Francisco de Holanda nació en Lisboa en una fecha que oscila, según los estudios, entre 1517 y 1518. A pesar de estar prácticamente olvidado por el gran público, fue un autor fundamental y una figura poliédrica, gran creador del Renacimiento y uno de los más insignes interlocutores de Miguel Ángel Buonarroti.

Holanda es una figura singular, diríamos única en su época, innovadora y vanguardista. Su producción artística y literaria, especialmente su obra maestra De aetatibus mundi imagines (1545), es precursora de soluciones que veremos siglos después en artistas como Francisco de Goya o William Blake.

Receptáculo de influencias muy variadas, Francisco de Holanda se inscribe por derecho propio en el discurso humanístico y de espiritualidad que atraviesa, como un relato del pensamiento, toda la historia del mundo occidental. Se convierte así en un referente de conocimiento erudito, un nodo en la revolución hispánica del Renacimiento, un intelectual y un creador al servicio de la corte portuguesa y del monarca Felipe II tras la integración de Portugal en la Monarquía Hispánica en 1580.

Además de su labor teórica sobre la cosmovisión cristiana, Holanda es una de las figuras más destacadas y de proyección internacional de los estudios anticuarios del siglo XVI, así como de la naciente crítica de arte. Fue un autor de gran fortuna historiográfica, problemática teórica, pasión anticuaria y ambición mística.

Francisco de Holanda se formó con su padre, Antonio de Holanda, célebre cartógrafo y miniaturista. Nuestro artista acabó convirtiéndose en un personaje polifacético que llegó a ser, además de cartógrafo y miniaturista como su padre, arquitecto, dibujante, humanista, iluminador, pintor y tratadista de arte.

Francisco refleja su pensamiento en sus escritos, como Da Pintura Antiga (1548), origen del mito historiográfico sobre lo que llamó "las águilas del Renacimiento español". A Francisco debemos también uno de los álbumes de dibujos más completos sobre la Roma antigua, Os desenhos das antigualhas (1540), resultado de su estancia en Italia y en el que por primera vez se identifica la Domus Aurea de Nerón.

Una de las grandes joyas que se guardan dentro de las paredes de la Biblioteca Nacional de España (BNE) es la mencionada De Aetatibus Mundi Imagines, una crónica del mundo en imágenes realizada por Francisco de Holanda. En esta obra podemos admirar imágenes sorprendentes, especialmente el "Primer día", carente de figuras, hecho insólito en la iconografía cristiana. Junto a ello, cabe destacar su pensamiento manierista del arte, en especial la primacía otorgada al concepto o idea mental  

Las pinturas y palabras de Francisco de Holanda, en las que hace un magno relato de la historia del ser humano, invitan a un recorrido iniciático -de raíz medieval y ensoñación manierista- por su propuesta artística e intelectual, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, hacia el fin último de la humanidad.