BREVE SÍNTESIS DE LA EVOLUCIÓN DE LA
ICONOGRAFÍA DE JESÚS CON LA CRUZ AL HOMBRO (Y II)

Rafael Martín Hernández


 

 

PROTO-BARROCO Y BARROCO NATURALISTA

Debe situarse al sevillano Nazareno de Pasión, obra de Juan Martínez Montañés fechada hacia 1610-1615, como pieza clave para entender la iconografía del Nazareno desde entonces hasta nuestros días. La magistral imagen, anatomizada íntegramente, está marcada por un claro clasicismo. Su paso firme y equilibrado transmite una visión idealizada de Cristo carente de patetismo, que invita más a la reflexión e introspección que a la compasión.

El salto hacia el dramatismo barroco lo dará Juan de Mesa y Velasco, quien en 1620 esculpió la reconocida imagen de Jesús del Gran Poder. El lenguaje artístico ha cambiado diametralmente con esta obra, rompiendo con el clasicismo para presentar una impresionante y dramática talla que adelanta el cuerpo con una marcada zancada. Unido a la dinámica composición del cuerpo se plantea la cabeza con gran dramatismo expresivo, gracias a los potentes claroscuros que dibuja la gruesa corona de espinas y la movida cabellera. Mesa sabiamente equilibró el dramatismo de la efigie planteando el rostro y manos con gran serenidad de claro origen montañesino.

Si bien en Castilla Gregorio Fernández no labró ninguna imagen de Jesús Nazareno, pues allí se preferían temas pasionistas con mayores recursos patéticos, se procesiona en Valladolid una pieza de talla completa atribuida por José Martín González a Juan Antonio de la Peña (hacia 1675). Pudiera ser considerada ésta una hipotética imagen inspirada en otra realizada por Gregorio Fernández. Se trata de un Nazareno plásticamente un tanto duro, de clara inspiración flamenca pero conjugada sutilmente con una indudable serenidad y armonía italiana tanto en la composición como en su bello rostro.

 

 

REALISMO BARROCO Y ROCOCÓ

Con la llegada de José de Arce a Sevilla en el año 1636 se introdujeron las nuevas fórmulas europeas de formas ampulosas y dinámicas. Atribuido a este escultor flamenco es el Nazareno de Santiponce (Sevilla), de gesto crispado y dramático. Su autor planteó carnes y cabellera a base de grandes planos compactos de carácter pictórico. En esta obra, el detalle naturalista de principios del siglo XVII se ha perdido para potenciar el realismo expresivo.

Andrés Cansino, discípulo de Arce, recreó en su Nazareno del Viso del Alcor (Sevilla) los mismos signos que el anterior pero con mayor serenidad. De esta fusión entre el naturalismo sevillano y las formas europeas surgió también la arrolladora personalidad de Pedro Roldán, cuya principal aportación a la iconografía es el Nazareno de la O, realizado para la cofradía homónima de Triana. Esta imagen, de compactos cabellos y serena expresión, propone a Cristo encorvado por el peso del madero, pero con el rostro resignado y un marcado carácter devocional.

Otro impresionante simulacro es el Nazareno de Sisante (Cuenca), labrado por Luisa Roldán. Fue esculpido hacia 1695, siendo encargado por Carlos II para ser regalado al papa Inocencio XI. Debido a la muerte del monarca, el encargo se truncó y la imagen quedó en propiedad de su autora. La escultura es un claro anticipo de las fórmulas del rococó, debido a la blandura de su modelado y ejecución a base de amplios volúmenes.

Ya en pleno siglo XVIII, debemos destacar el Nazareno de la Caída, que forma parte de un conjunto procesional labrado por Francisco Salzillo para Murcia. Esta imagen, tan espléndida como el resto de su grupo escultórico, busca potenciar el realismo a través de un certero modelado de las carnes y haciendo uso de cabello y pestañas postizas. La blanquecina policromía resalta los valores escultóricos y resalta el carácter pictórico de la imagen.

Otra interesante obra del periodo es el Nazareno de Estepa (Sevilla), atribuido fehacientemente al escultor castellano Luis Salvador Carmona. Se trata de una pieza provista de un marcado refinamiento dieciochesco, esmerada técnica escultórica y grisácea policromía. Más acorde aún con los gustos academicistas es el Nazareno de Santa Cruz de la Palma (Santa Cruz de Tenerife) que recibe culto en la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán, obra del prestigioso imaginero canario Fernando Estévez del Sacramento.

 

 

SIGLOS XIX, XX y XXI

El siglo XIX no fue muy fecundo para la representación del Nazareno, y hasta llegar al XXI en su mayoría principalmente las creaciones cristíferas están basadas en los prototipos del Nazareno del Gran Poder y Jesús de la Pasión, desarrollando un nuevo periodo conocido como neobarroco.

La gran ruptura la realizó Mariano Benlliure Gil, el cual, educado en el clasicismo y el realismo, fundió ambas tendencias en un estilo poco evolutivo, pero muy efectista, con cierta influencia de la plástica modernista. Entre sus mejores creaciones cristíferas habría que destacar el Nazareno del Paso de Málaga. Con esta versión nos presenta una imagen de Cristo de gran realismo y fiel a la hora de recrear los rasgos propios de los nativos de Judea. En Zamora procesiona el conjunto llamado Redención, que incluye otro Nazareno de Mariano Benlliure ejecutado en el año 1931. Se trata de una imagen más abocetada que detallística que se distancia de los prototipos barrocos, adhiriéndose a unas nuevas formas de inspiración rodiniana de gran robustez y energía, tendiéndose más a la idealización que a la narración evangélica.

Prácticamente hasta nuestros días, la imagen del Nazareno ha sido una revisión de los patrones de la escuela sevillana a excepción de dos nazarenos más eclécticos de gran interés: en primer lugar, el Nazareno de Pasión de Málaga, obra de Luis Ortega Bru inspirada en el Ecce-Homo de Diego de Siloé de la Catedral de Burgos, conjuga elementos castellanos con sevillanos, como su potente zancada inspirada en el Gran Poder; en segundo lugar, el Nazareno de la Humildad que en el año 2004 talló Juan Manuel Miñarro para el barrio sevillano de El Cerro del Águila. Este Cristo unifica la estética castellana, principalmente personalizada en Fernández, con la potencia y monumentalidad de la imaginería sevillana. Además, el dramatismo del bello rostro refleja las investigaciones sobre la Síndone realizadas por su autor. A su vez, es muy novedosa la fórmula de cargar la cruz sobre el hombro derecho, ciñéndose al patibulum de sección plana de una forma muy original y realista.

 

 

Nota de La Hornacina: Extracto de un artículo publicado en el nº 4 de la revista Carrera Oficial
(Cádiz, 2007). Agradecemos la colaboración de su director Jesús Manuel Sánchez Pavón. 

 

Fotografías de Sevilla de Roberto Villarrica y Alejandro Cerezo
Fotografía de Málaga de Alejandro Cerezo
Fotografía de Valladolid de A.A.F. para Valladolid Cofrade
Fotografía de Murcia de Santiago Rodríguez López
Fotografía de Santa Cruz de La Palma de José Guillermo Rodríguez Escudero
Fotografía de Cartagena de la Cofradía de los Marrajos

 

Primera Entrega en este

 

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