TESOROS DE LA ESCUELA DE CRISTO (IV)
CRISTO EXPIRANTE

Jesús López Alfonso


 

 

Continuando con el especial sobre la sevillana Escuela de Cristo de la Natividad, hoy les mostramos la imagen del Cristo Expirante. Se trata de una pequeña escultura realizada en madera, de 37 x 32 cm, que se encuentra presidiendo la sacristía del oratorio. Muestra el cuerpo alargado, cubriendo su desnudez con un escueto paño de pureza anudado en la cadera derecha, dejándola casi al descubierto.

La cabeza del Crucificado se alza hacia el lado izquierdo del contemplador, clavando los ojos en el cielo con expresión agonizante y la boca abierta, dejando ver la lengua y dientes tallados por la que sale la última exhalación en la que encomienda al Padre su espíritu. Los cabellos caen por la espalda en el lado izquierdo y por el hombro al derecho, formando amplios mechones. Tanto los ojos como los regueros y gotas de sangre son de cristal, lo que hace que aumente el efecto dramático de la escultura.

En su día, esta talla llamó la atención de José Gestoso, que en su obra "Sevilla Monumental y Artística" la atribuye a Pedro Roldán, y la verdad es que a día de hoy seguimos considerando muy acertada esta atribución. Las facciones de esta imagen nos recuerdan mucho las del Cristo de las Misericordias, de la vecina Parroquia de Santa Cruz de Sevilla, atribuido con bastante fundamento al maestro sevillano. El tratamiento de la musculatura, sin presentar grandes volúmenes, nos remite a este mismo Cristo Crucificado, como también al Cristo de la Exaltación de la Parroquia de Santa Catalina de Sevilla o al Cristo de la Expiración de Écija. Así mismo, el recurso de usar cristal para simular las gotas de sangre no es raro en el quehacer del taller de Roldán, como podemos apreciar en otra obra suya: el busto del Ecce Homo de la Iglesia de San Alberto de Sevilla.

La cruz se clava en un monte realizado en madera, que simula peñas oscuras sobre las cuales hay un dragón con una manzana en la boca, así como una calavera, simbolizando ambos elementos la redención del hombre y la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte.

Al igual que el Crucificado que analizamos en la primera entrega, este Cristo Expirante de estirpe roldanesca presenta un deficiente estado de conservación, con problemas en los ensambles de los brazos y notable oscurecimiento de la policromía, sumándose a la lista de obras que, poco a poco, la Santa Escuela restaurará.

 

 

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