SAN BLAS EN SANTA CRUZ DE LA PALMA

Texto y fotografías de José Guillermo Rodríguez Escudero (06/02/2009)


 

Durante la segunda mitad del siglo XV, y a lo largo del XVI, el arte flamenco experimentó un largo periodo de florecimiento que determinó su influencia en la Europa de la época.

La incorporación del Archipiélago Canario a la Corona de Castilla coincide con esta etapa de auge que, unida a la destacada presencia de población del Norte en las Islas, explica la recurrente importación de piezas desde localidades flamencas como Amberes, Bruselas o Malinas por parte de los primeros templos y moradores cristianos.

La Palma es la isla canaria que mantuvo más estrechos vínculos con los Países Bajos; el cultivo de caña de azúcar cuyos ingenios poseían linajes como los Monteverde o los Van Dalle, abrió una corriente comercial por medio de la cual llegó tan importante nómina de esculturas, además de otras obras suntuarias, devocionales o de uso litúrgico.

Los talleres antuerpienses (de la antigua Antuerpia, hoy Amberes) poseen magníficos exponentes de la denominada "cultura del azúcar" en la figura del San Blas de la iglesia capitalina de San Francisco de Asís (imagen objeto del presente estudio), en la Virgen de Los Reyes de la parroquial de Mazo y en la de Los Ángeles o de La Rosa en el Santuario de Las Nieves.

Conforme a su iconografía habitual, la majestuosa figura de San Blas, Obispo mártir de Sebaste (Armenia), se presenta revestido con la indumentaria episcopal: una amplia casulla y capa sobre el alba, mitra (símbolo de paternidad y autoridad espiritual) y, desde el gótico, guantes, en este caso, rojos como los zapatos que se dejan entrever por debajo de los ampulosos ropajes. Estamos ante una magnífica escultura colorista de madera, dorada y policromada, de 112 cms de altura. La imagen ha sido recientemente restaurada, y se le ha recuperado el brillo y color originales que hasta ahora han estado oscurecidos por la humedad, el humo de las velas, los cambios de temperatura, etcétera. Como decíamos, es el rojo, junto con el dorado y el verde del forro de su manto, los colores predominantes que armoniosamente dibujan la figura del perfecto acabado del Santo patrón de los "males de garganta", cuya onomástica se celebra el 3 de febrero.

De la imagen sólo se conoce que hacia 1814 fue colocada, con la de Santa Apolonia (patrona de los dentistas), en el desaparecido retablo del Señor del Huerto, fabricado en aquellos años en la magnífica capilla de Montserrat, primera colateral del lado de la Epístola. En diciembre del mencionado año, se hizo la colocación del Cristo de la Oración del Huerto en el nuevo retablo neoclásico construido en cumplimiento de la voluntad testamentaria de Antonia Poggio y Valcárcel en 1804. Esta magnífica capilla -de las mejores de la ciudad- fue fundada por el catalán Gabriel de Socarrás en honor a su patrona, en 1540, aunque se desconoce si ya estaba la imagen de San Blas en ella o en otro lugar del templo del ahora extinto Convento Real y Grande de la Inmaculada Concepción. Ha estado situado en una repisa lateral de la capilla de la Vera Cruz, frente a la ménsula de San Carlos Borromeo y al lado del bellísimo retablo de La Inmaculada. Recientemente se ha colocado sobre un pedestal en la denominada "Capilla de la Plata", mejor ubicado y visible para su veneración. Mientras tienen lugar los trabajos de rehabilitación y restauración del templo, la hermosa pieza se encuentra guardada en las dependencias anejas al mismo. 

San Blas se presenta con rostro enjuto y bondadoso; de lánguida expresión; barba y bigote incipiente; frente oculta; ceño marcado; pequeños ojos rasgados con cierta melancolía en su mirada; cara ovalada; cejas separadas y bien definidas; nariz algo roma en la punta; boca pequeña y poco carnosa; labios imperceptibles y mentón redondeado.

Otra de las características de la imaginería religiosa flamenca que se aprecia en esta bella talla es estar concebida para retablo, por lo que se encuentra inacabada por su parte posterior, de modo que presenta telas encoladas, añadidas posteriormente, para ocultar este defecto ante los ojos de los feligreses durante los recorridos procesionales, que ya han dejado de hacerse.

La gran capa pluvial está sujeta por una hebilla en forma de gran broche redondo en el pecho, con decoración en punta de diamante, y recogida por el antebrazo izquierdo, el mismo que porta un libro grueso y abierto. Este recogido determina su plegado y el de la casulla a base de rectas acanaladuras paralelas y una cascada de elegantes pliegues angulares encajados, típicos de la estatuaria brabanzona de la época, cuyo singular trazado vendría a su vez favorecido por un insinuado quiebro del talle y rematado en bordes de caídas zigzagueantes. Según Pérez Morera, "todo ello apoya su filiación flamenca y su posible datación en torno al primer tercio del siglo XVI".

El motivo principal que, aparentemente, es la causa de la torsión de la imagen hacia la izquierda, es el peso del rastrillo de púas aceradas. Se trata del instrumento de su martirio que porta en su mano derecha y que muestra al observador. San Blas, ejecutado en tiempos del Emperador Diocleciano, a principios del siglo IV, llegó a ser un santo muy popular en los Países Bajos durante los siglos XV y XVI, relacionado con la importancia que alcanzó la industria textil. El mencionado atributo personal, el peine de cardar, símbolo de su martirio, está asociado a su condición de patrón de los cardadores de lana.


BIBLIOGRAFIA

FERNÁNDEZ GARCÍA, Alberto-José. "Notas históricas de la Semana Santa en Santa Cruz de La Palma", en Diario de Avisos, Santa Cruz de La Palma (27 de marzo de 1963)

FERRANDO ROIG, Juan. Iconografía de los Santos, Barcelona, 1950

PÉREZ MORERA, Jesús. "Un Cristo de caña de maíz y otras obras americanas y flamencas", en Anuario del Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 1998.

- Idem. Magna Palmensis. Retrato de una Ciudad, CajaCanarias, 2000.

 

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