RETRATOS DE EMPERADORES (III)
CALÍGULA


 

 

Calígula

Sutorio Macro, nombrado prefecto del pretorio por Tiberio tras la detención y ejecución de Sejano, tuvo un importante papel en el advenimiento de Calígula, al que se entregó por completo. Incluso se cuenta que el nuevo prefecto abrevió la agonía de Tiberio ahogándolo con unas mantas.

Aunque Calígula (Roma, 12-41 d.C.) gozó al principio de enorme popularidad (entre otros logros, restituyó la paz en el Senado, convertido por el ambicioso Sejano en un alto tribunal de justicia ante el que no paraban de presentarse acusaciones contra senadores y caballeros importantes), los romanos iban a descubrir enseguida su gusto por el gigantismo, por lo imposible y, sobre todo, una mórbida crueldad. Pese a recibir la mejor formación posible para un joven aristócrata de su tiempo, siempre fue un ser anormal que padeció en su niñez fuertes convulsiones o crisis epilépticas. El fatal destino de su madre y de sus hermanos mayores, así como sus miedos pasados durante los seis años que vivió en Capri junto a Tiberio, no fueron precisamente propicios para conseguir el equilibrio que le faltaba. Su cada vez mayor sentimiento de omnipotencia y la grave enfermedad sufrida en octubre del año 37 acentuaron el desarreglo de su ánimo.

El creciente miedo al carácter criminal y psicótico de Calígula (que ordenó múltiples ejecuciones, la mayoría por nimiedades, y transformó en templo una parte del palacio imperial para hacerse adorar) suscitó una conjura para asesinarle: el 24 de enero del año 41, el emperador fue al Palatino para asistir a los juegos instituidos por Livia tras la muerte de Augusto, empleando un subterráneo que llevaba a palacio. De repente, un tribuno del pretorio, Casio Querea (del que Calígula, famoso también por sus insultos personales, se mofaba especialmente por su voz de falsete), le asestó el primer golpe, seguido por los de tribunos y centuriones de las cohortes pretorianas. La esposa del emperador, Cesonia, y su hija, Julia Drusilla, también fueron ejecutadas.

No cabe duda que Calígula fue un loco sanguinario, pero una influencia concreta parece haber inspirado varios de sus actos: la egipcia; no en vano, fue bisnieto de Marco Antonio por su abuela Antonia. Calígula, por ejemplo, prohibió que se conmemorase Accio, reconstruyó el Iseo del Campo de Marte y trajo de Egipto un enorme obelisco. La importancia que dio a sus hermanas (sobre todo a Drusilla) y el incesto que acaso cometió con ellas recuerda la importancia de las reinas lágidas y sus matrimonios con sus hermanos. El gusto que tenía de vestir atributos divinos (caso del rayo, el tridente o la barba dorada, a veces hasta vestía como Venus), no era tanto por Zeus o Poseidón como por los dioses del Antiguo Egipto, y si se revolcaba a veces sobre montones de oro, lo hacía seguramente porque dicho metal precioso era "la carne de los dioses" para los egipcios.

 

La obra

Nacido Cayo Julio César (Calígula es un apodo que le pusieron de niño los soldados de los campamentos al mando de Germánico, su padre; concretamente, se trata del diminutivo de "caliga", palabra latina que significa "calzado militar"), poseía un aspecto físico poco agraciado: alto pero mal proporcionado, de piernas muy flacas y con un rostro llamativo por su palidez y su frente demasiado ancha sobre órbitas en exceso hundidas. Rostro que, ya emperador, se empeñó en hacerlo más terrible con constantes muecas.

Hay que tener en cuenta que Calígula sufrió tras su muerte la "dammnatio memoriae", por lo que fueron destruidos casi todos sus retratos. Uno de los que sobrevivieron se conserva en la Gliptoteca Ny Carlsber de Copenhage, donde, pese a la idealización del periodo, observamos dicho detalle de la frente e incluso cierto cariz maquiavélico en el semblante, quizás debido a ese gusto que tenía Calígula por la mueca elocuente.

Hablamos de una cabeza del joven emperador labrada en mármol de Paros, de 31 cm de altura, rota por el cuello, perdida su parte posterior (realizada por separado) al igual que el resto de la estatua a la que pertenecía, probablemente togada según algunos estudiosos. Originalmente policromada con fuertes colores, como todas las esculturas romanas de la época, conserva restos de la pintura original en los ojos y el cabello. Los expertos la fechan entre los años 39 y 41. Fue adquirida en París, en el año 1923, procedente de Estambul.

 

Fotografía de Christophe Ramonet

 

FUENTES: Con información de Cornelius Vermeule y del Museo Nacional del Prado de Madrid. LE GALL, Joël y Marcel LE GLAY. L'Empire Romain, volumen III, París, 1987, pp. 126 y 135-140.

 

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