GIUSEPPE SANMARTINO. 300 AÑOS
RETRATOS FUNERARIOS

08/06/2020


 

 
 
Foto: Carlo Raso

 

Maestro en la introspección psicológica, Sanmartino destacó también en el retrato funerario. En la Catedral de Nápoles se conserva quizás el más interesante de sus monumentos fúnebres conservados (imagen superior), construido entre 1776 y 1778 a la memoria del cardenal Antonino Sersale, cuyo retrato se halla enmarcado por un medallón sujeto por uno de los dos ángeles que se disponen asimétricamente en torno al sarcófago.

El sepulcro de Sersale, fallecido en 1775, fue labrado para ser colocado en el templo catedralicio. El encargo probablemente se deba a la mediación de otra persona notable, gran admirador del escultor, Giuseppe Capecelatro, protegido de Sersale y su sucesor en el cargo de arzobispo de Taranto.

Pese a ser un alto exponente del clero y la nobleza en Italia, Sanmartino concibe el retrato de Sersale de una forma profundamente humana y familiar, con gesto afable y humilde. El artista quería que el cardenal apareciese en un momento de intimidad ante el espectador, como si quisiera borrar todo rastro de cortesía y celebración. La túnica desabrochada y la cruz pectoral movida a un lado resaltan ese cariz íntimo, mientras que el capelo cardenalicio, caído con cierto descuido sobre el escudo de armas de la familia Sersale -situado en la parte superior del sepulcro, con los motivos heráldicos decorados en tonos azules y dorados-, hace pensar que el escultor, ante la realidad de la muerte, habría querido ironizar con los símbolos del poder.

El monumento Sersale es también un significativo ejemplo de la renovación artística que la obra de Sanmartino supuso respecto a la escultura romana de su tiempo, aún bajo el influjo de Gian Lorenzo Bernini, en la línea de autores como Camillo Rusconi o Pietro Bracci. La libertad compositiva del monumento, embellecida por la policromía de los mármoles, se advierte sobre todo en la alta disposición del sarcófago y la mencionada asimetría de los ángeles, ambos de gran belleza y corporeidad.

Es evidente entonces que el escultor prioriza en el monumento la figuración plástica sobre la arquitectura, cuyas líneas quedan casi ocultas por la larga inscripción y el ángel que sostiene el medallón. El conjunto queda enmarcado por una estructura de mármol con la parte superior en forma de arco de medio punto, lo que aísla los elementos de la composición del pilar del crucero y hace que su lectura sea más fácil y coherente.

En el duomo napolitano se conserva también otro cenotafio de Sanmartino (imagen inferior), en la Basílica de Santa Restituta concretamente, dedicado en esta ocasión a Alessio Simmaco Mazzocchi -canónigo famoso por ser experto en arqueología de la Grecia antigua-, cuyo retrato, al igual que el de Sersale, copia fielmente las facciones del difunto. Bajo diseño del arquitecto Ferdinando Fuga, Sanmartino realizó el monumento dedicado a Felipe de Borbón que se conserva en la basílica napolitana de Santa Clara, y probablemente el de Alessandro Rinuccini, hoy en Santo Domingo en Soriano, también en la ciudad de Nápoles. Muy bello era el que Domenico Cattaneo, príncipe de Sannicandro, le encargó en vida para la iglesia napolitana de Santa María de la Estrella, lamentablemente destruido durante la Segunda Guerra Mundial. Todos ellos incluyen los motivos del retrato del difunto en un medallón y los ángeles, ya sea juntos o por separado.

 

 

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