EL SUEÑO DE JESÚS DE SANTA CRUZ DE LA PALMA

José Guillermo Rodríguez Escudero (24/12/2010)


 

 

Juan Manuel de Silva (1687-1751) fue hijo legítimo del escultor y pintor palmero Bernardo Manuel de Silva (1655-1721) y de Juana Vizcaíno. Si bien “don Juan de Silua el mayor” -como era conocido por sus coetáneos para diferenciarlo de su hijo Juan Jacinto, “el mozo”- cultivó también la pintura y la escultura como su progenitor, se han conservado muchas más obras de lo primero que de lo segundo. De talante algo arrogante, llegó a acompañar su firma con el título de “maestro del arte de pintar y de escultura”. Como recordaba el investigador Fernández García, un conocido ejemplo de esta última es la venerada imagen de Nuestra Señora de la Luz de la Ermita de San Telmo de Santa Cruz de La Palma, anteriormente puesta bajo la advocación del Carmen en la Parroquia Matriz de El Salvador de dicha ciudad canaria. Otra Virgen del Carmen y San Agustín, son también esculturas salidas de su gubia. Se custodian en la ermita del Barranco de mismo nombre, al norte de Santa Cruz de La Palma.

Rodríguez González escribió que nuestro Juan fue aleccionado por su padre y “aunó como éste los oficios de escultor, pintor y dorador, colaborando con él sin lugar a dudas hasta su fallecimiento en 1721. Sin embargo, Juan Manuel no aparece en la documentación con la asiduidad de su progenitor, posiblemente porque en un principio permaneció en su sombra”. Pérez Morera, en su profundo estudio sobre la saga de los Silva de Santa Cruz de La Palma, nos informa que Juan Manuel hereda de su padre “el tema del santo aislado o santo-estatua, los débitos flamencos y murillescos y la afición a la estampa grabada, de la que toma composiciones literales o bien figuras aisladas que asocia entre sí”. Recordemos que, según Gállego, el santo-estatua deriva de la pintura de retablos medievales que trata de hacer pasar una imagen plana por una de bulto, aislándola con un fondo dorado o neutro.

Juan Manuel, a diferencia de su padre, ejecuta composiciones barrocas de mayor complejidad escénica, como por ejemplo en grandes telas. En muchas de sus pinturas aparecen inscripciones alusivas a las imágenes representadas, como los Mártires de Tazacorte, la Adoración de los Magos, la Divina Pastora... En otras, el nombre del santo que aparece en ellas, como los Arcángeles San Rafael y San Gabriel, o San Estanislao de Kostka... Otras de sus grandes composiciones son: la Virgen de la Merced, de la iglesia de Santo Domingo; el Patrocinio de San José, o la Divina Pastora de las Almas, lienzos pertenecientes a la parroquia de San Francisco; Jesús entre los sayones y Oración en el Huerto, de la ermita de San Telmo, etcétera; templos todos ellos de Santa Cruz de La Palma.

En la Capilla de los Terciarios -construida en 1734 y donde actualmente cuelga el lienzo que nos ocupa-, trabajó el maestro pintando, dorando y decorando su magnífico retablo mayor a base de motivos de carácter chinesco, paisajes imaginarios, animales exóticos, escenas profanas... En esta bella pieza se hallan tres composiciones pintadas por el maestro: Santa Casilda y Santa Isabel de Hungría, en las calles laterales; y en la central, el Abrazo de Cristo y San Francisco. Además de estas tres composiciones que adornan el retablo existen otros tres óleos que se hallaban colgados en el coro alto, correspondiente al primer cuerpo de la espadaña del extinto convento franciscano. Se trata de la Adoración de los Magos, San Francisco de Borja y el Sueño de Jesús.

Pérez Morera nos indica que “las deudas respecto a Murillo se manifiestan en sus temas sagrados impregnados de tierno encanto hogareño (El Sueño de Jesús)”. Esta última pintura sobre lienzo, cuyas medidas son 180 x 144 cm, se encuentra ya restaurada en la antigua capilla de la V.O.T., actualmente denominada Orden Franciscana Seglar. Había pasado muchos años en depósito colgada en una de las paredes de la única nave del vecino templo de San Francisco de Asís. Podemos apreciar en ella varias características particulares que hacen reconocible la obra de nuestro Silva, en la que aparecen zonas bien pintadas y otras torpemente ejecutadas. Así mismo, se puede comprobar cómo existe falta de ciencia en la perspectiva y cómo adolecen de ingenuidad sus imágenes; también los contrastes entre zonas de sombras y luces, surgidas de tenebrosa atmósfera. La misma profesora decía que estas maneras son las que “gusta de insistir, a veces con exceso, en la línea, punto de partida y apoyo en función de la cual aplica su paleta con escasas matizaciones”. Sin embargo, aquí, como en el resto de su producción pictórica, se aprecia una extrema habilidad como colorista.

Pérez Morera continúa su estudio sobre este “pintor de la aristocracia” escribiendo que sus tipos “y caracterizaciones de sus rostros masculinos o femeninos, son fácilmente identificables en sus modelos de ángeles, vírgenes o santos, envueltos en aureolas de ráfagas de rayos y en ropajes ampulosos, a veces azotados por el viento”.

El Sueño de Jesús es un cuadro de interior que describe una tierna escena hogareña. Pérez Morera lo define como “lleno de gracia y encanto murillesco”. En la estrecha estancia -de clásica arquitectura y de lúgubre fondo- se aprecian unos oscuros cortinajes y un suelo enladrillado bicolor. La Virgen sedente -rodeada de haces de luz y en el centro de la pintura, arropada por ampuloso manto verde- lleva sobre su regazo al Niño Jesús dormido, envuelto en lienzos oscuros. San José -con ropajes rojos al igual que la camisa y las mangas de María y el cordón que pende sobre sus cabezas- surge de su izquierda observando ensimismado el cariñoso abrazo maternal. “La Virgen meciendo dulcemente al Niño Jesús, envuelto en pañales y rodeado de ángeles, que se ocupan de la ropa blanca o de pedir silencio al espectador para no despertarlo”. Un ser alado, mayor que los otros dos y cuyo largo cabello está trenzado de perlas, sostiene en su mano izquierda una palmatoria con una vela encendida, iluminando la estancia.


BIBLIOGRAFÍA

FERNÁNDEZ GARCÍA, Alberto-José. «Notas históricas de La Palma, San Telmo», publicado en Diario de Avisos, Santa Cruz de La Palma (del 17 al 20 de Noviembre de 1969).

- Ídem. «Ermita de Nuestra Señora del Carmen», Diario de Avisos, Santa Cruz de La Palma, (2 de enero de 1974).

GÁLLEGO, Julián. Visión y Símbolos en la Pintura Española del Siglo de Oro, Madrid, 1984.

RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, Margarita. La Pintura en Canarias durante el Siglo XVIII, Madrid, 1986.

PÉREZ MORERA, Jesús. Silva. Bernardo Manuel de Silva, Biblioteca de Artistas Canarios, 1994.

 

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