EL PATROCINIO DE MARÍA SANTÍSIMA, EN SU ADVOCACIÓN
DE LAS ANGUSTIAS, SOBRE GUADIX (GRANADA)

Manuel Salvador Sánchez Aparicio


 

“…Que corone tu frente sagrada,
¡Oh Madre angustiada!
La ofrenda feliz,
Que transido de ver tus dolores
y ardiendo en amores te ofrece Guadix…”

 

Cada segundo domingo de Noviembre, la ciudad de Guadix conmemora uno de sus días grandes celebrando la festividad del Patrocinio de María junto a su amantísima Madre, Nuestra Señora de las Angustias Coronada, Patrona de esta ciudad. Desconocida obra de Antonio Castillo Lastrucci, aglutina en torno a sí la devoción de ésta su ciudad, así como el fervor de todos los accitanos; por ello consideramos justo y necesario, sea publicado este artículo en torno a esta Imagen que tanto representa para el corazón de sus hijos de Guadix.

 

 

1.- El tema de la Virgen de la Piedad en las representaciones sacras a lo largo de la historia. Breve análisis.

El tema de Nuestra Señora de la piedad, tan arraigado en la devoción popular, se sostiene en la tradición, ya que el instante en que María recoge el cuerpo yacente de Cristo al pie de la cruz no aparece ni en los textos canónicos ni tampoco en los apócrifos, donde suele ser común que la Virgen aparezca asociada siempre íntimamente a la Pasión de su Hijo. La expansión del tema iconográfico se produce en un momento crucial, cuyas circunstancias históricas son indiscutiblemente las verdaderas responsables del cambio iconográfico que se produce, y aún más, es el momento en que el culto mariano experimenta un crecimiento sorprendente, hasta el punto de ser denominado siglo mariolátrico (1), nos referimos al siglo XIII: pestes, epidemias, hambrunas, etcétera, llevan a una sociedad cambiante a ampararse ahora en la imagen del Cristo humano que como ellos sufre; a ello hemos de añadir que la sociedad bajomedieval entendía que todos estos avatares eran un castigo divino, y que por tanto, el Juicio Final se acercaba, con lo cual había que recurrir al amparo y patrocinio de una protección especial que intercediese por el alma del fiel ante Cristo. María era, a ojos de los fieles, la apuesta más segura de amparo y patrocinio. El temor psicológico que va unido a esta situación histórica, repercutió directamente en la espiritualidad de los cristianos del momento (2): el Cristo en majestad románico, dio paso al Cristo doliente gótico, y, asociada a la Pasión, la Virgen Eleúsa o de ternura, Hodegetria y Theotokos, dio paso a la Virgen dolorosa y sufriente.

Al tormento de la muerte que acecha a todos los mortales, se une el pavor ante la imposibilidad de la salvación del alma tras el paso por este mundo (3); la aparición de órdenes mendicantes en esta época, en especial los franciscanos, serán las verdaderas responsables de la extensión del Cristo-humano salvador, redentor desde la cruz y por tanto intercesor ante Dios todopoderoso, sin embargo hay un puente intermedio entre los hombres y Cristo, los santos, y la espiritualidad medieval, haciéndose eco del papel protagonista de la Virgen ya en los primeros siglos del cristianismo (4), recuerda que es Ella la Santa de las Santas, y por tanto, la intercesión más eficaz y poderosa ante Jesucristo, su hijo carnal. ¿Por qué es María la figura esencial asociada a la Passio? Es el matiz corredentor de la asociación de la Virgen con la Pasión de su Hijo el que puede ciertamente responder este interrogante, puesto que si bien los santos aparecían en la espiritualidad de la Alta y Plena Edad Media como los verdaderos intercesores ante Dios, es la Virgen María, por su matiz corredentor la que destaca como la intercesión más poderosa y eficaz (Omnipotentia supplex). Esta piadosa devoción de la Compassio Mariae no es novedosa y pionera en el culto occidental del bajomedievo; al contrario, hunde sus raíces en los primeros años de la vida de Cristo recogiéndose tanto en las palabras de Simeón a la Virgen (Lc 2, 35) como en las de San Juan Evangelista (Jn 19, 25-27) cuyos textos son los verdaderos pilares de la devoción a María como madre asociada íntimamente a los dolores y sufrimientos de su Hijo; junto a la Pasión del Hijo aparece la Compasión de la Madre, Él recibe el martirio por sus sufrimientos físicos y Ella por sus sufrimientos espirituales.

La espiritualidad de Oriente, basándose en estos textos en que la Virgen se asocia a la Pasión de Jesucristo creó una literatura devocional que recogen a modo de testigo las palabras que la Virgen pudiera pronunciar ante el tormento de Cristo; de este sacro-teatro va a derivar el modelo de piedad que nos ocupa, que si bien se expande en el bajomedievo por Europa, tuvo su génesis en esta literatura devocional por Oriente en torno al siglo V-VI de nuestra era (5). En nuestro continente recibirá el adecuado y acertadísimo término de Pietas o Lamentación, significando también la compasión por el sufrimiento del otro. En el caso de María, al quedar sola con Cristo yacente en sus brazos, es Ella la que recoge, con la misma humildad que mostró en la Anunciación, la voluntad divina que la designa ahora como la que sostiene el peso simbólico de la Iglesia reflejado en el cuerpo escarnecido de su Hijo; muerto Cristo es María la nueva mediadora universal. El Planctus Mariae o Llanto mariano redactado por Ogiero de Locedio (s. XIII), es el verdadero germen de la visión de la Compasión de María en nuestra cultura occidental, si bien había sido atribuido a San Bernardo de forma errónea. Estas lecturas que meditaban sobre el llanto doloroso de María fueron reforzadas y recomendadas especialmente por el franciscanismo (siglo XIII), al que indiscutiblemente debemos la visión del Cristo más humano, cercano y sufriente.

