LA OBRA DE PEDRO DE VILLEGAS (I)
CRISTO FUENTE DE VIDA - ÉCIJA (SEVILLA)


 

La personalidad artística de Pedro de Villegas (Sevilla, 1519-1596) se significa dentro de la pintura renacentista andaluza de la segunda mitad del siglo XVI como una de las más dotadas de talento y de originalidad creativa. Es por otra parte uno de los pocos pintores nacidos en la ciudad de Sevilla que alcanzó cierta relevancia en medio de un ambiente que, de forma general, estuvo dominado por artistas extranjeros. Con motivo del Quinto Centenario de su nacimiento, abrimos este breve especial sobre su vida y trayectoria artística.

 

 

Lo poco que conocemos del pintor, escultor y policromador Pedro de Villegas indica que debió ser un hombre culto, amigo de coleccionar antigüedades y poseedor de una buena biblioteca. Por su testamento sabemos que dejó a su buen amigo Benito Arias Montano, el famoso humanista, sus libros, su colección de monedas, varias figuras modeladas en bronce y cobre, y varias piezas escultóricas antiguas de mármol.

No es difícil por tanto -bien por herencia, bien por amistad con las figuras más importantes de los ambientes filosóficos y culturales sevillanos de la época, entre las que también se incluye Juan Mal de Lara- intuir la convivencia en el estudio de Villegas de elementos paganos y mitológicos con sus retratos y sus escenas sacras, las cuales constituyen el grueso de una producción tan extensa como mermada por los avatares del tiempo.

De hecho, algunas obras religiosas destacan por sus rotundos volúmenes, que Villegas pudo tomar no solo de la estatuaria antigua, sino también de la escultura moderna. Lo vemos en su "Virgen de los Remedios", una obra caracterizada por un volumen plenamente escultórico, con un ritmo de distribución de masas y pliegues similar al del relieve mariano de Juan Bautista Vázquez el Viejo para el templo sevillano de la Anunciación.

Otra de sus obras, titulada "Cristo fuente de vida" (hacia 1555), también posee carácter escultórico. Se trata de un óleo sobre tabla de 188 x 179 cm que se conserva en el templo parroquial de la Santa Cruz del municipio sevillano de Écija. La composición general está inspirada tanto en grabados como en los altares efímeros que decoraban las calles sevillanas con motivo de las grandes fiestas religiosas.

Esta tabla se le atribuye por ser similar a la encargada por la parroquia ecijana de San Gil, obra documentada en 1554. La versión de Santa Cruz solo presenta la diferencia de sustituir la imagen de Cristo crucificado por la de Cristo varón de dolores. Jesús aparece en la parte superior, mientras que en la intermedia figuran los representantes de la Iglesia, que recogen la sangre de Jesús y la arrojan sobre las ánimas del purgatorio, situadas en la parte inferior. La iconografía de ambas tablas es la más interesante de todas las que pintó Villegas.

El estilo corresponde al de las realizaciones de la primera etapa, con escaso volumen, colores con tendencia a la uniformidad y un intenso plegado de los paños. Hay que destacar la calidad de algunos rostros de los miembros de la Iglesia -un papa, cardenales, obispos y sacerdotes-, en ocasiones verdaderos retratos. En ella se plasman concepciones religiosas que posteriormente se decretarán en el Concilio de Trento.

 

FUENTES

MÉNDEZ RODRÍGUEZ, Luis. Velázquez y la cultura sevillana, Sevilla, editado por la Universidad de Sevilla (US) y por la Fundación Focus-Abengoa, 2005, p. 284.

SERRERA CONTRERAS, Juan Miguel. "Pedro de Villegas Marmolejo", colección Arte Hispalense, ediciones de la Excma. Diputación Provincial de Sevilla, 1975, pp. 78-79 y 100.

MORENO MENDOZA, Arsenio. Museo de Bellas Artes de Sevilla, vol. II, Sevilla, 1991, p. 56.

 

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