La fiesta barroca introdujo en las estaciones de penitencia, que hasta entonces se habían mostrado austeras, todo un repertorio alegórico y simbólico a través de los más variados instrumentos. Uno de ellos es la incorporación de los pasos alegóricos. Y pese a lo sugestivo y apropiado que hubiera sido la incorporación de algún profeta (recordemos los llamados de la Pasión: Isaías, Jeremías y David), su presencia es prácticamente inexistente en estos conjuntos procesionales, tanto aislados como en pasos de misterio.

Excepcional es la aparición en los cortejos de cofradías fundadas o amparadas en los conventos de carmelitas descalzos, del profeta Elías, y lo verificaba únicamente como fundador mítico de la orden. Así se procesionaba en Jaén, con la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno (El Abuelo), quien lo dejo de sacar en el siglo XIX tras la desamortización de Mendizábal, al haber perdido su sentido.

En la localidad jiennense de Alcaudete, la actual Cofradía de San Elías y San Juan Evangelista, refundada en el año 1953, volvió a poner en la calle en la mañana del Viernes Santo a la muy interesante imagen del profeta, que perteneció a los antiguos carmelitas descalzos del templo del Carmen, donde se conserva. En ella se sigue la tradicional iconografía del profeta, blandiendo la espada con la que acaba de decapitar a un sacerdote de Baal, cuya cabeza rueda a sus pies, y portando un libro con la inscripción latina "Zelo Zelatus sum pro domino deo exercitum" ("Estoy inflamado en celo por el Señor Dios de los Ejércitos").

Vagamente atribuida a Pedro de Mena o a su círculo más próximo, el profeta de Alcaudete ha sido relacionado recientemente con la producción de Torcuato Ruiz del Peral, en concreto desde que figuró en una exposición organizada por la Agrupación de Cofradías de Alcaudete en la Iglesia de Santa María la Mayor para dar a conocer el patrimonio sacro y cofrade de la localidad.

Es probable que la vinculación con Mena se deba a que, como suele ser habitual en su producción, Peral tomara como referente un modelo escultórico ajeno; en este caso, el San Elías de Pedro de Mena que se conserva en la Catedral de Granada, del que destaca la energía de un rostro que parece inspirado en el Moisés de Miguel Ángel y el violento gesto del brazo derecho para sostener con celo la espada flamígera durante la matanza de los baales, a los que degolló en el torrente de Cisón tras prenderlos por falsos profetas.

La obra de Mena fue inspiración segura para Peral en piezas como el desaparecido San Francisco de Baza o las perdidas figuras del coro de la Catedral de Guadix; entre las que se cuenta un San Elías, que, según Gallego Burín, el maestro Peral logra superar a la obra de su inspiración, debida a Pedro de Mena, quien en este caso la realizó para la sillería catedralicia de Málaga, una magna obra que Peral seguramente debió conocer para llevar a cabo la suya, tristemente destruida en los disturbios de 1936.

Volviendo al profeta Elías de Alcaudete, es obra de vestir, condición muy poco frecuente en la producción de Peral, con las partes visibles completamente talladas. La excelente resolución anatómica, propia de un hombre anciano, recuerda el naturalismo de Peral, especialmente las manos y la postura extendida que adoptan palmas y dedos. La cabeza cortada muestra también semejanzas con las versiones que talló del Bautista degollado.