El siglo XIII es, además, el momento en que surge la orden mendicante que se va a asociar más íntimamente con la devoción a María Dolorosa, la orden servita. Son siete santos fundadores, anteriormente comerciantes florentinos, los que se dedican por entero al servicio de María, denominándose en un primer momento “Hermanos siervos de María” (6); una aparición de la Virgen vistiendo manto de negro luto en recuerdo de sus dolores y sufrimientos durante la pasión de Cristo sería el motor del surgimiento de esta fraternidad que ahora venerará a María como Madre dolorosa. Toman la regla de San Agustín y deciden extender esta nueva devoción a la Compasión de María por todo el orbe cristiano. En el último tercio del siglo, y tras pasar algunas vicisitudes propias de la época, la orden mendicante conoció gran expansión por Europa, siendo el momento en que también llega a España (7).

Con este panorama histórico, se procedía a complementar la devoción cristífera del Santo Vía Crucis franciscano con la devoción a los dolores piadosos que la tradición atribuía a María Santísima a lo largo de su vida, que comenzaron siendo cinco, posteriormente ciento cincuenta y finalmente fijados en siete, al igual que las horas canónicas: maitines y Laudes el prendimiento, prima el proceso interrogatorio de Jesús, en tercia los azotes, en sexta el camino del calvario, en nona la crucifixión, en vísperas la Piedad y en completas el sepulcro (8). La devoción a María Dolorosa había sentado sus bases en el Occidente cristiano, acontecimiento que conocerá mayor difusión cuando, en el siglo XV, el papa Sixto IV componga una misa que va a tener como eje central la visión de María al pie de la Cruz como corredentora, la cual aparecerá en el misal romano como Conmemoración de Nuestra Señora de la Piedad (9), en realidad es la festividad de los Dolores de la Virgen, que aparece tras el concilio Provincial de Colonia del año 1423. Surgen también en esta época cofradías religiosas al amparo de la orden servita, que tendrán como objetivo fundamental el culto popular a María Dolorosa en todas sus variantes: Virgen de los Dolores, Virgen de la Soledad, Virgen del Traspaso, Virgen del Pasmo y por supuesto Piedad.

Como señalamos al inicio del estudio el tema iconográfico de la Piedad no tiene referencias ni en los Canónicos ni en los Apócrifos, con lo cual son la devoción popular y la tradición los pilares que sostienen la iconografía. Sin embargo, la Alta Edad Media recogerá en su literatura mística una descripción de la dramática escena, este es el caso de Santa Brígida en sus Revelaciones o de Santiago Della Vorágine en su Leyenda Dorada. Precisamente de la descripción que hace la santa narrando en primera persona cómo María recoge en su regazo el cuerpo de Jesús derivan estas representaciones plásticas: “…Le recibo sobre mi rodilla como un leproso, lívido y descompuesto: sus ojos muertos y llenos de sangre, su boca fría como la nieve, su barba dura como una cuerda…” (10).

Quisiera antes de comenzar el presente estudio, realizar un inciso que considero importante sobre el mismo; generalmente lleva a gran error considerar como tema de la Piedad el grupo que forman la Virgen junto a los Santos Varones, la Magdalena, San Juan y las Marías ante el cuerpo yacente de Cristo al pie de la cruz. Si bien es cierto que el protagonismo de la Virgen y de su Hijo destaca sobre el resto de los componentes del misterio sacro, hablamos de un tema iconográfico distinto que podemos considerar posterior al Desenclavamiento o Descendimiento, cuya mención correcta sería el de Lamentación sobre Cristo Muerto, misterio compositivo que cobra fuerza a partir del Concilio de Trento (1545-1563) ya que sí se acoge a la veracidad evangélica, y cabe destacarse que el Concilio apostó siempre por las representaciones plásticas que hunden sus raíces en los Evangelios en detrimento de la tradición. No obstante, las resoluciones y directrices del concilio se ajustaron especialmente en España a una tradición popular de gran peso que no podía ser erradicada totalmente de un pueblo analfabeto e inculto acostumbrado a representaciones que, si bien no eran recogidas en los textos canónicos, les infundían un espíritu de piedad y conversión que llevaban al fiel a verse reflejado en la propia imagen sacra.

Paradójicamente, para hablar del tema de Nuestra Señora de la Piedad nos vamos a trasladar a la infancia de Cristo, concretamente a los Presagios de la Pasión. Ya en la espiritualidad medieval se consideraba que Cristo estaba predestinado a sufrir, y que María era plenamente consciente del hecho (11), precisamente aquí se rescata esa visión de la Madre desairada, puesto que la escena que se recoge en el tema iconográfico de la Piedad pudiera ser el recuerdo que María hace de la Infancia de su Hijo teniéndole muerto entre sus brazos. Este hecho justificaría en gran medida la desproporción existente en las representaciones plásticas del tema en la Edad Media, donde contrasta un gran tamaño de la Virgen con respecto al Hijo que cobija en su regazo, es decir, que ahora la virgen recuerda teniéndole nuevamente las noches en que lo acunaba de infante en el seno materno (12).

