ALBERTO DURERO - OBRA SACRA
SANTA ANA TRÍPLEX

16/05/2021


 

 

La admiración de Durero por Bellini se manifiesta en esta representación de Santa Ana Tríplex (la santa con María y Jesús niño), una obra en la que se reflejan los intereses que ambos artistas compartían: el rico colorido, la atención meticulosa por el detalle y especialmente la simplicidad formal.

Es una pintura devocional fascinante, realizada por Durero para su paisano Gabriel Tucher, miembro de una familia apasionada por el artista. En 1630, fue comprada por Maximiliano I de Baviera. Hasta mediados del siglo XIX estuvo en el castillo de Schleißheim. El repinte que había sufrido y su mal estado de conservación devaluaron la obra, que fue vendida en subasta como una copia de Durero. Después de pasar por colecciones privadas de Múnich y Odessa, llegó a Estados Unidos, siendo comprada por Benjamin Altman, que la donó al Metropolitan Museum de Nueva York, donde actualmente se conserva. Luego fue objeto de una acertada restauración que redescubrió la excelente mano de Durero, y ahora se considera una de sus obras maestras.

Para recrear a Santa Ana, particularmente venerada en Alemania, Durero tomó los rasgos de su esposa Agnès Frey, que por entonces contaba con unos 50 años (la pintura, al óleo y al temple sobre tabla, de unos 60 x 49,8 cm, se realizó probablemente en 1519). La mano de Ana sobre el hombro de su hija adquiere un significado consolador, lo que unido a la melancolía de su gesto sugiere una premonición de la Pasión de Cristo. Aunque la fecha y el monograma se agregaron más tarde, es probable que el cuadro se pintara en dicho año.

La figura de la santa, monumental y tranquilizadora, domina la representación. Formando casi una pirámide, inclina su cabeza hacia la de María, de forma que casi se tocan. A diferencia del rictus de alerta y protección de la madre, María muestra un rostro dulce y absorto en la contemplación del hijo, dormido en la esquina inferior izquierda del cuadro, envuelto en bandas y retratado con gran naturalidad, con la boca abierta mostrando dos dientes, el cabello minuciosamente tratado y las suaves pestañas rubias dibujadas una a una.

Los nobles ropajes, como el gorro de la santa, que también cierra su barbilla, o la túnica abotonada con cuello alto de María, son los que estaban en boga entonces entre las clases altas de Núremberg. Otro ejemplo de gran virtuosismo de Durero en esta Santa Ana Tríplex es el velo transparente que Ana lleva en la cabeza.

 

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