EL BAUTISMO DE JESÚS

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

A continuación, realizamos un breve repaso a la iconografía del Bautismo de Cristo, ritual realizado según los relatos evangélicos por San Juan Bautista en el Jordán y cuya festividad se celebra el 8 de enero. Los textos se limitarán a una escueta introducción y varios datos técnicos de las obras seleccionadas.

Según el estudioso Rafael Serra, el bautismo de Juan suponía una especie de agregación a la verdadera posteridad de Abraham, al resto de Israel sustraído a la ira de Dios. Conferido en orden al arrepentimiento y al perdón, llevaba consigo la confesión de los pecados y un esfuerzo de conversión, insistiendo en la pureza moral.

Por tanto, Jesús, al recibir el bautismo por parte de su Precursor, se somete a la voluntad del Padre y se sitúa entre los pecadores; es el Divino Cordero que toma sobre sí los pecados del mundo (Jn 1, 29-36).

 

 

Comenzamos con el soberbio grupo escultórico que remata la Puerta del Paraíso, una de las que sirven de acceso al baptisterio de la Catedral de Santa Maria dei Fiori, en Florencia (Firenze). Fue labrado en mármol por Andrea Sansovino (1505), maestro escultor del Cinquecento italiano, y se halla considerado como su mejor trabajo para la mítica ciudad italiana, pleno de clasicismo formal.

 

 

 

A la izquierda, el altorrelieve del escultor e imaginero Gregorio Fernández (1623-1625) que hoy en día se conserva en el Museo Nacional de Escultura, de Valladolid. Constituye una de las obras escultóricas más populares sobre el tema en nuestro país. A la derecha, otro altorrelieve, esta vez labrado por el también imaginero Felipe de Ribas dentro de la Escuela de Sevilla, que corona el retablo de San Juan Bautista en el monasterio hispalense de Santa Paula, regido por Madres Jerónimas. Ambos fueron realizados en madera tallada y policromada.

 

 

Jan van Eyck, figura fundamental de la pintura flamenca y creador de la pintura al óleo tal y como hoy la conocemos, fue el autor en torno a 1417-1425 de esta diminuta pintura del Bautismo de Jesús (28 x 19 cm) que ilustra el llamado Libro de las Horas Turín-Milán, conservado en el Museo Cívico de Turín.

 

 

 

A la izquierda, óleo sobre tabla pintado para San Salvi por Andrea del Verrocchio, maestro del Quattrocento florentino. La obra mide 177 x 151 cm y se halla actualmente en la Galleria degli Uffizi, de Florencia. En su ejecución intervenieron sus discípulos, siendo íntegramente del pincel de Leonardo da Vinci, el más aventajado de todos ellos, la cabeza del ángel que se halla situado a la izquierda de la composición. A la derecha, creación moderna en altorrelieve del pacense Manuel Carmona Martínez (1994) para el nuevo retablo mayor del santuario onubense de Nuestra Señora del Rocío, situado en las marismas del municipio de Almonte. Mide 100 x 60 cm.

 

 

Tríptico de San Juan Bautista, obra del pintor flamenco Rogier van der Weyden que se venera en los Museos Nacionales de Berlín. Cada panel mide 77 x 48 cm y representa una escena relevante de la vida del santo enmarcada en portadas catedralicias; con el Bautismo en el centro, la Natividad con Santa Isabel y San Zacarías a la izquierda, y la Degollación tras la danza de Salomé a la derecha.

 

 

 

A la izquierda, tabla pintada al óleo por Vicente Masip (1535), padre del no menos célebre Juan de Juanes, que puede admirarse en la Catedral de Valencia. A la derecha, cúpula del baptisterio de la Basílica de San Apolinare Novo, en la ciudad italiana de Rávena. Fue erigida en el año 458, aproximadamente, y decorada con mosaicos que representan el Bautismo de Cristo, en el centro, rodeado de los Apóstoles.

 

 

Otra obra contemporánea de imaginería procesional que, en esta ocasión, hace estación de penitencia en la Semana Santa de Cuenca. El conjunto fue esculpido en talla completa por el escultor e imaginero sevillano Antonio Joaquín Dubé de Luque en el año 2000 y pasa por ser una de las mejores creaciones, con diferencia, de entre las acometidas por su prolífico autor, también pintor y diseñador de arte sacro.

 

 

Por último, comentar dos piezas pictóricas del siglo XVII. A la izquierda, el Bautismo versionado por el boloñés Guido Reni (1622-23), discípulo de Carracci y forjador de un estilo tierno y delicado, muy opuesto al del maestro. A la derecha, una obra de José de Ribera (1643), apodado El Españoleto (Lo Spagnoletto) por su aprendizaje y estancia en Italia, que se conserva en el Museo de Bellas Artes de la ciudad francesa de Nancy. En este caso, observamos la emotividad, la fuerza plástica y el recio misticismo propios del valenciano, destacando el contraste entre el santo y los asistentes, subyugados por la presencia del Espíritu Santo en forma de paloma, y la impactante mirada de Cristo, fija en el espectador del lienzo.

 

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