CARAVAGGIO. IV CENTENARIO (I)
INTRODUCCIÓN

Carlos Cid Priego


 

 

La pintura italiana del siglo XVII acusó distintas corrientes, cuyos artistas más representativos son Annibale Carracci, con sus monumentales decorados neoclásicos, y Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610), genio aislado y alborotador, primero de una serie de artistas malditos, víctimas de la incompresión de su tiempo, que no acertó a interpretar la inspiración realista de su arte.

Se cuenta de Caravaggio, a propósito de su tendencia naturalista, que un día le mostraron las estatuas más famosas de Fidias y sus coetáneos para que cultivara su estudio artístico. Pero el pintor no dio más respuesta que extender su mano hacia la gente y señalarla, diciendo que la naturaleza le había proporcionado innumerables maestros y modelos. Y para hacer buenas sus palabras, llamó a una gitana que pasaba por la calle y, llevándosela a su casa, la pintó en actitud de decir la buenaventura, como solían hacerlo estas mujeres.

La revolución de Caravaggio fue la reacción contra el academicismo, representado en artistas como Carracci o su discípulo Francisco Albani, quien tachó a Caravaggio y sus seguidores de artistas depravados, que no sólo no ilustraban ideas, sino que ni siquiera introducían una sola idea en aquello que representaban.

A través de la observación del natural, Caravaggio devolvió el Arte a la vida. Sin experiencias físicas ni metafísicas, sin discursos de ninguna clase, pintó el espacio y la forma redondeada gracias al milagro de la luz. Puede decirse que, siendo el último gran clásico, fue también el primero de los grandes modernos.

El llamado tenebrismo no fue sólo una manera artística para Caravaggio, sino la historia de su triste, violenta y breve existencia, y el carácter de su alma torturada. Técnicamente consistía en acusar violentamente masas y perfiles mediante fondos muy oscuros -tenebrosos- con una luz cruda y blanca que cae de lo alto. Aumentó el efecto al situar al espectador en un plano muy bajo. Su claroscuro es violento y doloroso, de genio colosal.

 

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