molduras doradas.

El estudio y el proceso de restauración se han hecho "in situ", con la dirección técnica del CRBMC, el cual, además, ha puesto a disposición de la empresa ejecutora, Kreit Restauro, SL, sus servicios técnico-científicos. En la intervención ha colaborado también el restaurador del instrumento, Albert Blancafort.

Como hemos apuntado, se ha hecho una fijación de los levantamientos del dorado y la policromía para asegurar su estabilidad, y también se ha hecho una desinsectación curativa y preventiva del soporte de madera. El proceso más importante ha sido la limpieza del mueble, puesto que estaba afectado por una densa capa de hollín adherida sobre una capa de barniz natural, que no dejaba ver las tonalidades originales ni la brillantez del dorado. Para seguir un criterio de mínima intervención, se ha eliminado la capa de suciedad y hollín, pero conservando la capa de barniz, puesto que la misma proporciona una protección a la pintura y al mismo tiempo le da una pátina propia del paso del tiempo.

Se ha priorizado facilitar una buena lectura y el equilibrio del conjunto, con una reintegración pictórica puntual, consensuada con el restaurador del instrumento, puesto que nos encontrábamos ante un bien mueble que tiene las características de un objeto mobiliario, y que al mismo tiempo forma parte de un instrumento musical.

La barnizada final del órgano de la Catedral de Solsona, que consta de 46 registros y 3.165 tubos, ha sido de forma puntual y selectiva. En algunas zonas de la policromía se ha optado por regenerar el barniz ya existente, todo ello para recuperar el esplendor original del mueble.

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