SANTA ROSALÍA DE PALERMO. SU IMAGEN EN MONTE DE BREÑA
(VILLA DE MAZO - ISLA DE LA PALMA)

Texto y fotografías de José Guillermo Rodríguez Escudero (21/09/2009)


 

 

 

La Patrona de las ciudades italianas de Palermo y Nápoles, y de la ciudad francesa de Niza -pretendida sobrina del rey Guillermo II de Sicilia- murió cerca de la capital siciliana en el año 1160, cuando contaba tan sólo con 30 años de edad. Sus restos fueron hallados en 1624 por un cazador y fueron colocados en un sarcófago de plata que fue depositado solemnemente en la catedral de Palermo. Se cuenta que sus reliquias habrían puesto rápido fin a una epidemia de peste que devastaba a la población. El Papa Urbano VIII la incluyó en el martirologio romano, fijando su onomástica el día 4 de septiembre, aunque también la Iglesia celebra su fiesta el 6 de marzo y el 15 de junio.

El culto a esta santa italiana eremita se generalizó a partir de la Contrarreforma. No obstante, se supone que, anteriormente, en 1627, los jesuitas ya habían introducido la devoción en Roma a la Vergine Palermitana. Fue “rival” de Santa Águeda de Catania (Patrona, por cierto, de Santa Cruz de La Palma, capital de la isla canaria de La Palma), a quien un hagiógrafo siciliano comparó con Judith, que se impuso a Holofernes, es decir, a la “peste”. Luego, la orden de los jesuitas difundió el culto en Francia, después de haber transportado a la iglesia parisina de San Luis una de sus reliquias. Se le invoca sobre todo contra la peste y los seísmos. Esta devoción se popularizó, no sólo en Europa, sino también en América, donde abundan los ejemplares pictóricos y escultóricos, ya que por su intersección, como decíamos, se protege contra los terremotos y epidemias mortales.

Según su iconografía -se remonta al siglo XVII- se la viste simplemente con una túnica, ajada y ceñida, con un cordón. Cabellera suelta o cubierta la cabeza con tocas blancas. Su atributo personal es un pequeño fardo o talega y un bastón rústico (tal y como salió de su casa). Otros atributos se refieren a su vida de anacoreta y en conmemoración de su penitencia, un crucifijo, una calavera, etcétera. El cráneo, que inicialmente era un emblema de ascetismo, en la obra de Van Dyck se convirtió en el símbolo de la peste. No le falta a veces el buril, en alusión a la inscripción que grabó en la cueva del Monte Pellegrino donde vivió, sola e ignorada por voluntad propia, desde los 16 años: “Yo, Rosalía, he resuelto habitar esta cueva por amor a mi Señor Jesucristo”. Con relación a su nombre, acostumbra llevar una corona de rosas, que recibe tal vez de manos del Niño Jesús o de varios ángeles. El tema predilecto de los pintores italianos y flamencos es la santa recibiendo la corona de rosas blancas de manos del Divino Infante. Otras veces se representa vistiendo el hábito de las agustinas.

 

 

 

Esta bella imagen palmera de Santa Rosalía es una pequeña escultura cuya cabeza, en relación con el cuerpo, se nos muestra algo desproporcionada. El semblante no puede ser más sugerente: grandes ojos oscuros y juntos de triste mirada sobre los que están trazadas unas finas cejas arqueadas; boca pequeña curvada de delgados labios por la que se dejan entrever unos diminutos dientes blancos; cara afilada bien esculpida que denota, por lo descrito, una profunda aflicción. En la cabeza -ligeramente ladeada hacia la izquierda-, se aprecia una gran frente bajo un pelo oscuro ondulado, excelentemente tallado y peinado con raya en medio. Éste forma una melena que cae sobre el hombro izquierdo por detrás de dos pequeñas orejas. A pesar que en las solemnidades la cabeza es cubierta con un gran manto blanco con ribetes y bordados dorados, acertadamente nunca se oculta del todo esta delicada cabellera.

Esta talla completa está revestida por una amplia y larga túnica de color verde claro recogida a la cintura por un cíngulo dorado que cae sobre la derecha. Así mismo, son dorados los extremos de sus amplias mangas y los ribetes del cuello. La parte inferior del hábito está profusamente decorada con detalles florales, al igual que el cuello y las mangas. Considero que el tallado de los pliegues no ha sido el correcto; sin embargo, el acabado general de la toga confiere un aspecto majestuoso a la efigie a pesar de sus reducidas dimensiones. Lo mismo sucede con su mano izquierda, apoyada sobre el pecho, sobre el corazón. Incorrectamente tallada, el pulgar parece tener la misma longitud que el meñique de la misma mano. La izquierda sostiene firmemente un crucifijo de madera clara rematado por adornos de plata con un pequeño Cristo del mismo material.

Sobre la cabeza de la imagen se coloca una magnífica aureola de plata repujada en su color, inventariada desde el año 1882. Se trata de un halo en forma de media luna del que salen doce ráfagas de tres puntas alternando con otras formas más cortas. Bajo este cerco exterior de la bella diadema se sitúa una franja con decoración interior relevada decorada con abundancia de motivos vegetales simétricos.

Como hemos visto, la talla de nuestra Santa Rosalía difiere de su tradicional iconografía que la presenta vestida como una pobre ermitaña. Así aparece en el bello estandarte blanco y dorado de la santa que encabeza sus procesiones. En la escultura, sin embargo, se la representa como una rica doncella palaciega. Imágenes parecidas a ésta las encontramos, por ejemplo, en el óleo sobre lienzo de 1748 de anónimo tinerfeño o la pequeña imagen de candelero de anónimo mexicano de 1755, ambas custodiadas en la parroquia de La Concepción de La Laguna. Se tratan de representaciones donde la santa italiana está lujosamente ataviada de acuerdo a su aristocrático linaje antes de renunciar a sus riquezas y sus ataduras mundanas para retirarse a vivir como ermitaña.

 

 

 

FUENTES: FERRANDO ROIG, Juan.Iconografía de los Santos, Ediciones Omega, Barcelona, 1950; PRÉAU, Louis. Iconographie de l’Art Chrètien, P.U.F., París, 1957; V.V.A.A. Res Gloriam Decorant. Arte Sacro en La Laguna, Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna (Santa Cruz de Tenerife), 1998; LIBRO DE VISITAS PASTORALES. Archivo de la Parroquia de San Blas Obispo de Villa de Mazo (Isla de La Palma-Santa Cruz de Tenerife). Visita del año 1794, folio 94. VELÁZQUEZ RAMOS, Cirilo. Historia General de Villa de Mazo, Ayuntamiento de Villa de Mazo, Centro de la Cultura Popular Canaria. La Laguna, 1999.

 

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