CENTENARIO DE PALMA BURGOS
CRISTO DE LA NOCHE OSCURA


 

 
     
     
Fotos: Cofradía Penitencial del Cristo de la Noche Oscura

 

No podíamos obviar en este especial al que es, probablemente, el mejor Cristo crucificado de Francisco Palma Burgos, quien fue, además, miembro de la cofradía de penitencia ubetense que le rinde culto. Conservado en la Iglesia de María Auxiliadora -en cuyo retablo cerámico también se halla su espléndida representación de la titular mariana del centro salesiano-, se trata de la última obra para Úbeda del artista, siendo presentada y bendecida en el año 1966. El Cristo representa a Jesús muerto en la cruz, bruscamente vencida su silueta por el peso del cuerpo ya inerte. El tratamiento del cabello y de los paños, así como su compleja composición, un tanto atrevida para las procesiones andaluzas de la época, revelan un magistral conocimiento escultórico.

La singular advocación del crucificado hace referencia a los pensamientos sobre la Noche Oscura del Alma de San Juan de la Cruz, el santo abulense que fue a morir a Úbeda tras ser torturado, encarcelado y escarnecido por la propia Iglesia, y que convirtió su sentido de la penitencia y del dolor corporal en un medio de acercamiento a Dios. De ahí que la Cofradía del Cristo de la Noche Oscura se fundara para rendir tributo a la tradición sanjuanista de Úbeda y dar nueva vida a la doctrina evangélica del sacrificio.

Para el historiador Pablo Lorite Cruz, el crucificado es una naturalista y desagradable obra en la que Palma Burgos intentó mostrar cuál debía de ser la verdadera figura de Jesús tras haber sido visitado por la muerte, no mostrando ni un mínimo rasgo de divinidad, sino un verdadero cadáver. El estudio del Cristo vencido por la espada de Zadkiel, el ángel de la muerte, caído totalmente hacia delante por la fuerza de la gravedad y tan solo sujeto por los clavos. Un Cristo que contradice cualquier idea académica, descoyuntado por su propio peso, caído sin fuerza y sujeto a la cruz tan solo por los clavos.

Efectivamente, Palma Burgos hizo un inmejorable estudio del peso producido por la fuerza de la gravedad. Quizás, según Lorite Cruz, su mayor error fue no tener en cuenta que ese peso no podía ser mantenido por las llagas en el centro de las palmas de las manos (único rasgo más clásico que utilizó), siendo más factible un clavo en las muñecas. No guarda unas proporciones ideales, su tamaño es algo mayor del natural, lo que hace que desarrolle unas grandes manos y pies. Idea que nos lleva a la concepción de un ser de gran fortaleza.

 

 
     
     
Foto: Cofradía Penitencial
 
Foto: Rafael Melero Guervós

 

Lorite Cruz aprecia acertadamente una influencia en el Cristo pintado en 1951 por Salvador Dalí y en el estilo de Gregorio Fernández; sin embargo, frente al clasicismo del maestro del barroco vallisoletano, Palma Burgos presenta a un hombre corpulento, de constitución fuerte, capaz de afrontar una considerable resistencia en el suplicio, pero del mismo modo y en este caso vencido como otro cualquier ser humano. Asimismo, Lorite encuentra un claro precedente en el malagueño Cristo de la Sangre (1941), obra primeriza del autor con la que había intentado demostrar las extrañas posiciones que muestra el Cristo de la Noche Oscura: un pectoral más extendido que otro, el vientre hundido, espalda muy encorvada, piernas más relajadas...

El crucificado ubetense pertenece también al tipo de imágenes a las que hay que aproximarse para poder contemplar su rostro debido a la profunda inclinación de su cabeza. Ello subraya la interacción de la obra con el espectador, el cual suele quedar impresionado por la expresión cadavérica por la que apuesta Palma Burgos, muy marcada en los ojos, encontrándose el derecho ligeramente más abierto que el izquierdo, en un estudio que nos demuestra la posición que suelen tomar los párpados humanos tras la expiración, del mismo modo que los labios han quedado abiertos dejando congelado el último suspiro.

La figura, realmente innovadora tanto en su concepción como en su acabado, se desprende de todo lo superfluo en complicidad con la imaginería castellana que tanto inspiró a Palma Burgos, limitándose sus aditamentos a una corona sobrepuesta de afiladas espinas. Si anatómicamente el crucificado es intrincado y revulsivo, no lo es menos su perizoma, de gran longitud, es cordífero, dejando al descubierto el costado izquierdo, y fijándose al madero, liso y rectangular, por el clavo que traspasa los pies.

Quizás por los vínculos con la orden salesiana, el Cristo de la Noche Oscura inspiró a Antonio Díaz Fernández para labrar en 1984 el Cristo de la Redención, titular de la cofradía granadina de los Salesianos. Díaz Fernández, no obstante, realizó algunas variaciones con respecto al original, labrando un crucificado frontal, con el gesto mucho más dulcificado, lacios mechones en la larga cabellera -el Cristo de la Noche Oscura los tiene más alborozados por el desprendimiento fruto de la fuerza de la gravedad-, el cuerpo menos severo y enjuto, los miembros con tensiones más convencionales, las carnes pálidas y limpias -la talla ubetense presenta gran cantidad de sangre por todo el cuerpo- y el perizoma igual de largo pero más amplio y con muchos pliegues.

 

 
     
     
Palma Burgos trabajando en Castel Sant'Elia
Fotos: Fausto Lanciano

 

FUENTES

LORITE CRUZ, Pablo. "La imagen del crucificado en tres grandes imagineros del siglo XX Francisco Palma Burgos, Juan Luis Vassallo Parodi y Amadeo Ruiz Olmos", artículo publicado en Actas del Simposium "Los crucificados, religiosidad, cofradías y arte", Ediciones del Instituto Escurialense de Investigaciones Históricas y Artísticas, San Lorenzo de El Escorial (Madrid), 2010, pp. 854-857.

HUESA LOPE, Gonzalo Luis. Ramón y Francisco PALMA BURGOS. "Hacia una nueva cofradía penitencial en Úbeda", artículo publicado en Vbeda, año XVII, nº 138, febrero de 1966, p. 11.

 

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