EL BELENISMO Y SAN FRANCISCO DE ASÍS (VIII)

26/12/2022


 

 

Se trata de uno de los altorrelieves en cerámica esmaltada o loza vidriada, cuya ejecución se atribuye a Andrea y Luca della Robbia, que se encuentran en la capilla de Santa María de los Ángeles del pequeño municipio italiano de La Verna. La fundación del templo, construido en 1216, corresponde al propio San Francisco, quien lo dedicó a dicha advocación a raíz de las apariciones marianas que experimentó ese mismo año.

Labrado hacia 1490-1493, el relieve presenta al santo de Asís a la izquierda, junto a la Virgen María, siendo el pesebre con el Niño Jesús, hacia el que se dirige el Espíritu Santo con forma de paloma, el eje central de la escena. A la derecha figuran San José y San Antonio de Padua, en lo alto Dios Padre rodeado de un coro de ángeles, y abajo San Luis de Tolosa, San Jerónimo, de nuevo la Virgen María -formando con Cristo muerto y San Juan Evangelista una Imago Pietatis-, San Bernardino de Siena y San Buenaventura.

Esta cerámica robbiana, junto con la otra que se conserva en el mismo templo y que representa la Piedad con Jesús muerto en brazos, interpreta los dos grandes misterios de la vida: el nacimiento y la muerte, no solo en el plano divino en torno a la figura de Cristo, sino en el terrenal ya que afectan a cualquier ser humano.

Sobrino de Luca della Robbia, fundador de la famosa dinastía de escultores y ceramistas florentinos, Andrea della Robbia (Florencia, 1435-1525) heredó el patrimonio artístico de su tío. Además de aprendiz, fue colaborador de Luca durante al menos una década. El arte de Andrea se inspira más en la pintura de Verrocchio que en la escultura. Su tercer hijo Giovanni continuó con gran éxito la actividad del taller familiar.

Hijo de Andrea y hermano menor de Giovanni, Luca della Robbia (Florencia, hacia 1482 - París, 1547), también llamado Luca della Robbia el Joven para diferenciarlo de su tío abuelo, perteneció a la tercera generación de esta célebre saga de artistas. Sus obras están sólidamente ejecutadas e integradas en la tradición del taller familiar. Según los escritos, parece ser que también fue fraile de la orden dominica.

Andrea siguió la preferencia de su tío por el azul y el blanco, pero obras como este relieve demuestran también su exploración de una gama de colores más amplia. Sus innovaciones crearon también una especie de obrador de tipo protoindustrial, gracias a la notable eficiencia de sus integrantes y a la relativa velocidad en la creación de las piezas, muchas de ellas concebidas a modo de retablo como la presente Natividad, en la que los santos, presentes por el origen franciscano del recinto sacro, ejercen de fervientes adoradores del recién nacido.

 

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