La capilla del colegio apostólico de los padres dominicos en Arcas Reales (Valladolid, 1952-1954), actual Colegio de Nuestra Señora del Rosario, fue un edificio decisivo, tanto para la obra del arquitecto Miguel Fisac como para la arquitectura moderna española. La medalla de oro obtenida en la Internationale Ausstellung Moderner Christlicher Kunst de Viena supuso la primera victoria frente a los tradicionalistas en el ámbito eclesial.

El proyecto de Fisac tuvo como principal objetivo la magnificación del altar, para lo cual se recurrió a la nobleza de los materiales (piedra labrada), a una intensa iluminación alta y lateral, con un cromatismo adecuado, y a la colocación del propio altar a una elevación conveniente a las necesidades visuales de los fieles. La propiedad quería un grupo escultórico de la Virgen con Santo Domingo presidiendo el ábside, y Fisac llamó para su ejecución a José Capuz, con quién había trabajado en el templo madrileño del Espíritu Santo.

La obra de Capuz, imponente como todo el conjunto, representa a la Virgen haciendo entrega del rosario a Santo Domingo arrodillado, tal como relata la tradición. La composición se divide en dos mitades: a la derecha, la majestuosa Madonna de pie sobre nubes con palomas, llevando al Niño sujeto con el brazo izquierdo, extendiendo su mano derecha hacia el santo para entregarle el rosario; a la izquierda, Santo Domingo, maduro, tonsurado y vestido con el hábito de su Orden, alza su mano hacia ella para recoger la reliquia.

Gracias al vuelo que Capuz da el manto de la Virgen se logra una especie de marco para la escena, a la vez que se refuerza la conexión entre las dos siluetas principales. Es un relieve de gran calidad, también en piedra, que responde muy bien al estilo del autor: formas estilizadas, rostros sobrios y de mirada penetrante, y volúmenes recios y densos, plasmados con sencillez y en parte mediante la superficie recta y los contornos aristados.