Trens, al que sigo en este estudio, afirma que la Piedad es una creación del arte alemán entre los siglos XIII-XIV, que ya se menciona en el año 1298 siguiendo la mística dominica del alemán Enrique Susó, sin embargo, y como hemos indicado y Trens nos indica, hunden estos relatos altomedievos su esencia en los monólogos teatrales cantados en Oriente siglos antes (13), se recoge el llanto de María con un bello lirismo poético que culmina en una de las obras religiosas más conocidas, el Stabat Mater. El tema en Alemania, conocido como “Vesperbild” (14), puesto que se cree María recibió a Cristo en su regazo la tarde del Viernes Santo (15), se considera la génesis de esta iconografía plástica en el Occidente cristiano, sin embargo en España hay también ejemplos muy tempranos de esta iconografía que se remontan al siglo XIV e incluso antes. Cabe destacarse que en el caso español hay ejemplos concretos que, si bien derivan del tema, encierran un mensaje teológico relevantísimo que toma fuerza tras las directrices del tema: me refiero al modelo de Piedad de María, que no podemos confundir con el tema de Nuestra Señora de la Piedad. En el primer caso, María aparece de pie ante el cadáver de su Hijo que reposa sobre un catafalco, siendo Ella la especial intercesora, e incluso me atrevería a afirmar la “sacerdotisa”, que ofrece el cuerpo de su Hijo a Dios Padre. Se rescata así el valor de las mediaciones de la Virgen y los Santos que Lutero había condenado. Ejemplo plástico de este tipo iconográfico, quizá de los más conocidos, es la Patrona de la Ciudad de Granada, que en grandes ocasiones ha llevado a error a los estudiosos; muchos la han considerado Nuestra Señora de la Piedad, cuando en realidad hace referencia al tipo iconográfico de la Piedad de María, donde Ella sostiene el cuerpo de su Hijo a modo de intercesora y medianera en la tierra. Sin embargo, en la Piedad popular prevaleció el contacto entre madre e Hijo, igual que ocurrió con la evolución de las representaciones marianas a lo largo de la Historia, la Virgen mostrará, en sus distintas actitudes en este tipo de representaciones, todo un diálogo doloroso gesticular que la hará más humana y cercana con el objetivo de fomentar la compasión del fiel. En Granada concretamente, la Virgen de la Piedad recibe el título de Nuestra Señora de las Angustias, ya que así se llamó a la Patrona: Angustias y Transfixión de Nuestra Señora, advocación de la que nos ocuparemos más adelante. El crecimiento de su devoción en la capital va asociado a la que surgirá en Guadix, por ello considero necesario realizar un estudio paralelo entre la Patrona de Granada y la homónima de Guadix que nos ocupa.

Como ya hemos señalado, es el Sínodo de Colonia el acontecimiento más propicio para la devoción y expansión del tema de la Compassio Mariae, el sínodo centra su razón de ser en una respuesta a la herejía de los usitas, que destruían imágenes de la Virgen Dolorosa (16). Tras los duros ataques de Lutero hacia la mediación de la Virgen en la redención Universal surge en los fieles un nuevo impulso de la devoción mariana, nuevamente sin precedentes en la sociedad de finales del quinientos, que dará lugar, asociado evidentemente al Sacrosanto Concilio de Trento (1545-1563), a la mayor producción plástica de la figura de María en el arte sacro, pero esta vez en una virgen unida de forma intrínseca a los dolores y la pasión de su Hijo, con un nuevo mensaje teológico: María no sólo le acompaña, sino que participa de ellos; Cristo es el mediador ante el Padre y por tanto el redentor, María es la mediadora ante Cristo, y por tanto la corredentora.

El tema riquísimo de la Piedad que estamos estudiando, conoce en Granada una expansión sin precedentes, aunque adquiere, como hemos señalado, una advocación concreta, la Virgen de las Angustias, siendo la angustia, como bien se sabe, un estado psicológico de inquietud, de zozobra (17); este sentimiento en la Santísima Virgen indudablemente es destacado como indecoroso por los tratadistas del concilio, que condenaban incluso el hecho de que María hubiese sufrido desmayo al pie de la cruz (18), situación lógica de una Madre ante los tormentos del Hijo, pero que no caben en la mujer que es modelo para los fieles; sin embargo los tratadistas aceptaron la piedad popular que prefería los temas iconográficos más cercanos a la humanidad de Cristo frente a las imágenes de marcado discurso teológico, ya que, en estas imágenes pasionistas que mostraban los sentimientos más dramáticos y profundos era donde el pueblo se sentía más identificado.

