LOS ATUENDOS DISEÑADOS POR FRANCISCO SALZILLO Y SU VIGENCIA EN LA ACTUALIDAD

26/03/2021


 

 

Perdidos por diferentes causas la casi totalidad de los vestuarios originales de las dolorosas más importantes realizadas por Francisco Salzillo, caso del diseñado para su imagen de la Cofradía de Jesús de Murcia, del que solo se conserva la túnica original de un delicioso brocado en plata, o la de la imagen de la Parroquia de San Lorenzo, también en Murcia, el conjunto de la localidad de Lorquí, situada en la comarca de la Vega Media del Segura de la Región de Murcia, se convierte, por tanto, en el único conservado y conocido, contemporáneo a la Dolorosa que saliera del taller de Salzillo, algo bastante probable, o del de su discípulo Roque López.

Fijado el patrón salzillesco con las tallas de la Virgen del Primer Dolor california, desaparecida en la Guerra Civil, y muy especial con la Dolorosa de la murciana cofradía de Jesús en 1755, la dolorosa de Francisco Salzillo se muestra como la más genuina representación mariana en las tierras del obispado de Cartagena.

Esta renovada iconografía de la Virgen de los Dolores, se enmarca en el ambiente de regeneración espiritual y religiosa que, promovido por el cardenal Belluga desde su llegada a la diócesis de Cartagena, va a encontrar en las cofradías pasionarias un vehículo en todo favorable para acoger la iconografía dolorosa de María, que a partir del episcopado del citado prelado, principal impulsor de esta devoción, obtiene en los cortejos de Semana Santa un destacado protagonismo frente al mero papel secundario del que hasta entonces gozaba bajo la representación tradicional de Soledad, aquella iconografía que evocaba tiempos pasados.

La regeneración espiritual de la diócesis y la reforma de la religiosidad popular a través de lo sensible se consolida y materializa mediante la magia y la inventiva de Francisco Salzillo, que ofrece para la devoción de la nueva sociedad una imagen deslumbrante de la Virgen, palpable con los sentidos, en la que lo italiano se enfatiza con el vibrante rococó levantino, convirtiendo el símbolo en puro sentimiento vivido.

A través de la Dolorosa salzillesca se canaliza la auténtica dimensión de la sensibilidad religiosa del siglo XVIII. En el caso de la realizada para la cofradía murciana de Jesús, en su hechura se encarnan los valores preeminentes que los miembros de dicha institución intentaban imprimir a la misma y por ende a la procesión que organizaban y regían a través de la diferenciación de las formas bajo las que había de definirse.

Ese modelo creado por Salzillo en 1755 para la Cofradía de Jesús, cuyos patrones del vestuario fueron diseñados también por el escultor, apostaba por una recreación inusual hasta entonces y sumamente revolucionaria para su tiempo al optar por los tejidos característicos del Levante español, los espolines y las telas brocadas o brochadas en plata y oro, que se impusieron en los vestuarios aristocráticos de la sociedad española del siglo XVIII.

 

     
     
 

 

Es pues una renovación iconográfica y simbólica, pues como ha comentado Navarro Soriano, el mostrar una imagen vestida con ricos tejidos de sedas, oro y plata, supondría el verdadero emblema de aquel esplendor que la ciudad de Murcia vive en el momento en que se encarga la imagen. Para Salzillo, las telas pasan a ser un complemento de la imagen, asemejándose a una obra de talla completa una vez dispuestos correctamente sus ropajes. Salzillo concibió a su Dolorosa de Jesús como un todo, desde la propia imagen, los patrones de la túnica y el manto, y los cuatro fantásticos angelitos que figuran en sus andas durante la procesión, siendo pues uno de los más destacados ejemplos de esa "obra de arte total" tan buscada por los maestros del Barroco. Toda la puesta en escena ha sido perfectamente estudiada en esta obra, hasta la forma en que ha de ser vestida.

De ese modo, cuando Salzillo hace entrega a la Cofradía de Jesús de la imagen de la Virgen no solo lega a la cofradía una talla perfecta en intensidad dramática para la escenificación de la liturgia pasionaria del Viernes Santo en la mañana, sino que logra, a partir de la recreación plástica del lienzo de Pietro Paolo Naldini que preside la capilla servita de San Marcello al Corso de Roma y que había sido coronado triunfalmente en la basílica de San Pedro en 1695, sintetizar en la imagen, incorporando en la misma la fastuosidad y los progresos suntuarios que proclamaba la política de felicidad pública de la España de Fernando VI.

