HIERONYMUS - 1600 AÑOS
PIETRO TORRIGIANO

22/10/2020


 

 
 

 

La alta perfección anatómica de este San Jerónimo penitente, obra del escultor florentino Pietro Torrigiano (Florencia, 1472 - Sevilla, 1528), ejerció una gran influencia sobre los escultores de la escuela sevillana de escultura. El carácter violento, impulsivo y atormentado del autor se manifiesta en esta soberbia terracota, precursora del realismo barroco sevillano. Ese carácter le llevó -según las crónicas de Cellini y Vasari, respectivamente- a desfigurar el rostro de su colega Miguel Ángel Buonarroti y a morir preso en las cárceles del sevillano castillo de San Jorge por ofender al Tribunal de la Inquisición, aunque este último suceso parece ser una ficción más dentro del relato novelesco que siempre ha rodeado a Torrigiano.

Probablemente coincidiendo con el proyecto de realización del sepulcro de los Reyes Católicos, llegó a España con el ánimo de hacerse con el encargo de la tumba real en Granada, alegando su experiencia inglesa en este tipo de obras para la abadía de Westminster y la capilla del castillo de Windsor. Al acabar el proyecto en manos de Domenico Fancelli, otro escultor italiano, Torrigiano se trasladó a Sevilla donde realizó varias obras, entre ellas dos excelentes terracotas para el Monasterio de San Jerónimo de Buenavista -el mismo cenobio para el que trabajó Valdés Leal, como pudimos ver en la cuarta entrega del especial- que alcanzaron una enorme repercusión: el santo que nos ocupa y la Virgen con el Niño, también llamada Virgen de Belén, que al igual que el San Jerónimo se conserva actualmente en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.

El San Jerónimo de Torrigiano tuvo gran eco y admiración desde su ejecución hacia 1525, tanto en España como en Italia y otros países del entorno, y se convirtió en prototipo iconográfico y referente de estudio para las futuras generaciones de artistas del barroco y el neobarroco. El propio Vasari se hizo eco de la obra en Florencia y es quien nos dice que Torrigiano tuvo como modelo para el santo a un viejo criado de los Boti, una familia de comerciantes florentinos afincados en España, de ahí el afán realista en la cabeza barbada y en el consumido cuerpo del penitente, que había de servir como modelo a los barrocos posteriores.

No obstante, con el San Jerónimo penitente, realizado para una Sevilla cuyo mercado artístico estaba comenzando a crecer de forma notable, Torrigiano realizó una obra que no solo destaca por su trabajo anatómico, sino también por la valentía y dinamismo de su postura -sobre todo teniendo en cuenta que hablamos de una figura labrada en barro cocido y policromado cuyas dimensiones son 224 x 126 x 160 cm- y por la apertura a diversos puntos de vista, elementos todos ellos novedosos por entonces en el entorno español. Torrigiano coloca al santo de rodillas con la pierna izquierda doblada en un difícil quiebro del torso, en posición de tres cuartos que gira hacia la derecha mientras que mira en dirección contraria.

En la mano derecha guarda la piedra con la que se golpea el pecho y en la izquierda lleva una cruz a la que mira embelesado. Este último elemento, que luego muchos autores enriquecerían con el crucifijo, adquiere gran protagonismo en este caso. El afán de Jerónimo por emular a Cristo se traslada iconográficamente a la unión del santo con la imagen del Crucificado mientras dura su retiro en Calcis, que es el episodio que da lugar a la representación de penitente. Es la época de sus luchas interiores, de vencer a las tentaciones, de flagelarse para olvidar los deseos de la carne. Además, se debate entre la inclinación que siente hacia la literatura profana y el seguimiento de Cristo, pues los ve incompatibles. Es su época más difícil, a pesar de las dificultades que tuvo en otros periodos de su vida, y busca ayuda espiritual en Jesús crucificado, queriendo seguir su ejemplo.

 

 
 

 

FUENTES

AA.VV. El siglo del Renacimiento en España, Madrid, Akal, 1998, p. 143.

MARTINO ALBA, Pilar. San Jerónimo en el arte de la Contrarreforma, tesis doctoral bajo la dirección de CRUZ VALDOVINOS, José María, Universidad Complutense de Madrid, 2003, p. 315.

URQUÍZAR HERRERA, Antonio y CÁMARA MUÑOZ, Alicia. Renacimiento, Madrid, Editorial Centro de Estudios Ramón Areces, 2017, p. 281.

Con información del Museo de Bellas Artes de Sevilla.

 

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