En Guadix la devoción a la Patrona se origina paralelamente a la difusión del culto en la capital, ya que, como más adelante señalaremos, hay un primer intento de difusión del culto en torno al último tercio del siglo XVI, concretamente tenemos una noticia en torno al año 1558, donde se habla de la cofradía de las Angustias, Transfixión y Soledad de Nuestra Señora, advocación muy adecuada para este momento, y con la que el pueblo se sentirá muy identificado, ya que Guadix destaca sobremanera en esta época por la alta tasa de mortalidad por grandes epidemias (19), al igual que ocurre con la capital, en Guadix el pueblo se identifica en sus dolores con la figura de la Madre que sufre la desgracia de la pérdida de su Hijo amantísimo.

 

 

2.- La Génesis de la Devoción a la Virgen de las Angustias: La Ermita de San Sebastián de la Ciudad de Guadix y el Convento de San Diego de Alcalá.

La primera constancia documental de la devoción a la Patrona de Guadix se remonta al año 1558, cuando se quiere introducir la devoción por parte de unos frailes en la ermita de San Sebastián de la ciudad (20) -lugar que hoy es sede canónica de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Guadix-, sabemos incluso que hay pretensión de crear una hermandad, pero tristemente la propuesta no fue bien recibida en el ámbito eclesiástico de la ciudad, especialmente en la jurisdicción dominica, donde veían con desagrado la entrada de una nueva devoción en la ciudad (21). Por tanto, habrá que esperar casi un siglo para que la devoción a la Virgen con Cristo muerto en su regazo se introduzca en la ciudad hasta conocer un esplendor sin precedente.

El 10 de Junio del año 1648 los frailes franciscanos descalzos de la orden de San Pedro de Alcántara se asientan en la ciudad con la intencionalidad de evangelizar la zona famosa de las cuevas de la ciudad, el asentamiento de esta orden religiosa en la ciudad contó con el beneplácito del cabildo catedralicio de la ciudad (22) ya que la sede episcopal en aquel momento se encontraba vacía. Los frailes se instalan definitivamente en lo que hoy es templo de San Diego de Alcalá, donde desarrollan su actividad al amparo del Patriarca San José y de la Inmaculada Concepción, sus protectores; si bien la orden, desde que se instala en este templo conventual, se encarga de propagar la devoción a la Virgen de las Angustias, lo que queda recogido en una real cédula del monarca Felipe IV que impulsa esta devoción y que, además, establece su fiesta en el segundo domingo de Noviembre, fecha que salvo ocasiones puntuales ha permanecido hasta la actualidad.

 

 

3.- El Esplendor de la devoción a la Virgen de las Angustias en Guadix: La Imagen del escultor e imaginero Torcuato Ruiz del Peral, estudio iconográfico.

Es indiscutible que el culto paralelo con respecto a Granada hace que pensemos en que en un primer instante debamos hablar de un cuadro votivo de la sexta angustia como germen de la devoción a las Angustias en Guadix; sin embargo no existe documentación alguna al respecto, como tampoco la hay a la hora de especificar cual fue la imagen que recibió culto en San Diego antes de la llegada de la imagen que los estudiosos atribuyen a Torcuato Ruiz del Peral o su taller. Sabemos que el artista Ruiz del Peral hasta, aproximadamente, el año 1722 no marcha a Granada como aprendiz (23), con lo cual la realización de la Sagrada Imagen sería ya bien entrada la primera mitad del siglo XVIII. Sea como fuere, lo que si parece estar claro es que, en la segunda mitad del siglo XVII, la devoción a la Sagrada Imagen es ya un hecho constatable, como podemos imaginar al conceder el monarca Felipe IV la real cédula, aunque no parece estar tan claro, insisto, a qué simulacro, bien escultórico, bien pictórico, se le da culto hasta la realización de la Sagrada Imagen atribuida a Ruiz del Peral.

Por primera vez será el recordado D. Antonio Gallego y Burín el que atribuya a Ruiz del Peral la imagen primitiva de las Angustias de Guadix (24), y a él seguirán otros especialistas en la materia como la profesora Martínez Justicia (25) y el reciente estudio realizado sobre el artista por Ignacio Nicolás López Muñoz. Continuando en la línea iniciada por Gallego y Burín, y siguiendo a la profesora Martínez Justicia, comparto la opinión de que hay ciertas diferencias apreciables en la Sagrada Imagen entre la Dolorosa y el Cristo que porta en su regazo. Es indiscutible que apreciamos un rostro de gran belleza serena, que manifiesta una elegancia inusual, al tiempo que muestra una serena resignación, propia de las dolorosas de nuestra tierra, donde el dramatismo gótico no se conoció, apostando pues por la elegancia de las formas de Alonso Cano; sólo las lágrimas que recorren el rostro sereno de la dolorosa son el signo externo del drama y dolor que la virgen vive en la escena. En cuanto al Cristo, cabe destacarse una anatomía que pese a ser devotamente correcta (26) es de ejecución más torpe conforme a la Dolorosa (27) y los amplios plegados de los ropajes de gran acierto.

