EL SAQUEO DE OBRAS DE ARTE
POR PARTE DEL ESTADO ESPAÑOL (III)

Gonzalo-Millán del Pozo Portillo (08/10/2006)


 

 

Tita Cervera alardea de un "Zurbarán" que no es tal. La obra Santa Marina fue puesta a la venta en subasta pública en Subastas Durán en el año 1994 con un precio de salida de 100 millones de pesetas, no encontrando ningún postor. Días más tarde fue adquirido de una forma particular por la baronesa Thyssen para integrarlo en su colección privada. La obra en sí iba acompañada de un certificado de autenticidad carente de una exhaustiva investigación, como hoy en día exigen los compradores de obras pictóricas cuando de trata de grandes maestros.

Por lo tanto, la atribución de esta obra al maestro Zurbarán se suma a la gran cantidad de obras que se atribuyen a grandes maestros con un simple certificado emitido sin el más mínimo rigor científico. Y más aún, cuando los estudiosos de obras del maestro, como Gaya Nuño, Palomino, Juan Agustín, Ceán Bermúdez, Kehrer, Longhi, Sánchez Cantón, Milicua, Sterling, B. de Pantorba, M.S. Soria, María Luisa Caturla, Diego Angulo Iñíguez, Guinard o López Rey, la han considerado siempre como una buena réplica de la auténtica Santa Marina que se encuentra en el Museo Provincial de Bellas Artes de Sevilla.

Así pues, se trata de una obra del taller del maestro. Desgraciadamente, los estudios que se realicen en el futuro sobre ésta y otras obras mal atribuidas que engordan nuestros museos y prestigiosas colecciones darán falsos datos a las generaciones futuras de investigadores e historiadores. El ocultismo en la adquisición de obras de arte hace que las mismas sean tratadas como lo es la droga, con dinero negro, y así sucede lo que sucede, que le venden droga adulterada u obras de arte que también lo están en su certificado de autenticidad.

Posiblemente la culpa de todo la tengan las propias leyes al castigar económicamente a aquellos que poseen obras de gran valor y optan por esconderlas y vender sumergidos en la ilegalidad del tráfico de dinero negro. Narcotraficantes, traficantes de armas, empresarios y políticos corruptos ven en la compraventa de obras de arte la salida más cómoda de blanquear dinero, sacar patrimonio no declarado de nuestro país y engrosar los beneficios de las galerías de subastas ya condenadas por irregularidades, la banca suiza y otros paraísos fiscales.

 

Segunda Entrega en este

 

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