La granada, como otros frutos de muchas pepitas o gajos, simboliza la fecundidad, y en particular en Grecia estuvo consagrada a Deméter, Afrodita y Hera. En la antigua Roma las recién casadas llevaban coronas de ramos de granado aludiendo a estos significados. Abrir una granada en ocasiones se tomó por metáfora de la desfloración. Debido al encendido color rojo de sus granos simbolizó también el amor, la sangre y, por tanto, la vida y la muerte.

La Madonna de la Granada o la Virgen de la Granada del Museo Stefano Bardini (Florencia) representa a María, que con un gesto maternal ofrece una granada al niño Jesús para distraerlo de lo que haya provocado su repentina reacción de miedo. En el rostro serio y pensativo de la Virgen se anticipa claramente la pasión y muerte del Hijo de Dios. El fruto se confundió durante mucho tiempo con una manzana, de ahí que la imagen todavía se la conozca en Italia como Madonna della Mela (Virgen de la Manzana en castellano).

La atribución de esta terracota realizada en torno a 1600-1620 (90 x 64 cm), cuyo dorso se encuentra sin labrar, ha sido ampliamente debatida por los estudiosos, quienes reconocen en la alta calidad de la obra la mano de uno de los grandes maestros del Renacimiento. Además de Donatello, ha sido relacionada con Luca Della Robbia, Nanni di Banco y Jacopo della Quercia. Hasta fue atribuida a Lorenzo Ghiberti por el historiador y anticuario Stefano Bardini, propietario de la pieza hasta su fallecimiento y creador del museo donde se conserva.

Considerando el tratamiento de los volúmenes y el hábil modelado de las figuras, existe actualmente un consenso crítico sobre que la terracota es del maestro Donatello (Florencia, 1386-1466), una de las figuras capitales del renacimiento italiano, quien la realizaría para un oratorio privado. El hecho de que las figuras estén silueteadas y sin fondo ha llevado a la hipótesis de que la obra se insertó en un nicho o tabernáculo.

FUENTES

BECKER, Udo. Enciclopedia de los símbolos, Barcelona, Robinbook, 2003, p. 152.