La lectura iconográfica del simulacro mariano es clara: tras el martirio María ha recogido en su regazo el cuerpo de Cristo yacente y llagado, aunque con cierta variante respecto a lo acostumbrado hasta el momento. Hasta ahora, en las representaciones de la Piedad, y precisamente por el enlace que se hace con el tema de la Madre desairada, Cristo reposaba completamente sobre las extremidades de la Virgen como si ésta le acunase en su regazo al igual que en la infancia; en el caso que nos ocupa de Guadix, Cristo reposa en el suelo, y la Virgen sentada recoge la cabeza de Cristo sobre su pecho mientras el torso descansa desde la axila en su rodilla izquierda, haciendo caer el cuerpo cadavérico en una línea serpenteante hacia el suelo, resolución más propia del arte italiano que español (28). Al mensaje iconográfico hay que añadir las gesticulaciones de la Madonna que entretejen un discurso iconológico de alta teología: La mirada se dirige hacia el busto del Cristo en profunda contemplación, recogiendo con la mano izquierda la cabeza hacia el pecho, en un gesto de adoración de las llagas de la corona de espinas, devoción extendida por el franciscanismo, y de hondo calado en la España barroca gracias a la extensa literatura mística del momento. Al movimiento de la mano izquierda recogida hacia el pecho, se deja abierta en actitud expresiva y de interrogante la mano diestra, en un gesto de abrir el seno materno para acoger al Hijo, en conexión a lo anteriormente descrito: María pretende ser de nuevo la cuna en la que Jesús descansaba en su infancia. A esto hay que añadir también la juventud de la Dolorosa aún en la edad madura de su Hijo, lo que podemos relacionar con lo recogido en Dante en su Divina Comedia: María es Hija de su propio Hijo. El último elemento que enmarca la escena y ratifica el emplazamiento del drama que la imagen representa es la cruz arbórea que, con sudario recogido que nos alude al desenclavamiento, aparece enmarcando en la parte trasera a la Madonna.

La talla recibe culto ininterrumpidamente en el convento de San Diego por parte de los Franciscanos descalzos de la orden de San Pedro de Alcántara, hasta la llegada de la invasión francesa, en que la imagen es escondida en el convento de monjas Clarisas de la ciudad con el fin de preservarla (29), allí permanecerá hasta el año 1814. Tras la marcha de los franceses convento e imagen siguen caminos opuestos (30), si bien el Sagrado Simulacro torna nuevamente al convento de franciscanos descalzos. Un acontecimiento decisivo llega en torno a 1815 donde aparece recogido que la Virgen va a recibir culto en su convento de San Diego por parte de la orden tercera de servitas (31), de ellos recibirá culto aún cuando los franciscanos descalzos abandonen la ciudad durante el trienio constitucional (1820-1823) (32). El culto de la orden tercera solicita en 1853 la creación de una Hermandad para la Santísima Virgen de las Angustias, petición que será autorizada por el obispo gaditano D. Juan José Arboli (33), encargado de redactar los estatutos. A partir de este momento, la devoción a la actual patrona accitana alcanza su momento culmen, ya que sabemos que la Sagrada Imagen será el amparo de la ciudad en las muchas calamidades históricas que se vivirán en Guadix en este momento: el cólera en 1855 o la gran sequía que azotó nuestra tierra en 1858. Quizá estos momentos difíciles en que se recurre a su patrocinio justifiquen un hecho importante en que la piedad popular se adelante al magisterio eclesial, y me explico: años antes de la llegada de la Bula Pontificia, que ratificaría a la Sagrada Imagen como Patrona, el Ayuntamiento, uniéndose al sentir popular, la proclama Patrona junto a San Torcuato en la sesión celebrada el 13 de Febrero de 1885 (34), comprometiéndose la corporación a asistir a todos los cultos que se celebran en torno al Patrocinio de María el segundo domingo de Noviembre. Como justificante de esta distinción, cabe el patrocinio de la Virgen ante las adversidades ya citadas, a la vez que una de las mayores alegrías que el pueblo recibió: el cautiverio de Napoleón, donde la Virgen se unió a la algarabía popular, procesionando desde San Diego de forma extraordinaria el 11 de febrero de 1809 y cito textualmente: “…con su ceñidor de generala y su bastón y espadín ceñidos…” (35). Sin embargo, como analizaremos en el siguiente punto, habrá que esperar a 1906 para la respuesta favorable de la Santa Sede, si bien sabemos que, desde que el Ayuntamiento así la proclamase, la propuesta contó con el beneplácito de todas las instituciones.

 

 

4.- El Patronazgo sobre la Ciudad de Guadix y la Coronación de 1923.

Desde que el ayuntamiento proclama a la Santísima Virgen como Patrona en 1885 hasta el año de la ratificación, transcurren once años en que la Sagrada Imagen es conocida como la “copatrona” junto a San Torcuato, aunque el clamor popular de todos los accitanos hacia la Sagrada Imagen crecía año tras año como se recoge en las crónicas.

1906 es año de esplendor económico para Guadix (36), pero también el año en que se impulsa con mayor fervor la declaración de la Santísima Virgen de las Angustias como Patrona de la Ciudad. La Hermandad Obrera de Nuestra Señora de las Angustias, cuyos estatutos aprueba el obispo Fernández del Rincón, solicita mediante carta, firmada por un gran número de accitanos, la proclamación de la Sagrada Imagen como Patrona de la Ciudad a Su Santidad Pío X. A esta ratificación el cabildo catedralicio se reúne el 16 de Mayo de dicho año junto al obispo diocesano, para saber el parecer del cabildo sobre la propuesta de patronazgo, para ello el prelado Maximiliano Fernández del Rincón presenta ante el ilustre cabildo cerca de 4.000 firmas del pueblo accitano para que la Virgen sea proclamada patrona de la ciudad junto a San Torcuato. La propuesta es apoyada también por el propio ayuntamiento, el cual el 26 de Mayo de 1906 se ratificaba en el deseo que hizo constar en 1885. La feliz resolución llega el 22 de Agosto del año citado, en la que se dicta se celebre dicha festividad el tercer domingo del mes de Septiembre, como así se va a realizar hasta 1909, en que se traslada nuevamente al Segundo Domingo de Noviembre, festividad que sigue inalterable hasta nuestros días.

