CÁDIZ, CIUDAD CONSTITUCIONAL (1812-2012)

CONVENTO DE SANTA MARÍA

 

Con motivo del Bicentenario de la Proclamación de la Constitución de 1812 y el nombramiento de Cádiz como Capital Iberoamericana de la Cultura en 2012, se realiza este especial en el que haremos un repaso por el valioso patrimonio de la ciudad andaluza. Los mejores historiadores e investigadores sobre la ciudad, junto con nuestras modestas aportaciones, darán forma a un reportaje dividido en 20 entregas que podrán consultar también en la sección Atajos del portal, donde quedará definitivamente inserto una vez concluido.

 

 

Desde su incorporación a la corona castellana a mediados del siglo XIII la ciudad de Cádiz no contó con el establecimiento de ninguna orden religiosa, situación que se mantuvo hasta el siglo XVI. La primera comunidad que decidió hacerlo fue la de las franciscanas concepcionistas descalzas que, a iniciativa de un grupo de familias gaditanas, establecerá su convento en la ciudad en 1527 utilizando como sede la antigua ermita de Santa María. La mencionada ermita sirvió de sede a las religiosas franciscanas hasta el año 1596, fecha en que una escuadra anglo-holandesa asaltó Cádiz destruyendo gran número de edificios, entre los cuales se encontraba su convento. La posterior recuperación de la ciudad traerá consigo la reconstrucción del convento, que se fue conformando durante los siglos XVII y XVIII y ha llegado hasta nosotros prácticamente en su integridad arquitectónica, de modo que en sus dependencias podemos ver reflejado el desarrollo de la arquitectura religiosa de Cádiz.

En el año 1605 se iniciaron las obras de reconstrucción del Convento de Santa María tras el saqueo. Los trabajos fueron dirigidos por el maestro alarife Luis Ramírez, quien realizó una iglesia típicamente conventual que sigue el tipo de cajón tan habitual en los monasterios femeninos de la zona.

La capilla mayor fue contratada en el año 1606 con los alarifes jerezanos Nicolás Ruiz Amarillo y Sebastián Jiménez, quienes siguieron unas trazas realizadas por Alonso de Vandelvira. Su ejecución se retrasó algunos años. Aún no había concluido la obra en 1629, año en que la Cofradía de Jesús Nazareno, que hasta entonces tuvo su sede en el Hospital de San Juan de Dios, solicitó su traslado a Santa María, donde construyó su capilla y se hizo cargo del tramo de tránsito donde debía ir el nuevo acceso al templo y una sacristía. Los trabajos fueron realizados por Riuz Amarillo y Jiménez, quienes debían ajustarse al diseño de Vandelvira. Los mismos maestros alarifes se hicieron cargo de la nueva portada, abierta en el tramo del tránsito, ya que la capilla de dicha corporación ocupó el acceso a la iglesia entonces existente. Estas obras, que incluyeron la ejecución de otra portada en el cuerpo de la iglesia, junto a la capilla mayor, y un coro para la comunidad frontero a la capilla de Jesús Nazareno, fueron financiadas por las propias monjas y se ciñeron también a las trazas de Vandelvira.

En el año 1631 se decide la construcción del claustro principal, adjudicándose su realización a los maestros alarifes Gabriel del Valle y Juan de Quadros. Cuenta el convento con otro claustro, se trata de un pequeño claustrillo de entrada de formas relacionadas con el anterior. A finales de siglo se llevarán a cabo nuevas aportaciones al conjunto conventual: entre 1684 y 1685 se pagaron al alarife Felipe de Gálvez obras en el campanario y en el mirador de las monjas, dispuesto sobre la capilla mayor, y la ampliación de la capilla de Jesús Nazareno, nuevamente reformada tras el terremoto de 1775, dotándola de yeserías geométricas y nuevo camarín para el Nazareno. También en esa fecha se renovaron todos los retablos de dicha capilla, se sustituyeron los primitivos retablos del crucero y capilla mayor por los actuales, y se dispusieron diversos elementos de talla rococó para decorar la iglesia.

En el año 1760 se construyó la torre y la cúpula sobre la escalera. La primera es elemento fundamental en la configuración exterior del conjunto y forma, con la portada diseñada por Vandelvira sobre la que se asienta, una composición de torre-fachada. Los trabajos fueron llevados a cabo por el maestro alarife Juan Parcero, junto a los también alarifes Juan José Sevillano y José Romero.

El siglo XIX no aportó ninguna variación en el conjunto del convento a pesar de la fuerte incidencia que tuvo la corriente neoclásica en la ciudad, fruto de la cual varias iglesias vieron drásticamente renovada su fisonomía. Tampoco se vio afectado por las mermas derivadas de las exclaustraciones decimonónicas. Únicamente hemos de lamentar la pérdida del Huerto, que desde mediados del siglo XX se encuentra ocupado por un bloque de viviendas. Se conserva pues en Santa María un valioso testimonio de las tendencias de la arquitectura religiosa en Cádiz durante los siglos XVII y XVIII.

 

Fotografía de la Universidad de Cádiz

 

FUENTES: ALONSO DE LA SIERRA FERNÁNDEZ, Lorenzo. "El Convento de Santa María de Cádiz.
Datos sobre su arquitectura", publicado en la revista Atrio, nº2, Sevilla, 1990, pp 107-114.

 

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