SINE LABE CONCEPTA - FELIPE MARTÍNEZ

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

   

 

La reciente atribución del crucificado de la cofradía sevillana de las Siete Palabras a Felipe Martínez por parte del historiador Antonio Torrejón Díaz, ha puesto en primera línea de actualidad al mencionado artífice, hijo de Alonso Martínez y ahijado de José de Arce -ambos imagineros-, y yerno del pintor Juan de Valdés Leal. Anteriormente, el Cristo de la corporación del Miércoles Santo de Sevilla había sido relacionado con Jerónimo Hernández y, más acertadamente, con Pedro Roldán, en cuya estética se inscribe su autor.

Por el momento, sólo dos tallas marianas conforman, junto a dicho crucificado, la escasa nómina del escultor Felipe Martínez (Sevilla, 1651-hacia 1700): la "Virgen de Europa" (1686) que recibe culto en la Iglesia de San Martín (Sevilla) y la Inmaculada Concepción que nos ocupa, fechada en 1676 y venerada en uno de los altares de la Parroquia de San Juan Bautista del municipio onubense de San Juan del Puerto.

Frente a la composición suelta y desenfadada, propia de Roldán, que Torrejón advierte en el "Cristo de las Siete Palabras", la Inmaculada Concepción de San Juan del Puerto presenta elementos estilísticos que recuerdan las maneras de Alonso Cano, más gráciles y delicadas que las roldanescas, como bien han apreciado los historiadores onubenses González Gómez y Carrasco Terriza.

Martínez nació en 1651; por tanto, estamos ante una obra de juventud, influida por el estilo paterno que forjaría su formación y todavía un tanto alejada de los preceptos del barroco dinámico que, quizás por un probable aprendizaje en el taller de su padrino, el escultor posteriormente asumiría.

La Inmaculada Concepción viste manto azul y túnica en tonos marfileños, ambos ricamente decorados con motivos vegetales. La mirada, ensoñadora, se dirige hacia el lado derecho, mientras que las manos, en actitud de unirse por las palmas, se desplazan hacia la izquierda, en sutil contraposto. Concebida con gran monumentalidad, la obra mide 192 cm de altura y se eleva sobre una nube atravesada por la media luna con las puntas hacia abajo, de la que emergen tres cabezas aladas de querubines.

Gracias al testimonio del historiador onubense Juan Bautista Quintero Cartes, sabemos que la imagen fue donada por el rey Carlos III al Convento de Padres Carmelitas de San Juan del Puerto, pasando posteriormente a la iglesia parroquial de la villa onubense.

Según Quintero Cartes, en 1936 fue derribada de su retablo de la nave de la epístola con ayuda de unas cuerdas, lo que provocó un socavón en el suelo al caer debido al considerable peso de la talla. Doce años más tarde fue reparada por el imaginero sevillano José Rivera García, quien colocó nuevos ojos, querubines y parte de la nube. Por una fotografía anterior a la Guerra Civil sabemos que no se encuentra actualmente muy alterada respecto a su hechura original a excepción de varias zonas del manto que, primitivamente, tenían más vuelo.

 

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