LAS DOLOROSAS SERVITAS
GRANADA

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

   

 

Se trata de una de las creaciones más celebradas del escultor e imaginero granadino José de Mora que, al igual que ocurrió con el Crucificado de la Misericordia, inauguró un prototipo pasionista imitado hasta la saciedad, especialmente en tierras de Andalucía Oriental. Inspirada en la Virgen de la Soledad que el artista jiennense Gaspar Becerra labrara en 1565 por encargo de la reina Isabel de Valois, el simulacro representa a la Virgen, sola y arrodillada al pie de la cruz, tras la Crucifixión de Cristo.

La Dolorosa inclina solemnemente la cabeza hacia el lado derecho y dirige la mirada perdida hacia el suelo. La composición resulta austera y el rostro, conmovedor. Los ojos son de cristal y las pestañas superiores, postizas. La boca, semicerrada, apenas deja ver los dientes superiores insinuados. Lleva cinco lágrimas de cristal, dos en la mejilla derecha y tres en la izquierda. En 1707 fue restaurada por su propio autor, quien sustituyó las originales manos entrecruzadas por las actuales, cruzadas sobre el pecho.

Labrada hacia 1671, la efigie es de talla completa, presentando la toca monjil, túnica y manto impecablemente esculpidos en la misma madera y policromados en tonos blancos y negros, respectivamente. Mide 124 cm y se exorna con diadema de plata, cincelada por manos anónimas en el XVII y restaurada por Moreno (1996).

Fue realizada para el Oratorio de San Felipe Neri, actual Santuario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Titular de la extinguida Venerable Orden Tercera de Siervos de María, fundada en torno al año 1671, hoy en día es titular de la Hermandad del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad del Calvario, con sede en la Parroquia de San Gil y Santa Ana. A efectos procesionales utilizaron durante décadas cada Viernes Santo una reproducción sacada de puntos por el escultor granadino Antonio Barbero Gor (1982).

 

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