GUILLERMO PÉREZ VILLALTA


 

 
 
Isla Flotante con Ornamentación y Castillo (2008)

 

El gaditano Guillermo Pérez Villalta (Tarifa, 1948) se ha consagrado como uno de los pintores más representativos de la posmodernidad en España y también uno de los que más difiere de la corriente mayoritaria actual. En definitiva, una de las figuras más versátiles y prolíficas del panorama artístico nacional.

Integrante de la Nueva Figuración, movimiento artístico de los años 70 del siglo XX, junto con otros pintores como Luis Gordillo, Chema Cobo, Carlos Alcolea, Carlos Franco, Rafael Pérez Mínguez, etcétera. Y de la movida madrileña. A lo largo de los 70 y de los 80 se empapó de la influencia manierista y barroca, pero tras un decisivo viaje a Italia, en los 90 se decantó por un sobrio clasicismo. Solo en sus trabajos más recientes vuelven a hacerse presente ecos surrealizantes, rococós y modernistas, a través del arabesco y la curva.

Pérez Villalta ha alcanzado gran fama como pintor, pero a lo largo de su trayectoria se ha dedicado también al cultivo de otras disciplinas, como la arquitectura, el dibujo, la escultura, el diseño de muebles, de escenografías, cerámicas, textiles, obra gráfica, libros... Transitando con fluidez entre el pasado y el presente -la presencia de la iconografía cristiana es una constante en su producción-, domina los recursos que el arte contemporáneo le ofrece. Reivindica el arte por el arte, como belleza y motivo de su placer.

El dibujo ha sido su modo de reflexionar, pensar y elaborar las obras: "la inmediatez entre pensamiento y realidad hace, para mí, incuestionable el dibujo, como también lo es la pintura", ha dicho. Temas recurrentes en su trayectoria son asuntos bíblicos y evangélicos, luchas y batallas, el patriarcado o el mito del artista.

 

 
     
     
Equinoccio de Otoño (2008)
 
Neptuno y Anfitrite (2008)

 

Sus inquietudes artísticas son tan amplias que transitan entre la historia del arte (desde los maestros antiguos a Giorgio de Chirico, Marcel Duchamp o Salvador Dalí), la música, la cultura mediterránea, la arquitectura, el cine e, incluso, el universo mágico de Walt Disney. Pérez Villalta compone obras ricas en pensamientos e ideas y rodea sus obras de un aura de simbolismo y espiritualidad que convierte la contemplación de las mismas en un ejercicio trascendente en el que podemos descubrir variadas alegorías.

El interés en la figura humana preside gran parte de las obras de Pérez Villalta. Una de las características es la eliminación de la figura humana representada de un modo tradicional. La investigación le ha llevado a sorprendentes hallazgos, como el de aplicar a la figura estructuras geométricas. Otra manera de tratar la figura ha sido su reducción geométrica, casi a signo, convirtiéndola en el elemento esencial de la estructura proporcional de la obra, como podemos observar en su creación La Lucha (2008).

El análisis de las formas humanas en el siglo XX, desde el cubismo, los surrealistas, Henry Moore, Barbara Hepworth, Giacometti, junto con las complejas figuras del Manierismo, Arcimboldo, los grutescos y todo ello unido a las más altas dosis de imaginación y fantasía, le ha proporcionado una gran libertad creativa.

Junto a los ciclos de la naturaleza y sus investigaciones sobre la figura humana, el paisaje ha marcado la producción artística de su última época (La Venganza de Latona, 2008; Ninfa y Sátiro, 2008; Paisaje Imaginario con Ruggero liberando a Angelica, 2004). Como él mismo ha reconocido, "el paisaje es uno de los géneros más gozosos para la invención pictórica", ya que le permite trasladarse a lugares remotos. Watteau, los paisajes de invención de Canaletto o Guardi han marcado las obras de los últimos años de Pérez Villalta.

 

 
 
Artista Viendo un Libro de Arte (2008)

 

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