UNA TALLA DE SAN LORENZO MÁRTIR EN EL
HOSPITAL DE DOLORES DE SANTA CRUZ DE LA PALMA

Texto y fotografías de José Guillermo Rodríguez Escudero (10/08/2009)


 

 

 

Juan Jacinto de Silva (1718-1802), artista al que también llamaban “El Mozo” para distinguirlo de su padre -don Juan de Silva “El Mayor”-, tenía en su casa una talla de San Lorenzo Mártir. Marcado por la influencia artística de su familia, Juan Jacinto cultivó la escultura lo mismo que su mencionado progenitor y también su abuelo, el prestigioso Bernardo Manuel de Silva. Llegó a ocupar el puesto de administrador de la Real Renta de Tabaco y tuvo un sonado pleito contra los Regidores Perpetuos de La Palma.

Dispuso en su testamento que la mencionada efigie de San Lorenzo se colocara en la iglesia del hospital para su culto y veneración y encargó a su ahijado, Domingo Carmona, así como a sus descendientes, que todos los años le hicieran su fiesta el 10 de agosto. Para ello se señaló un tributo de 100 pesos. Dicha imagen se conserva actualmente en el mismo recinto sacro y, tras haber estado incomprensiblemente algunos años fuera de culto y guardado en la sacristía, se expone en una hornacina en pared lateral del lado del Evangelio.

Español de origen (algunos sitúan su nacimiento en Huesca, donde es Patrono de la Diócesis Oscense), San Lorenzo fue diácono del papa Sixto II y también archivero y administrador de los tesoros de la Iglesia. Según la tradición cristiana, murió terriblemente martirizado, asado vivo sobre una parrilla en la Roma del año 258 d. C., por orden del emperador Valeriano I, quien también ordenó la decapitación del mencionado pontífice.

La talla de Santa Cruz de La Palma representa al santo joven e imberbe, con una gran tonsura clerical, como la que existe en Tijarafe. Viste alba talar y dalmática diaconal de color dorado o púrpura. Su atributo es la parrilla, en alusión a su terrible martirio. De esta manera lo encontramos en el retablo del Señor del Huerto de la parroquia de Los Remedios de Los Llanos de Aridane. En este caso, se trata de una imagen de candelero, mientras que el ubicado en el retablo mayor de la fábrica parroquial de Nuestra Señora de La Luz de la Villa de Garafía es de talla, y porta, además de su atributo personal, la palma del martirio. No las mantiene, como habitualmente observamos en otros simulacros, apoyadas en el suelo -caso del copatrón de Villa de Mazo, fechado antes de 1650-, sino que las porta levantadas, empuñando su mango con la mano derecha. En la izquierda sostiene un libro abierto.

Como bien dice el profesor Germán Ramallo Asensio, cualquier talla, por modesta que sea, es “una expresión irrepetible de un momento, de un pueblo que desapareció para siempre pero que dejó sus vestigios en ellas”.

 

 

FUENTES: CALERO RUIZ, Clementina. Aproximación al estudio de la escultura popular en la Isla de La Palma; PÉREZ GARCÍA, Jaime. Casas y Familias de una Ciudad Histórica. La Calle Real de Santa Cruz de La Palma; FERRANDO ROIG, Juan. Iconografía de los Santos; RAMALLO ASENSIO, Germán. La escultura barroca en Asturias. PÉREZ MORERA, Jesús. Silva. Bernardo Manuel de Silva.

 

Noticia Relacionada en este

 

Volver         Principal

www.lahornacina.com