MAURITS CORNELIS ESCHER


 

 

Escher, artista sui géneris que tenía como uno de sus lemas "el asombro es la sal de la tierra", posee el mérito de haber ensanchado las posibilidades imaginativas de quienes contemplaron y siguen contemplando su obra, en la que todo está relacionado: ciencia, naturaleza, rigor analítico y capacidad contemplativa.

Inspirado e influido por el arte de su época y el del pasado, Escher da un cariz visionario a la investigación geométrica y el rigor. El mundo de los números, la matemática y la geometría es una de las claves de lectura, pero no la única, para entender el universo creativo de este artista poliédrico y contemporáneo "avant la lettre", figura tan genial como compleja que no dudó en recurrir a los más diversos lenguajes para fundirlos en una trayectoria novedosa e intrigante, que por su originalidad constituye algo único en el panorama de la historia del arte de todos los tiempos, y emociona al gran público.

El arte de Escher, retomado, diríase, por las nuevas tecnologías, que han hecho suyos sus frutos, no acusa el paso del tiempo, aunque hayan transcurrido nada menos que 48 años desde que murió su creador.

 

 

Genio del surrealismo neerlandés, Maurits Cornelis Escher (Leeuwarden, 1898 - Hilversum, 1972) se formó en la Escuela de Arquitectura y Artes Decorativas de Haarlem, donde aprendió los rudimentos de la escultura. De esta época es fundamental el encuentro en 1919 con el profesor de artes gráficas Samuel Jessurun de Mesquita. Escher se inició en el Art Nouveau. El eslabón entre el futuro grabador, todavía estudiante, y esta importante corriente internacional fue su maestro Mesquita. El estilo inicial de Escher se distingue, entre otras cosas, por este componente modernista, que despertó su marcado interés por la teselación o división regular del plano.

Fue muy estrecha la relación de Escher con Italia, donde pasó varios temporadas entre 1921 y 1935. Hay que dedicar especial atención a Giuseppe Haas Triverio (1889-1963), el grabador suizo -atraído por los monumentos de Italia, y también por la naturaleza del país transalpino- que acompañó a Escher en muchos viajes por la península italiana, traducidos en un número considerable de obras.

En 1922 Escher visitó Italia y España, conociendo las ciudades de Madrid, Toledo y Granada. El campo italiano y el palacio de la Alhambra en Granada del siglo XIV impresionaron profundamente al joven artista: lo que aprendió allí tendría fuertes influencias en muchos de sus trabajos, especialmente en los relacionados con la partición regular del plano y el uso de patrones que rellenan el espacio sin dejar ningún hueco. Uno de los momentos más determinantes en la evolución de la creatividad artística de Escher fue su segunda visita a la Alhambra y a Córdoba, en 1936, viaje que, después del interés que tanto había manifestado ya a través de su formación en el Art Nouveau, lo indujo a estudiar meticulosamente las soluciones decorativas que caracterizan este excepcional conjunto de la arquitectura islámica. Con la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, el artista se establece en Baarn, localidad de los Países Bajos, donde el artista vivió hasta 1970.

 

 

Se remonta al año 1921 el primer autorretrato en espejos curvos de Escher, fascinado desde siempre por las superficies reflectantes. La esfera, que refleja los rayos procedentes de cualquier dirección, representa íntegramente el espacio que la rodea, con la particularidad de que los ojos del espectador están siempre en el centro: la sensación a que da pie la interacción con el espacio y la luz reflejados es esa, la del "yo" en el centro del mundo, de modo que, según dejó escrito el propio Escher, el "yo" es el protagonista indiscutible, a cuyo alrededor gravita el mundo.

A la esfera se suma la alternancia entre figuras planas y figuras sólidas dentro de una representación teselar del espacio que no deja un solo espacio vacío, con posibilidades compositivas tan variadas como la de Profundidad, obra de 1955 que parece imitar la disposición de una red atómica. De hecho, la otra gran pasión de Escher fueron los cristales, con sus leyes de organización molecular en el espacio, que estudió.

Para Escher, la división regular del plano era un instrumento para crear situaciones donde se entrecruzan elementos primitivos en contraste, formando un ciclo metamórfico. Así ocurre, por ejemplo, en Encuentro, donde se dan la mano un optimista y un pesimista surgidos de una teselación en la que se habían ido entrecruzando sin dejar un solo hueco. En otros casos, por el contrario, son elementos geométricos abstractos los que se transforman en formas concretas y delimitadas con gran precisión, como en Verbum, donde, partiendo de una teselación triangular del interior de un hexágono, las teselas se convierten en ranas, peces y aves, en representación de la tierra, el agua y el aire, sumido todo ello en la alternancia entre el día y la noche. Los triángulos brotan de un hexágono central que representa la palabra "Verbum", el logos del que nace todo.

