DOLOROSAS EN BLANCO Y NEGRO - CARTAGENA

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

     
     

La presente obra es una Dolorosa perteneciente a la interesante producción de José Capuz Mamano, uno de los creadores levantinos del siglo XX que conjugaron en sus esculturas sacras las iconografías clásicas con una estética decididamente moderna, en un intento de renovar unas fórmulas artísticas interpretadas con apenas variantes a lo largo de los siglos.

En este caso, partiendo del modelo de la Virgen de la Soledad de los Mínimos de la Victoria de Madrid, que Gaspar Becerra labró en el siglo XVI y que tanta repercusión tuvo durante el periodo barroco, Capuz realiza una pieza de espléndida factura en la que introduce matices sobrios y realistas de su propia cosecha, tanto en la irregular disposición de los aristados paños como en la composición general de la figura. Todo ello con el fin de destacar el avejentado rostro de la Madonna, resaltado también por el blanco paño monjil que lo envuelve. Un rostro afligido, consumido y cabizbajo, que emana pesar a la vez que fe por la vida eterna del Hijo. 

Las manos, en opinión del historiador Juan Ayala Saura, toman formas clásicas, compactas y vibrantes, creando un recogimiento de dolor contenido gracias a la fusión de las mismas con la cara. Iguales sensaciones las encontramos en la utilización de las manos unidas en otras obras marianas del autor, caso de la Virgen de los Dolores del municipio murciano de Lorca o la Virgen de la Asunción, Patrona de Elche (Alicante). 

La Virgen forma parte del grupo en talla completa titulado Santo Amor de San Juan en la Soledad de la Virgen (1952), de la cofradía cartagenera de los Marrajos, sin lugar a dudas una de las mejores piezas del valenciano. Está formado por las figuras de la Señora, San Juan y Santa María Magdalena, las tres casi formando un único bloque escultórico, a modo de triada, que ayuda a reflejar su amorosa unión ante la muerte del Redentor.

Pese a la imponente presencia en el pasaje del Discípulo Amado, símbolo de consuelo, y la sugestiva figura de María Magdalena, Capuz consigue, no sabemos si intencionadamente o no, que la piadosa figura de la Virgen, representada sedente sobre una peña, tome el protagonismo del conjunto.

 

Fotografía de la Cofradía de los Marrajos de Cartagena

 

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