Eclipsada durante siglos por la inigualable maestría de su hijo Francisco, la obra de Nicolás Salzillo (Santa Maria Capua Vetere, 1672 - Murcia, 1727) dominó bien las técnicas escultóricas tanto en madera como en piedra, y a pesar del listón tan alto que el francés Nicolás de Bussy había dejado en la imaginería de la ciudad de Murcia, nuestro artista consiguió triunfar pese a sus limitaciones, siendo apreciado y valorado como un buen escultor.

Aunque el nivel artístico de este conjunto escultórico no sea apreciable por la historiografía, su importancia histórica y testimonial resulta incuestionable: es la primera obra que Nicolás Salzillo realizó a su llegada a España, es el grupo de la Santa Cena más antiguo que procesiona en nuestro país y es el paso más antiguo de la Semana Santa de Lorca, una fiesta declarada de Interés Turístico Internacional.

En el año 1700, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Murcia abrió un concurso para realizar este paso procesional, conocido en principio como La Mesa de los Apóstoles, resultando ganador Nicolás Salzillo. El paso fue vendido en 1763 por 2.400 reales a la Hermandad del Santísimo Cristo del Socorro (actual Cofradía del Santísimo Cristo del Perdón, popularmente conocida como "Paso Morado" de Lorca) al ser sustituido por el realizado por su hijo Francisco dos años antes. Las diferencias entre ambos conjuntos son bastante notables, no solo artísticas, sino también iconográficas: el de Nicolás representa la institución de la Eucaristía por parte de Jesús, mientras que el de Francisco el momento en que el Maestro anuncia la traición de Judas Iscariote.

Del conjunto original de Nicolás, compuesto por trece figuras, solo quedaron, tras los disturbios de la Guerra Civil, las de Cristo y ocho de los apóstoles, entre ellos San Felipe, que se creía perdido pero apareció en el año 2006 en el Fondo Cultural Espín como cesión de la mecenas Carmen Ayala Gabarrón. El resto de las tallas fueron realizadas por Manuel Juan Carrillo Marco y José Gerique Roig en 1953, año en que la cofradía volvió a salir una vez restauradas las imágenes dañadas y repuestas las destruidas.

Las imágenes de Nicolás muestran un estereotipo rígido, de expresiones hieráticas y lineales, detallistas, rudas y de ásperas facciones, pero llenas de humanidad. Se nota que su autor aún no había consultado el magistral legado de Nicolás de Bussy en Murcia. Son piezas de vestir, por lo que solo tienen los bustos, las cabezas y las manos de talla, con brazos articulados en hombros y codos, y bustos ataviados con túnica y manto.

Sánchez-Rojas Fenoll, ante la falta de destreza del autor, se reafirma en la opinión de que si Nicolás ganó este concurso fue porque no tuvo la competencia de Nicolás de Bussy, atento, sin duda, a su próxima marcha a tierras valencianas, y porque los Caro o los Gil, mucho más hábiles en el trabajo de las gubias, en este momento, que el artista napolitano, estaban dedicados al trabajo de retablos y no al de pasos procesionales.

Dicho concurso ha sido negado recientemente por el restaurador e investigador Fernández Labaña, quien tras un trabajo de investigación de años ha mostrado aportaciones documentales que evidencian su encargo a Nicolás Salzillo a partir de agosto de 1701, siendo entregado a la Cofradía de Jesús muy probablemente en 1702, no en 1700 como tradicionalmente se ha mantenido hasta hoy.

Todo lo anterior no impide considerar el paso de la Santa Cena como un ambicioso encargo en el que podemos ver las características del estilo de Nicolás: cabezas estereotipadas que muestran el estilo de formación que había recibido a partir de los 18 años en el taller napolitano de Michele y Aniello Perrone. Pero esta aspereza en las cabezas se vería rebatida por la elegancia y sutileza propias de Francisco, formado en el taller paterno.