EL ARTE CHINO (V)
ESPEJO (ARTE SUI)

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 

En el corto tiempo en que reinaron, los Sui (581-618) rehacen la unidad del Imperio e inician el florecimiento de la producción artística: se construyen santuarios subterráneos, más sobriamente decorados que los anteriores; las estatuas se alargan y son quizá menos expresivas pero equilibradas y serenas, por lo que se trata de un momento clásico de la escultura china; en bronce, se hacen altares portátiles de Buda, y los temas budistas se tratan también en cerámica; asimismo, progresa la manufactura de la porcelana, inventada hacia el siglo III.

Fueron también muy notables, entre los bronces del arte sui, los espejos, caso del que ilustra este capítulo, cuya apariencia de plata se lograba gracias a un sensible aporte de estaño en la fundición de la pieza. Fechado a principios del siglo VII y conservado, como otras muchas interesantes piezas del arte chino, en el Musée Guimet de París, muestra una rica decoración a base, principalmente, de seres fantásticos y símbolos zodiacales.

Durante la etapa Sui se inició la construcción del Gran Canal y una importante labor de conservación y refuerzo de la Gran Muralla, una magna obra emprendida en el año 221 a.C. por el príncipe de Ts'in como defensa contra los bárbaros de las estepas. Sin embargo, conviene señalar que su trazado y estado actuales corresponden a los Ming -una importante dinastía que trataremos en otra entrega-, quienes se encontraron maltrecha la estructura antigua desde las invasiones mongolas. Fue entonces cuando se ensanchó el poderoso muro, que fue revestido de ladrillo, coronado de almenas y guarnecido de trecho en trecho con torres cuadradas.

 

FUENTES: A.A.V.V. "El Arte Chino", en El Arte en América, África y Asia, Barcelona, 1998, pp. 210 y 218.

 

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