LA VIRGEN DEL PINO DE EL PASO (ISLA DE LA PALMA)

Texto y fotografías de José Guillermo Rodríguez Escudero (15/08/2009)


 

 

 

La solitaria Ermita de la Virgen de El Pino, situada en el municipio palmero de El Paso, aún se cobija bajo la sombra de un inmenso pino canariensis (F1), considerado el ejemplar más alto de Canarias y catalogado como uno de los mejores del Archipiélago. Para algunos investigadores y estudiosos, ha quedado demostrado que este magnífico árbol ya se encontraba en aquel mismo lugar desde los tiempos de la conquista de la Isla, en el año 1493. Hay otros reacios a creer tal aseveración, como veremos más adelante.

La narración de la aparición de la antigua imagen ha llegado hasta nuestros días de una manera tal, que la leyenda se mezcla con la historia. En la de Verneau, por ejemplo, se cuenta que “cuando los soldados de Alonso de Lugo llegaron a este lugar, a uno se le ocurrió subirse al árbol y cual no sería su sorpresa al encontrar en medio de las ramas una estatua de la Virgen. Esta tenía una predilección especial por este archipiélago, pues en casi todas las islas se habían encontrado imágenes que no podían haber llegado allí sino de una manera milagrosa, tal fue la unánime opinión del ejército español en presencia de la Virgen del Pino de la Isla de La Palma...”

El pequeño oratorio se erigió junto al transitado camino real de la Cumbre Vieja, la vía más conocida y usada por viajeros, caminantes y arrieros desde el siglo XVI de entre todos los senderos que recorrían la Isla de La Palma, ya que unía las comarcas del Oeste y del Este en el llamado “Paso de la Cumbre”.

Verneau continúa diciendo que: “el domicilio que ella había elegido no pareció a estos hombres piadosos digno de la Madre de Dios. Se pusieron manos a la obra para construirle una vivienda más confortable, y muy pronto una pequeña capilla se elevó al lado del pino. Se transportó con gran pompa a la Virgen a su nuevo local, un cura la colocó en el altar con todas las señales del más profundo respeto y, cuando se preparaba para oficiar la misa, ante la estupefacción de todos los asistentes, la Virgen cayó a tierra. Vueltos de su estupor, los fieles pensaron que podían haberla sujetado mal. Fue alzada piadosamente y colocada en el sitio que le habían asignado. Esta vez, todas las precauciones habían sido tomadas. Cuando cada uno se preparaba a oír misa, de nuevo la milagrosa estatua se precipitó al suelo. Una tercera y cuarta tentativas no dieron mejor resultado. Había que rendirse a la evidencia: el lugar no convenía. Puesta de nuevo en el árbol, no se cayó más. Expresaba con demasiada claridad su voluntad para que nadie pudiera confundirse. Sin embargo, los españoles no se dieron por vencidos. Habían decidido no dejar a la Virgen expuesta a las inclemencias del tiempo, y se les ocurrió hacer, en el mismo tronco del pino, un nicho que fuera capaz de recibirla. La operación tuvo un éxito maravilloso, la estatua quedó tranquila y el árbol resistió la mutación. Allí pude ver, en 1878, la milagrosa Virgen, que está lejos de ser una obra de arte...” Verneau prosigue su narración diciendo que “me han afirmado hace pocos meses que ya no queda nada de todo esto. Un bárbaro, para poner aquellos terrenos en cultivo, descargó sobre el pino su hacha sacrílega...” Es por ello que se piensa que el pino original fue cortado y, en su lugar, se plantó otro nuevo en su recuerdo.

 

 

 

En 1876 se construyó una pequeña capilla de mampostería dedicada a esta advocación mariana (sin embargo, recordemos que Verneau decía que en 1878 había visto tan sólo ruinas de la antigua capilla). Fue la materialización del sueño de la devota María Magdalena Rodríguez Pérez, conocida por ello como Magdalena del Pino, durante mucho tiempo ermitaña de la capilla. Otros estudiosos mencionan el año de 1830 como el de inauguración de la primigenia ermita que luego se arruinaría. En 1927 se colocó la primera piedra del pequeño santuario que hoy conocemos (F2). Muchos vecinos de El Paso donaron sus terrenos para lograr que el sueño fuera una realidad.

El 30 de agosto de 1930 se bendijo la nueva imagen de la Virgen de El Pino, adquirida por suscripción popular. La talla original (F3), de menos de 30 cm, fue guardada en la sacristía donde aún se encuentra, dentro de una urna de cristal y arropada por un pequeño manto de terciopelo verde. El paso del tiempo ha hecho mella en esta efigie y también se ha deteriorado por los constantes y burdos repintes a los que ha sido sometida. Se cree que se trata de la antigua imagen que también visitaba las casas particulares de aquellos feligreses que así lo solicitaban.

La actual escultura (F4), de inspiración clásica y unos 90 cm de estatura, fue comprada en Valencia en los años 30 del siglo XX. Porta al Niño Jesús en su mano izquierda, mientras que en la derecha sostiene una rama de pino verde recién cortada. Una vez seca, es entregada a los devotos que la guardan con respeto y veneración en sus domicilios como si de una reliquia se tratase. El Niño sostiene una piña en la mano izquierda, atributo de la advocación mariana. La romería trienal -la segunda de la Isla en importancia tras la Bajada Lustral del Trono de la Virgen de Las Nieves y la fiesta más esperada del municipio pasense- es presidida por la venerada imagen.

 

 

FUENTES: VERNEAU, René. Cinco años de estancia en las Islas Canarias, La Laguna, 1981; FRUTUOSO, Gaspar. “Descripción de las Islas Canarias”, en As Saudades da Terra, C.C.P.C., 2004; HERNÁNDEZ PÉREZ, María Victoria. La Isla de La Palma. Las Fiestas y Tradiciones, C.C.P.C., 2001; RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, Iván. La Virgen del Pino de El Paso. Apuntes de interés, [inédito], Santa Cruz de La Palma, 2008.

 

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