PIERRE PUGET. IV CENTENARIO
SAN CARLOS BORROMEO

02/12/2020


 

 

Entre 1688 y 1694, durante su última etapa laboral en Marsella, Puget trabajó en un bajorrelieve de mármol a tamaño natural (172 x 129 x 18,5 cm) encargado por Pierre Cureau de la Chambre, párroco del templo parisino de San Bartolomé. Actualmente se conserva en el Museo de Bellas Artes de Marsella.

La abigarrada escena representa a San Carlos Borromeo llevando el viático a las víctimas de la peste de Milán, aunque también es conocida como San Carlos Borromeo orando por el cese de la epidemia de Milán. Tanto el suntuoso decorado, como los cuerpos de los apestados, que más que enfermos parecen sanos y musculados, dan una visión idílica del horror que ocurrió realmente en el Lazareto y los estragos de la peste y el hambre, seguramente para no causar una conmoción excesiva al espectador.

San Carlos Borromeo, subido a un estrado, concentra todas las miradas y los movimientos de los personajes, e incluso la atención de las figuras angélicas que emergen de la parte superior de la escena: dos querubines que, entre nubes y rayos de luz, sostienen la cruz en la que fue clavado Cristo.

Tampoco el santo refleja la severidad de las privaciones y mortificaciones que se impuso a sí mismo durante la plaga, como por ejemplo residir en el Lazareto y solo usar un jergón en el mismo mientras durase la plaga. Su estatura es alta, su cuerpo robusto, su tez viva, su cuello ancho y su semblante leonino, a lo que contribuyen las patillas que lo enmarcan. Por todo ello, la escena, en completo movimiento, parece rendir más homenaje al poderoso dinamismo del santo que a su piadoso fervor.

Aunque el cardenal italiano figura en el ejercicio de su ministerio como arzobispo de Milán, Puget está apegado a sus raíces nobles -San Carlos Borromeo era hijo de unos condes y sobrino del papa Pío IV, cuyos orígenes, como los de su madre, están vinculados a la familia Médici de Florencia-, así como a los resultados de las medidas que tomó para combatir la epidemia, en particular para salvar a los niños.

Además de todo lo anterior, llaman poderosamente la atención el cadáver tendido en una cama blanda al fondo, sobre el que otra enferma se lamenta trágicamente, el cadáver arrastrado por el barro hacia el foso que aparece en primer plano, y las tres víctimas de la peste que representan las tres edades de la vida. Ello nos recuerda que la enfermedad golpea ciegamente a ricos y a pobres, a niños y a ancianos.

Aunque pueda parecer lo contrario, tan magistral relieve, comparable al de Alejandro y Diógenes en destreza y ejecución técnica, quedó inacabado por la muerte de Puget en 1694. Permaneció en la familia del artista hasta 1730, cuando fue comprado a los herederos de Puget por la principal institución sanitaria de Marsella.

 

Anterior entrega en este

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com