En la historia contemporánea de nuestra querida patrona el año 1912 será también relevante para la Sagrada Imagen, pasando por mandato del prelado Hernández Mulas a ocupar el altar Mayor del templo de San Diego de Alcalá, ya que anteriormente ocupaba una nave lateral (37). De tamaña reforma se ocupan Juan Valero Buendía y José Valero Porcel, siendo maestro pintor Manuel Ramos Carrión, y carpinteros los hermanos Manuel y Eduardo Franco (38). La Patrona de Guadix se ubicaba en el emplazamiento que hoy, varias décadas después sigue ocupando, presidiendo el día a día no solo de su Templo, sino también de su ciudad.

La festividad en torno a la Patrona seguía revistiéndose de gran solemnidad a la vez que aumentaba considerablemente el fervor popular en torno a la Imagen y su festividad del Segundo de Noviembre. Ante tal circunstancia el prelado Timoteo Hernández Mulas, que anteriormente mandase la construcción de un camarín en el centro del retablo del presbiterio para el Sagrado Simulacro, anunció en la festividad de 1919 el deseo de coronar canónicamente a la Patrona, acontecimiento que se retrasó hasta 1923 por la muerte del prelado en 1921 (39). Preludio de lo que habría de acontecer en 1923 son la creación del semanario “Patria Chica”, donde se iba a recoger información detallada de tan magno acontecimiento, así como la suscripción popular llevada a cabo con el deseo de recoger fondos para sufragar los gastos de la coronación (40). Con todo, habían pasado desde el anuncio de la coronación por parte del prelado Hernández Mulas varios meses, y desde su muerte el proceso se había paralizado al quedar la diócesis vacante hasta 1922, en que ocupa la Sede episcopal el burgalés Ángel Marquina Corrales (41), que será conocido como “el obispo de la coronación”. Tras varios desacuerdos en la fecha, se traslada finalmente el acontecimiento al 21 de Septiembre de 1923. Un poco antes, en Agosto, se entrega en la Iglesia de la Patrona la corona de coronación, realizada por Félix Granda en Madrid, teniendo el elevado coste para la época de 75.000 pesetas (42), sufragadas en su totalidad por suscripción popular. El rescripto de la Santa Sede está fechado el 24 de febrero de 1923 bajo el pontificado de Pío XI (43). Al rito de la coronación preceden solemnes cultos religiosos, como el septenario doloroso del 13 al 19 del mes de Septiembre de aquel año. Posteriormente, el día 21 la Santísima Virgen fue trasladada solemnemente desde la Catedral hasta el paseo del salón -que hoy es parque municipal de Guadix-, allí se celebró la misa solemne de campaña en la que se leyó el rescripto pontificio y, posteriormente, se procedió a coronar canónicamente la Sagrada Imagen de la Patrona (44) de manos del Arzobispo de Granada, D. Vicente Casanova y Marzol, asistido por el “prelado de la coronación”, D. Ángel Marquina Corrales, Obispo de Guadix por aquel entonces, y D. Bernardo Martínez Noval, Obispo de Almería (45). Tras la ceremonia, la Virgen regresó a la catedral accitana, rodeada de una multitud que en mucho superaba la población del Guadix de los años 20, ya que asistieron a la explanada más de 30.000 fieles (46). Los actos concluyeron con un solemne pontifical el día 22 de septiembre en la catedral; en la tarde, el Simulacro coronado fue llevado en solemne procesión de alabanzas por las calles de la ciudad hasta su iglesia de San Diego, concluyendo al día siguiente con una Eucaristía solemne en su iglesia-sede donde se entonó el Te Deum en acción de gracias (47).

 

 

5.- La Guerra Civil y la destrucción de la talla.

Con la proclamación de la República las manifestaciones de culto externo fueron respetadas, sin embargo la incertidumbre llegó en los años 30. De hecho, sabemos que la Patrona no procesionó en 1932 (48); sin embargo, sí lo hizo en años posteriores, subrayando las crónicas que, pese al clima antirreligioso, la Santísima Virgen no sufrió ofensa alguna verbal o física ni en sus cultos ni en su salida procesional tradicional del segundo domingo de Noviembre, pese a que Guadix vive durante toda la contienda en zona republicana (49).

