EL ANTIGUO EGIPTO - LA ESFINGE DE GIZEH
Sergio Cabaco y Jesús Abades
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Generalmente, las esfinges suelen ser representaciones de un rey, de ahí que lleven la cobra y la cabeza de buitre sobre la frente. La más famosa de todas las esfinges egipcias es la de Gizeh, sin duda la mayor estatua de piedra que se conoce en el mundo: mide 55 m de longitud, 20 de altura, la oreja mide 135 cm y la nariz 165 cm. Algunos creen que la hizo esculpir Keops, mientras que la mayoría opina que Kefrén, cuyos rasgos se vieron recreados en su rostro. Hay que tener en cuenta que el concepto de esfinge no fue conocido en Egipto antes del reinado de Radjedef, antecesor inmediato del faraón Kefrén.
La esfinge posee cabeza humana y cuerpo de león en posición de reposo sobre las cuatro patas. Representa la combinación entre el poder y la sabiduría, dos cualidades que, según se suponía, distinguían al soberano del resto de los mortales. Además, los egipcios veían en las esfinges guardianes místicos y espíritus protectores del templo y de las viviendas de los muertos, de ahí que se hayan descubierto esfinges en algunos jardines de casas ilustres, colocadas para servir de custodios a sus moradores.
Bajo la Esfinge de Gizeh fue excavado, en la roca, un gran templo. Seguramente era el santuario de los muertos de Gizeh, o bien el templo del faraón Kefrén, aunque nada se sabe de cierto. El deterioro del rostro de la esfinge obedece tanto al paso del tiempo como a la acción del hombre. Se cuenta que los mamelucos, en el siglo XVII, dispararon sus cañones hacia el monumento.
La arena que tiende a cubrir el coloso tiene que ser removida con frecuencia. En sueños, el faraón Tutmosis IV, de la XVIII dinastía, recibió la orden de liberar la esfinge de las arenas que la sepultaban, tras lo cual dejó entre las patas delanteras del monumento una estela en recuerdo de su acción que recibe el nombre de Estela del Sueño.
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