Así, los tejidos brocados, auténtica exaltación del color y la luminosidad tan gratos a la estética del rococó, adquieren una significación hasta entonces desconocida, introduciendo incluso con la precisa selección de los colores, rosa y azul, no sólo una elegante manifestación del gusto del momento, descaradamente decorativo, sino connotaciones emblemáticas y simbólicas, en lo que lo áulico y lo religioso se funden bajo unos signos de lectura inmediata, correspondencia legible entre una apariencia de majestad y un contenido piadoso.

La sensibilidad cromática que manifiesta la elección de esos coloristas matices, colores de gloria que refuerzan el carácter letífico de la imagen, introducen una novedosa lectura polisémica de la misma que viene a destacar, por encima de todo, el papel corredentor de la Virgen. El azul que desde la liturgia tardomedieval se había asociado al culto a María es también entendido como un código con el que se identifica la civilización occidental y las virtudes que encarna la realeza, derivación de la antigua púrpura, a la que se asocia la dinastía francesa, en cuya heráldica figurará como seña aristocrática y de grandeza. No en vano es el color al que se asoció la profundidad del misterio inmaculista, por lo que su elección para el manto de la dolorosa, en detrimento del negro, debe ser entendida como oportuna decisión del escultor para reforzar el mensaje teológico de una talla que había de convertirse en la otra gran enseña de los nuevos valores sensibles que escenificaba el cortejo procesional.

De ahí también la precisa  apuesta por el rosa de la túnica, símbolo del amor y la sabiduría divina, que se enriquece con la presencia de los brillos de la plata entretejida para obtener un prodigioso cuerpo de luz que resalta los efectos emocionales buscados. Y todo ello bajo una hechura ligera, plagada de referencias cortesanas, que el mismo Francisco Salzillo diseñaría a través de unos patrones innovadores para una imagen de estas características, en los que se impone lo flexible y lo sinuoso, evocando aquellos vestidos volantes, también conocidos como "vestidos Watteau", como muy bien demuestra la túnica original de la Dolorosa de Lorquí, cuyo coqueto corte ofrece un amplio vuelo acampanado y un ligerísimo plisado plano desde la espalda, a manera de pequeña cola, que los estrictos y recatados gustos del siglo XIX suprimirían en las túnicas sucesivas con las que se engalanó la imagen.

Debemos señalar que Salzillo no solo diseñó atuendos para sus dolorosas, sino también para sus imágenes de Cristo. De hecho, el Museo dedicado al escultor en Murcia expuso entre noviembre de 2019 y febrero de 2020 la espléndida túnica del Cristo del Prendimiento de la Hermandad del Carmen de Mula (Murcia). La presencia de esta obra en el Museo Salzillo obedeció a dos razones: José Sánchez Lozano (1904-1995) talló el actual paso muleño del Prendimiento en 1952 para reemplazar el creado por Salzillo en 1765, destruido en la Guerra Civil; la otra razón es que el Cristo de Sánchez Lozano porta la túnica original diseñada por Salzillo, la única obra del artista que se conserva ya en Mula y que sí sobrevivió a la destrucción. Se trata de una prenda muy bien conservada, de elegante estilo rococó, que fue confeccionada hace 250 años a partir de un tejido de espolín de seda de color carmesí. Fue el historiador del arte y especialista en artes suntuarias Santiago Espada Ruiz quien recientemente ha documentado dicha túnica dentro de la producción textil diseñada por Francisco Salzillo.

 

     
     
 

 

Conviene añadir que, a nivel escultórico, es sabido que Salzillo no creará ningún modelo en sus dolorosas, simplemente estas responderán a la evolución del modelo que hereda de su padre Nicolás. Ello lo podemos ver en la Virgen de los Dolores y Santos Pasos del templo murciano de San Miguel, atribuida con frecuencia a la gubia del escultor, aunque podría ser considerada, por su marcada frontalidad y fisonomía, obra conjunta de Nicolás y Francisco Salzillo, al igual que se viene atribuyendo a ambos el San José de dicho templo. No resultaría extraño que padre e hijo realizasen esta obra en colaboración, fechándose con anterioridad a 1727. Se da además la existencia de una Dolorosa en la pedanía murciana de La Raya atribuida a Nicolás Salzillo, por lo que aun sin quedar del todo esclarecido el tema de su autoría, la dolorosa de la parroquia de San Miguel constituye un temprano antecedente de la celebrada Dolorosa de Jesús, obra cumbre de toda la serie.