 

 

Los aspectos científicos del arte de Escher no pueden dejarse de lado. La línea que le separa de los matemáticos es sutil, pero determinante. Se trató de una atracción recíproca y provechosa, hasta el punto de que el genio holandés fue el único capaz de plasmar en imágenes las fantasías de los segundos, haciendo que se fijaran en él los científicos, con quienes estableció un intercambio que ni aun después de su muerte ha terminado.

La actividad "cotidiana" de Escher estuvo más centrada en cumplir las exigencias de los clientes que en su investigación artística personal, aunque no por ello sean obras de menor interés. A la hora de ejecutar ex libris o tarjetas de visita para una clientela muy diversa, Escher, como todos los grandes artistas, no traicionaba su arte, sino que abordaba el tema con un enfoque original y reconocible a simple vista. De hecho, para Escher estos encargos eran oportunidades más que bienvenidas de experimentar con soluciones que más tarde le sirvieron en sus grandes obras maestras.

El arte salido de las prensas del estudio de Escher se ha convertido en cajas de regalo, sellos y felicitaciones. Ha ingresado en el mundo del cómic, ha acabado en carátulas de discos de grupos como Pink Floyd, y sus estructuras imposibles se han usado en referencia a situaciones paradójicas, y para dejar estupefacto al espectador mediante arquitecturas que de hecho son irrealizables. Grabados como Relatividad, o Casa de escaleras, reaparecen en el torbellino de rampas donde han llegado a perderse Mickey Mouse y los Simpson, extraviados en el mundo de Escher. También se han usado situaciones escherianas en anuncios como el de 2007 para Audi, basado en grabados famosos, como Cascada. Mano con esfera reflectante, Otro mundo II y Belvedere se usaron en 2006 para un anuncio de los cafés Illy. En la película fantástica "Dentro del laberinto", de 1986, producida por George Lucas, y con David Bowie entre sus intérpretes, hay una escena construida a partir de la imagen de Casa de escaleras. También las famosas escaleras mágicas del castillo de Hogwarts, el de la saga de Harry Potter, son una trasposición dinámica de esta obra, reproducida incluso en una de las escenas más sorprendentes de "Noche en el museo III", así como en la publicidad de Sky.

 

 

El genio holandés es el protagonista de la exposición Escher que ha gozado de gran acogida internacional. En ella se pueden admirar 200 obras que han influido en científicos y en el imaginario de los diseñadores, además de en el mundo del arte, todo ello en el marco de uno de los tesoros arquitectónicos del centro de Madrid, que abre sus puertas tras varios años cerrado: el Palacio de Gaviria. La muestra, visitable de 10:00 a 20:00 horas (viernes y sábado hasta las 21:00 horas), incluye algunas de las obras maestras de este gran artista. Esta selección de piezas permite profundizar en la trayectoria de Escher, en la que destaca como grabador, intelectual y matemático, cuyas obras han marcado la cultura colectiva durante décadas. La exposición cuenta además con experimentos científicos, áreas de juego y recursos educativos que contribuyen a que visitantes de todas las edades comprendan sus perspectivas imposibles, sus imágenes desconcertantes y los universos aparentemente irreconciliables que se unen en Escher para formar una única dimensión artística. La muestra Escher, producida y organizada por el grupo italiano Arthemisia, hace posible, además, la reapertura del Palacio de Gaviria, uno de los lugares emblemáticos de la capital situado en pleno centro, en la calle Arenal. Obra del arquitecto Aníbal Álvarez Bouquel, fue construido entre 1846 y 1847 por encargo del banquero Manuel Gaviria y Douza, Marqués de Gaviria, según el lujoso modelo de los palacios renacentistas italianos. Su escalera balaustrada y los frescos de Joaquín Espalter y Rull son algunos de los elementos más espectaculares que caracterizan al palacio y de los que el público podrá disfrutar de nuevo a partir de febrero. Escher, que constituye una de las citas imprescindibles de la agenda cultural madrileña para 2017, puede visitarse hasta el próximo 25 de junio. Hasta el momento, esta muestra itinerante ha sido expuesta en Bolonia, Roma y Treviso, entre otras ciudades. Su sede más reciente ha sido el Palazzo Reale de Milán donde ha recibido más de 200.000 visitantes.

 

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