Por testimonios directos conocemos que el Convento de San Diego de Alcalá fue tomado por la columna de Maroto en el verano de 1936, ya que instalaron en Guadix su cuartel general y, por consiguiente, la Sagrada Imagen fue destruida, esparciéndose sus restos por la popular “plaza de la Virgen”, que alberga el templo-sede donde se venera. Los fragmentos, pocos en número, fueron recogidos por algunos de los vecinos; los mismos, curiosamente, no se utilizaron para reconstruir la imagen, sino que se aprovecharon para la realización de otra Dolorosa que procesiona actualmente en Semana Santa, siendo de las popularmente conocidas como “de vestir”, y advocada como Nuestra Señora de los Dolores. Al respecto, no voy a pronunciarme puesto que entraría en la crítica operativa manifestarme, pero, si bien es cierto que al menos puede consolarnos el hecho de que del todo no se perdió la antigua imagen de la patrona, no es menos cierto también que se ha conseguido una reconstrucción con poco acierto, aunque afortunadamente conserve la fisonomía de la primitiva Virgen de las Angustias.

En 1939, terminada la contienda, Guadix recupera su actividad política y religiosa. Junto a la normalidad que llega a la ciudad, sigue vivo el deseo de que la Virgen de las Angustias sea el amparo de la misma, por lo que en Septiembre de ese año se crea una junta “pro-restauración” de los Santos Patronos de la ciudad (50). Comienza, a partir de aquí, la historia más reciente de la devoción del Guadix del siglo XX a la Patrona.

 

 

6.- La Recuperación de la Devoción: La nueva Imagen de Antonio Castillo Lastrucci y la devoción actual a la Patrona de Guadix.

Justo un año después del final de la contienda Guadix tiene a su Patrona nuevamente. El presidente de honor de la citada junta, D. Francisco Rincón Ortiz, se encarga de realizar las gestiones oportunas con el escultor e imaginero sevillano Antonio Castillo Lastrucci para la realización de los Patronos de la ciudad; para el caso de la Virgen se pide al imaginero que reproduzca lo más fielmente posible el rostro y resolución de la antigua. Sabemos que Castillo realiza un boceto previo en barro y que posteriormente procede a realizar la nueva imagen en madera de caoba procedente de Guinea (51). Resulta curioso como Castillo queda impresionado ante la gran afluencia de accitanos que se trasladan a su taller para contemplar el proceso de realización de la imagen. Concluida la talla de la misma, fue policromada y se empleó estofa de oro y plata para enriquecer su manto y túnica.

Al mismo tiempo, en Guadix se solicita la recuperación de la Hermandad de la Virgen de las Angustias, la cual se encargará de un amplio programa de actos con motivo de la llegada de la Sagrada Imagen a Guadix desde Sevilla. Antes de partir a la ciudad, el Sagrado Simulacro fue expuesto en un comercio de la capital hispalense (52). La hechura costó en la época 14.000 pesetas. El 1 de Noviembre de 1940 sale de Sevilla, llegando el día 2 al barrio de la Estación, en cuya Iglesia fue velada esa misma noche (53). Al día siguiente, parte en procesión al centro de la ciudad portada a hombros por “excautivos”, llegando hasta el parque, lugar donde fue coronada canónicamente la anterior imagen en 1923; allí fue entregada al Ayuntamiento de la ciudad y a la Junta reorganizadora, celebrándose una Solemne Eucaristía en la que el arzobispo de Granada, D. Agustín Parrado, la bendice. Del parque la imagen parte hasta la Catedral, subiendo al domingo siguiente -segundo domingo de Noviembre- hasta su sede, San Diego de Alcalá, acompañada de una multitud sorprendente (54).

A partir de aquí, la historia de la devoción de Guadix a su patrona retoma su andadura, esta vez con una nueva imagen, pero conservando los valores espirituales intactos. La Archicofradía, felizmente recuperada en el año 40, será la encargada de distinguir a la Santísima Virgen con el rango de Coronación Canónica, hecho que no fue sino una ratificación de lo que el pueblo sentía ya antes de la llegada de la nueva Imagen. Con asistencia multitudinaria el 6 de Septiembre de 1964, el veneradísimo Simulacro fue coronado esta vez en la Plaza Mayor de la Ciudad, de manos de D. Rafael Álvarez Lara, quien colocó en la venerable testa de la Sagrada Imagen la espléndida corona imperial de oro y piedras preciosas que la Virgen luce en su pontifical del Segundo Domingo de Noviembre y posterior procesión, así como en la festividad Litúrgica del 15 de Septiembre.

Guadix y la Virgen de las Angustias, dos realidades, un solo amor. La continuidad del culto a partir de 1940 no fue sino un aliciente que significó la continuidad histórica de la devoción que ya desde el XVIII creció notablemente en la fe del pueblo. El mejor testimonio histórico de fe y devoción es indiscutiblemente su multitudinaria y pintoresca procesión en el atardecer del segundo domingo de Noviembre y el mejor testimonio artístico se resume en la Señora, bella y desconocida obra de Castillo que rememora al grande del setecientos, Ruiz del Peral. Guadix y, en definitiva, la que para todos es nuestra Madre, María de las Angustias, una simbiosis inseparable, asociada durante siglos, aclamada en la actualidad, curiosa manifestación socio-religiosa que, sólo con la historia y el arte como aliados, podemos entender, comprender y analizar.


BIBLIOGRAFÍA

(1) HALL, James. Diccionario de Temas y Símbolos Artísticos. Madrid: Alianza, 1987, p. 316.

(2) GABARDÓN DE LA BANDA, José Fernando. El tema de la Piedad en las Artes Plásticas del Territorio Diocesano Hispalense. Madrid: Fundación Universitaria española, 2005, p. 23.

(3) Ibid.; p. 28.

