El siglo XIX español está marcado por ser, en el ámbito artístico, un siglo ecléctico, en el que se dan cita desde neoclásicos, románticos, impresionistas, hasta continuadores de la estética barroca. La obra de Antonio Riudavets Lledó (Mahón, hacia 1813-1814 - San Juan de Alicante, 1897), insigne artista que, aunque nacido en la capital de Menorca, desarrolló la mayor parte de su obra en la provincia de Alicante, podemos analizarla dentro del contexto del neoclasicismo imperante en la época, junto a la continuación de elementos salzillescos propios de la centuria anterior que dejaron una gran huella en los escultores levantinos del siglo XIX.

Analizar la obra de Antonio Riudavets es tratar la producción artística de uno de los principales artífices del apogeo de la Semana Santa en la provincia de Alicante. Riudavets fue el principal imaginero del Levante español durante el siglo XIX, así como uno de los protagonistas de que la Semana Santa tomara cuerpo en localidades alicantinas como Crevillent, Elche, Alicante, Novelda, etcétera.

Descendiente de una familia de artistas dedicados a la pintura y a la escultura, Riudavets tuvo una formación clasicista y académica. Aunque se dedicó a diversas facetas artísticas, destacó como pintor, decorador, fotógrafo, restaurador; pero donde realmente dejó su huella fue en la imaginería religiosa.

Como pintor Riudavets destacó en la faceta de retratista, pintando cuadros de gran formato, destacando por ejemplo el Retrato al Gobernador Civil de Alicante D. Trino González de Quijano (1854, Colección Diputación Provincial de Alicante); el Retrato de Mariano e Lacy y el Retrato de Domingo Grifoll (1861), ambos en el Ayuntamiento de Orihuela), o el Retrato de D. Clemente de la Llave (1831), realizado sobre marfil y que se encuentra en el MUBAG de Alicante. Dentro de su actividad pictórica también realiza la decoración del Teatro Principal de Alicante y la del Teatro de Alcoy, así como del antiguo Teatro de Orihuela.

Como escultor, trabaja casi exclusivamente la temática religiosa, procesional y no procesional. Su obra es el resultado de un cruce de influencias y estilos. Sin lugar a duda, la influencia de Francisco Salzillo en la escultura levantina procesional del siglo XIX fue casi dominante en su trayectoria, no solo por la repercusión del gran maestro murciano sino también porque era lo demandado en la época.

A pesar de la influencia de la imaginería barroca, Riudavets no profundiza en los aspectos dramáticos pasionales y solo en alguna rara excepción, como en el grupo escultórico del Santísimo Cristo de la Caída de Crevillent, podemos observar el predominio del dramatismo en la imagen de Jesús, ya que la mayor parte de su producción destaca por el tratamiento de una belleza idealizada y conceptos naturalistas.

Entre las obras realizadas para Crevillent destacamos las realizadas para la Semana Santa, donde talló diferentes imágenes y grupos escultóricos: Ecce Homo (1866, desaparecido durante la Guerra Civil), Beso de Judas o Prendimiento (1868), Negación de San Pedro (1868), Flagelación (1869), Oración en el Huerto (1871), Lavatorio (1874), Santísimo Cristo de la Caída (1884), La Verónica (segunda mitad del siglo XIX), Santa María Magdalena (segunda mitad del siglo XIX), San Juan de la Palma (1871) y San Pascual (1882).

Para la ciudad de Alicante llevó a cabo la antigua Santa Cena (1851), la Sentencia de Cristo (desaparecido en la Guerra Civil) y San Rafael Arcángel (1851, Concatedral de San Nicolás). Para la Semana Santa alicantina, habría que reseñar la historia de la Cofradía de la Santa Cena; ya que, atribuido históricamente el desaparecido misterio como obra de Salzillo, unas recientes investigaciones del historiador alicantino Joaquín Sáez Vidal han dado a conocer que el grupo fue tallado por Antonio Riudavets.

Para Orihuela (Alicante) Antonio Riudavets realizó el Descendimiento (1872, reforma del antiguo grupo del Descendimiento, destruido en la Guerra Civil) y las Andas de la Virgen de Monserrate.

Para la Semana Santa de Elche (Alicante) Riudavets llevó a cabo La Oración en el Huerto (1854-1858, destruido en la Guerra Civil), Ecce Homo (el Cristo era de Nicolas de Bussy (1859), el Pilatos y el Guardia Romano eran de Antonio Riudavets, todas ellas fueron destruidas en la Guerra Civil), Flagelación (el Cristo era anónimo, los sayones de Riudavets, todo destruido en la Guerra Civil) y el Santo Sepulcro (tanto la imagen y la urna fueron destruidas también en los disturbios de la Guerra Civil).

Por último, para la Semana Santa de la localidad alicantina de Novelda realizó la imagen de la Virgen de la Soledad (1860) y el grupo de los Azotes (destruido en la Guerra Civil).