La imagen de Nuestra Señora de los Dolores, conservada en un altar de la iglesia murciana de San Lorenzo, es un ejemplo indudable del aprecio que por este tipo de imágenes se tenía en la época de su hechura. Obra de 1767, de buen modelado y emparentada con la Dolorosa de la iglesia murciana de San Pedro, labrada por Salzillo en 1756. La imagen del templo de San Lorenzo alcanzó gran devoción en la ciudad, siendo la titular de una extinguida corporación de penitencia que llegó a ser la más poderosa de cuantas dieron culto a tan señera advocación en la ciudad, como atestigua el encargo de una portentosa diadema al platero Beltrán de Resalto en 1786, expuesta junto a la imagen en la muestra "Salzillo, Testigo de un Siglo".

Precisamente, con motivo del nuevo impulso devocional que se le ha dado a la Virgen de los Dolores de San Lorenzo, que desembocó en la reciente fundación de su nueva cofradía, así como por el hecho de su primera salida procesional, se vio la necesidad de que dicha dolorosa fuera disponiendo de un ajuar también renovado, que, además, debía reunir las condiciones de calidad mínimas para ataviar a una imagen mariana de Salzillo.

En estos dos años se le han realizado a la Dolorosa de San Lorenzo dos ternos completos, en ambos casos con la estética tan murciana y levantina de los tejidos brocados, característica elegida por Salzillo cuando creó este tipo iconográfico mariano, tan difundido después y todavía vigente en la actualidad. La elección de los materiales y el diseño de las prendas han sido realizados por Alejandro Romero Cabrera, vestidor de la imagen, mientras que la impecable confección es obra de Antonio Guillén, especialista en este tipo de trabajos. La colocación de las prendas a la hora de vestir dicha imagen se realiza siempre con suma profesionalidad, cuidado y devoción, procurando mantener las mencionadas tradiciones estéticas de las dolorosas murcianas barrocas.  

El primer traje ha sido ofrenda de la Parroquia de San Lorenzo, y está compuesto por un cuerpo a modo de saya completa con mucho vuelo, confeccionado con un magnífico damasco de seda color rojo. Para el manto se escogió un tejido de rayón en color azul desvaído, con brocados de grandes ramos y guirnaldas en colores grises y marrones y detalles en hilo de oro. El lazo de la cintura, del mismo material que el manto, ha sido diseñado tomando como modelo la larga tradición murciana de grandes lazadas en las cinturas de las dolorosas, pero aportando novedad en ciertos detalles de colocación de pasamanerías y composición general.

El segundo terno es un regalo de una familia de la Cofradía de la Dolorosa. El vestido está confeccionado con un tejido de rayón granate brocado en lamé de plata con amplios dibujos barrocos y forrado con tisú de plata. El manto por su parte es una exquisita tela de rayón azul desvaído brocada con algodón de diversas tonalidades, creando un dibujo de inspiración rococó. Los tejidos, al igual que los del terno anterior, han sido adquiridos en la ciudad de Valencia, en firmas tan afamadas como "Dalila” y “Aguas de Marzo", así como las dos mantillas de media luna, de tul bordado a mano. Por su parte, las puntillas de bolillo proceden del establecimiento murciano "Martínez & Cervantes", en oro o en plata según el cromatismo de cada conjunto.

 


 

FUENTES

Con información de Alejandro Romero Cabrera

BELDA NAVARRO, Cristóbal y PÉREZ SÁNCHEZ, Manuel. El conjunto-vestuario de la Virgen de los Dolores de la Parroquia de Santiago de Lorquí (Murcia), https://www.lahornacina.com/articuloslorqui.htm

RODRÍGUEZ LÓPEZ, Santiago. Las dolorosas de Francisco Salzillo: evolución y triunfo de una iconografía, https://www.lahornacina.com/articulossalzillo2.htm

https://www.lahornacina.com/noticiassalzillo5.htm

 

     
     
 

 

Fotografías de Alejandro Romero Cabrera y Jorge Martínez Reyes

 

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