HENRI ROUSSEAU
El francés Henri Rousseau (Laval, 1844 - París, 1910) es uno de los principales precursores del arte moderno. Su trayectoria refleja una gran diversidad temática: desde sus conocidas "pinturas de selva", características de su última etapa, hasta las vistas de París y sus alrededores, figuras, retratos, alegorías y escenas costumbristas. Oficial de aduanas de profesión, Rousseau no recibió formación académica artística y comenzó pintando por afición en sus ratos libres. Pasaron muchos años hasta que su pintura -no academicista y considerada por los críticos durante mucho tiempo como naif- fuera reconocida en los salones parisinos del arte. Su importancia en la historia del arte reside en sus novedosas técnicas compositivas y en su minuciosa forma de trabajar, que tuvieron una gran influencia en los jóvenes artistas de su tiempo, así como en posteriores generaciones. Junto a Claude Monet, Paul Cézanne, Vincent van Gogh y Paul Gauguin, las creaciones visuales de Rousseau abrieron el camino hacia el incipiente movimiento moderno del siglo XX. La inspiración para crear sus obras en las que combinaba aspectos de la civilización y de la naturaleza, adaptándolos a su particular concepción visual, la tomaba de recursos no empleados en la tradición académica, como postales, fotografías y revistas populares. Sus paisajes de jungla imaginarios y de ensueño surgen directamente de los libros de botánica de la época y de sus visitas a jardines, bosques y parques zoológicos. El original y único sistema de trabajo de Rousseau consistía en transferir de un cuadro a otro motivos individuales, como hojas, árboles, figuras e incluso elementos de la composición al completo y combinarlos creando composiciones pictóricas nuevas, con una técnica minuciosa y naturalmente refinada. Rousseau redefinió el espacio pictórico ordenando sus elementos desde el fondo hacia el primer plano, un método que adoptarían posteriormente los cubistas. Esta estructura pictórica acumulativa, en forma de collage pintado, anticipó la autonomía del plano pictórico tan característica del arte moderno. Jóvenes artistas como Picasso y Léger, los cuales admiraban y coleccionaban su trabajo, fueron cautivados por su técnica. |
Al comienzo de su carrera la mayoría de pinturas de Rousseau eran pequeñas. Representaban los suburbios de ciudades francesas así como el entorno rural cercano. En los pequeños paisajes franceses lo salvaje se muestra en forma de densos bosques en el fondo de las pinturas que el artista separa en su mundo visual a través de una cerca o tras el muro de una fortificación, como en el caso de la pintura Casa en las afueras de París (1905). Gradualmente, se alejó de esa civilización, organizada de manera racional, para aproximarse a una representación salvaje y desorganizada de la naturaleza. Esa travesía de lo perfectamente ordenado y familiar a lo desconocido y ajeno definiría su obra posterior, como puede apreciarse en la obra Paisaje (1905-1910). En sus célebres "pinturas de selva" logró por fin dejar atrás la esfera de lo familiar y entrar en el imaginario mundo de lo salvaje. Utilizando ahora formatos mayores, logró conferir a esos bosques imaginados, que nunca llegó a visitar, una realidad visual convincente. Especial es la monumental El león hambriento se abalanza sobre el antílope (1895-1905), la primera obra que expuso en el Salon d'Automne de París (1905). En marzo de 1906, el marchante de arte y coleccionista Ambroise Vollard, adquirió esta sensacional pintura que exhibe el talento de Rousseau para crear un nuevo mundo imaginario compuesto por diferentes figuras situadas en un escenario a modo de decorado, siendo así su primera obra en entrar a formar parte del mercado del arte. Así mismo, hay que tener en cuenta el gran interés de Rousseau por la fotografía como fuente para realizar sus obras. Está demostrado que algunas de ellas, como El carro del tío Junier (1908), están basadas directamente en este medio. En el proceso de transferir lo fotografiado al lienzo creó un mundo totalmente nuevo, ya que ordenó los elementos por capas intentando copiar lo que le mostraba su cámara imaginaria. A pesar de depender completamente del realismo fotográfico, guardaba siempre una distancia entre lo representado y el mundo real, que se percibe especialmente en La Boda (1904-1905), pintura de gran formato donde la distorsión de la escala y las proporciones respecto al original son evidentes. De hecho, la simultaneidad en sus cuadros de los protagonistas y sus sueños, su planicidad y ausencia de perspectiva, y su peculiar manera de iluminar el plano pictórico con soles brillantes y figuras que no dan sombra, confieren a sus obras una cualidad surrealista. Después de que los impresionistas y sus herederos crearan una nueva manera de mirar el mundo visible, Rousseau introdujo en sus pinturas un nuevo enfoque de la visión imaginativa. Su percepción de la realidad se basaba principalmente en la observación, imitación y transformación de lo visible. De esa manera enseñó a los artistas modernos cómo se puede construir lo desconocido mediante retazos de lo conocido. Henri Rousseau estableció así una lógica o unos mecanismos de composición nuevos que influyeron profundamente en posteriores generaciones de artistas, más notablemente en los surrealistas Ernst y Magritte. |
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