EL CRISTO DE LA BUENA MUERTE (CÁDIZ) Y SU RELACIÓN CON EL ARTE DE GEORG PETEL
15/10/2025
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Foto: Nández Sánchez |
La reciente publicación Escultura moderna y contemporánea en España: focos de creación artística, técnicas y artistas, editada por el Servicio de Publicaciones de la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid), cuenta con la coordinación de los historiadores Jesús Porres Benavides, Jorge González Segura e Irene Madroñal López. En ella, José Manuel Moreno Arana, investigador independiente e historiador del arte, escribe un interesantísimo artículo titulado Del marfil a la madera: reflexiones sobre el Cristo de la Buena Muerte de Cádiz, una excelente imagen de la iglesia gaditana de San Agustín que había sido atribuida a Juan Martínez Montañés, Alonso Cano e incluso José de Arce sin que realmente tenga demasiado que ver con estos autores salvo la época en que fue realizado. Investigaciones más recientes como la de José Miguel Sánchez Peña, investigador y restaurador, lo ponen en conexión con Alfonso Martínez (1612-1668), artista activo por estos años en Sevilla y Cádiz. Recientemente, Carlos Maura Alarcón insiste en la influencia de los modelos de Rubens a partir de estampas u otras influencias indirectas a través, por ejemplo, del arte ebúrneo, con cuyos crucificados de procedencia italiana también cabría poner en relación. Precisamente, al final del articulo Moreno Arana propone una relación formal y estilística con el crucifijo-relicario de marfil del Real Monasterio de la Encarnación de Madrid (imagen inferior), obra que participó en 2016 en la exposición De Caravaggio a Bernini. Obras maestras del Seicento italiano en las colecciones reales del Museo Nacional del Prado de Madrid y que, a raíz de la misma, fue relacionada por Riccardo Gennaioli con Georg Petel (1601/02-1634) o un autor muy cercano a este escultor alemán, incidiendo el italiano en la dependencia de modelos flamencos y en concreto de Van Dick y Rubens, con los que Petel estableció una larga relación de amistad. Precisamente, según Moreno Arana, el trabajo y los contactos de Petel en Amberes y Génova resultarían muy sugerentes, teniendo en cuenta la inspiración del Cristo de la Buena Muerte en modelos flamencos, como ha resaltado Maura Alarcón, y el acusado y muy característico vínculo de Cádiz con el arte genovés. Sin embargo, el autor del artículo descarta la atribución a Petel, tanto por su temprana muerte como por el estilo muy diferenciado de sus obras en madera y a tamaño natural con respecto a la imagen gaditana, de ahí su doble propuesta: o estamos ante una obra del círculo de Petel o bien de un escultor que ha estudiado y copiado pormenores de ciertos crucifijos de marfil existentes en colecciones españolas y de procedencia genovesa, en la línea del crucifijo del Real Monasterio de la Encarnación de Madrid o el del Palacio Pallavicino de la propia Génova, ambos estrechamente relacionados. |
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