SINE LABE CONCEPTA - JUAN MARTÍNEZ MONTAÑÉS

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

   

 

Nuestro último especial del año en la sección Selecciones abordará la iconografía de la Inmaculada Concepción a través de los diferentes artistas que la han plasmado en sus creaciones. El repaso comprenderá una docena de obras entre pinturas y esculturas, todas ellas pertenecientes a diversas épocas y estilos artísticos.

Comenzamos con una obra muy popular que consagraría el modelo inmaculista en la escuela sevillana de escultura y sería desarrollada por multitud de artistas en los siglos posteriores. Como no podía ser de otro modo, se trata de la Inmaculada Concepción labrada por el célebre escultor Juan Martínez Montañés (Alcalá la Real, Jaén, 1568 - Sevilla, 1649) que se conserva en la Catedral de Sevilla.

Derivada de los precedentes establecidos por los maestros Jerónimo Hernández y Gaspar Núñez Delgado, recrea a María con rasgos aniñados y mirada ensoñadora, ataviada con pesadas vestiduras y sobre una nube de la que emergen tres cabezas de querubines alados. El manto se recoge bajo el brazo izquierdo y cruza por delante la figura, dejando parcialmente cubierta la túnica. Las manos aparecen extendidas y juntas, en actitud orante aunque sin llegar a unirse del todo y ligeramente desviadas a la derecha.

Previamente, Martínez Montañés había ensayado el modelo con la Inmaculada realizada para el municipio sevillano de El Pedroso (1606), la que se conserva en el sevillano Convento de Santa Clara (1625) y otra, desaparecida, labrada junto a un Niño Jesús para Lima (1621). Posterior es la Inmaculada de la ciudad boliviana de Oruro (1640), cuyos ropajes presentan notables mutilaciones, probablemente por adaptarle prendas naturales. En ninguna de ellas el escultor alcanzó el magistral virtuosismo que derrocha la imagen que nos ocupa.

La imagen fue contratada con Jerónima Zamudio y suele fecharse entre los años 1628 y 1631. La policromía, original del pintor Francisco Pacheco -colaborador de Martínez Montañés-, fue retocada en el XVIII, siglo al que corresponde el rico estofado vegetal que presenta actualmente. Es popularmente conocida como "La Cieguecita" por sus ojos entornados, tallados y policromados en la madera de forma casi orientalizante.

 

Fotografía de Juan Antonio Fernández

 

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