Al igual que el Nazareno de Castril, el de las Penas se nos presenta con cabello natural y profusa policromía sangrante en el rostro, y explicita el realismo más trágico del XVIII, donde el dolor no se inhibe sino que eclosiona en un marasmo de soluciones formales: la articulación de las cejas, los ojos grandes y oblicuos, la boca entreabierta que deja entrever parte de los dientes o el rostro avejentado son recursos múltiples que inciden en el dramatismo del tema representado. Precisamente, este planteamiento cruento del tema pasionista se subraya por el empleo de una policromía más agresiva que la acostumbrada por el escultor: las veladuras moradas de los rostros de ambos nazarenos y los numerosos hilos de sangre que surcan los mismos son solamente algunos factores de esta vertiente mundana y trágica de la estética de Torcuato Ruiz del Peral.

La atribución del Nazareno de las Penas a Peral fue realizada por León Coloma en la conferencia "Torcuato Ruiz del Peral: revisión historiográfica, catálogo y nuevas atribuciones", que pronunció en el curso "Torcuato Ruiz del Peral y la escultura española del siglo XVIII", celebrado en Guadix entre los días 21 al 25 de julio de 2008, bajo la dirección de Antonio Calvo Castellón, con motivo del tricentenario del nacimiento de Peral.

FUENTES

LÓPEZ-MUÑOZ MARTÍNEZ, Ignacio Nicolás: "Aspectos inéditos en la creación artística de Torcuato Ruiz del Peral: hacia una nueva estética concebida desde el sincretismo formal y el fasto cromático", en Boletín del Centro "Pedro Suárez", nº 21, 2008.