(4) Concilio de Éfeso (431 d. C.) en que María es proclamada Theotokos, es decir no solo madre del Cristo-Hombre, sino Madre del Cristo-Dios. Para ampliar sobre el tema véase el primer capítulo del artículo “María del Refugio” realizado por el que suscribe también en esta página web: http://www.lahornacina.com/articulosrefugio.htm

(5) GABARDÓN DE LA BANDA, José Fernando. Op. Cit.; p. 44.

(6) Ibid.; p. 62.

(7) Ibid.; p. 64.

(8) Ibid.; p. 65.

(9) Ibid.; p. 66.

(10) Ibid.; pp. 68-69.

(11) Caben destacarse las representaciones plásticas de la Madre desairada que observa entristecida como su Hijo juega con una cruz, se pincha con los clavos del taller de José o el Divino Infante rechaza la lactancia materna. Sería interesante realizar un estudio al respecto, pero ello nos desviaría del tema que nos ocupa.

(12) TRENS, Manuel. María. Iconografía de la Virgen en el arte español. Madrid: Plus Ultra, 1946, p. 205.

(13) Ibid.; p. 208.

(14) GABARDÓN DE LA BANDA, José Fernando. Op. Cit.; p. 70.

(15) Curiosamente coincide con Vísperas, la hora canónica en que se venera el momento en que Cristo es depositado en el regazo de María tras ser desenclavado de la Cruz.

(16) LANZAFAME, Giovanni. La Mater Dolorosa en la Semana Santa de Sicilia, Andalucía, Malta e Hispanoamérica. Córdoba. Almuzara, 2005, p. 284.

(17) ROLDÁN CALVO, Octavio. El culto popular mariano en su relación con el hombre. P. I. Madrid, 2005, p. 63.

(18) CAÑEDO ARGÜELLES, Cristina. Arte y Teoría: La Contrarreforma en España. Oviedo, 1982, pp. 43-44.

(19) PÉREZ LÓPEZ, Santiago. "Algunas notas sobre las primeras cofradías accitanas". En: Boletín Obediencia (Guadix), 1990, p. 21.

(20) PÉREZ LÓPEZ, Santiago. "Guadix y la Virgen de las Angustias". En: Nuestra Señora de las Angustias (Guadix), I (Noviembre de 2007), p. 11.

(21) Íd.

(22) FERNÁNDEZ SEGURA, Francisco José. La Virgen de las Angustias, Patrona de Guadix (1906-1964). Datos para un estudio socio-religioso. Guadix, 1984, p. 13.

(23) LÓPEZ-MUÑOZ MARTÍNEZ, Ignacio Nicolás. Torcuato Ruiz del Peral, escultor imaginero de Exfiliana. III Centenario de su Nacimiento. Guadix, 2008, p. 20.

(24) Véase el estudio correspondiente: GALLEGO Y BURÍN, Antonio. "Un escultor del siglo XVIII. Torcuato Ruiz del Peral". En: Cuadernos de Arte de la Universidad (Granada), nº I, fasc. I (1936), pp. 187-297.

(25) MARTÍNEZ JUSTICIA, María José. La Vida de la Virgen en la escultura granadina. Madrid: Fundación Universitaria Española, 1996, pp. 243-244.

(26) Íd.

(27) LÓPEZ-MUÑOZ MARTÍNEZ, Ignacio Nicolás. Op. Cit.; p. 150.

(28) MARTÍNEZ JUSTICIA, María José. Op. Cit.; p. 244.

(29) PÉREZ LÓPEZ, Santiago. Art. Cit.; p. 11.

(30) Íd.

(31) FERNÁNDEZ SEGURA, Francisco José. Op. Cit.; p. 14.

(32) Ibíd.; p. 17.

(33) Íd.

(34) Ibíd.; p. 22.

(35) PÉREZ LÓPEZ, Santiago. Art. Cit.

(36) FERNÁNDEZ SEGURA….; p. 25.

(37) Posiblemente, la Sagrada Imagen ocupaba la Capilla en la que hoy se da culto al Santo Entierro de Cristo, Titular de la Hermandad Sacramental homónima que desfila en la ciudad el Viernes Santo.

(38) FERNÁNDEZ SEGURA, Francisco José. Op. Cit.; p. 38.

(39) Ibíd.; p. 45.

(40) Ibíd.; p.51.

(41) Ibíd.; p.57.

(42) Ibíd.; p. 62.

(43) Ibíd.; p. 69.

(44) Íd.

(45) PÉREZ LÓPEZ, Santiago. Art. Cit.; P. 11.

(46) Íd.

(47) FERNÁNDEZ SEGURA, Francisco José. Op. Cit.; p. 70.

(48) PÉREZ LÓPEZ, Santiago. Art. Cit.; p. 11.

(49) FERNÁNDEZ SEGURA, Francisco José. Op. Cit.; p. 75.

(50) Ibíd.; p. 79.

(51) PÉREZ LÓPEZ, Santiago. Art. Cit.; P. 12.

(52) Íd.

(53) FERNÁNDEZ SEGURA, Francisco José. Op. Cit.; p. 83.

(54) Ibíd.; p. 84.

 

 

Nota de La Hornacina: Manuel Salvador Sánchez Aparicio es
Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Granada.

 

Escrito Relacionado en este

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com