CENTENARIO DE LUIS ORTEGA BRÚ
ÉXODO DE GIBRALTAR

Con información de Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

Vinieron llenos de angustia y llenos de majestad con el corazón partido por un dolor inmortal y el orgullo de la raza crispado sobre la paz. 1970.

Inscripción del margen inferior del Éxodo de Gibraltar

 

 
 
 
 
Fotografías: Juan Antonio García Delgado

 

El 1 de agosto del año 1704, una fuerza naval angloholandesa -fruto de la Gran Alianza de La Haya, formada por Gran Bretaña, Holanda, Portugal y Saboya- llegó al Peñón de Gibraltar con la consigna de que sus habitantes se sometieran al archiduque Carlos de Austria, quien debía ser reconocido como nuevo rey de España. Pero los gibraltareños respondieron sin dudar que su lealtad era para con Felipe V, designado como sucesor al trono de España en el testamento de su tío-abuelo Carlos II.

Las 61 naves de guerra al mando del almirante británico George Rooke, que venían de un intento de tomar Barcelona, no generaron temor en los pobladores de Gibraltar, que pese a la indefensión que padecían se organizaron para defender la plaza. La superioridad militar era evidente, pero los defensores lograron resistir dos días entre largas horas de cañoneos. Finalmente, la plaza capituló con las condiciones solicitadas a las que accedió el príncipe holandés Georg von Hessen-Darmstadt, enviado del archiduque.

 

 
     
     
Fotografías: Juan Antonio García Delgado

 

La decisión del Cabildo fue abandonar las tierras y partir en éxodo hacia otras localidades cercanas. Al respecto, conviene señalar que los británicos no respetaron los términos de la capitulación y el lugar fue ocupado al arbitrio del almirante Rooke, cuyos soldados se dedicaron al saqueo.

El pueblo de Gibraltar marchó así hacia diferentes lugares: algunos hacia las capillas de San Isidro Labrador en Los Barrios y otros hacia Nuestra Señora de Europa en Algeciras, mientras que la mayoría se radicó alrededor de la ermita de San Roque, que desde 1508 había sido lugar de peregrinación de los gibraltareños. Posteriormente, se decidió que allí se erigiría el nuevo Gibraltar, que luego tomarķa el nombre de pueblo de San Roque.

 

 
 
 
 
Fotografías: Juan Antonio García Delgado

 

Un relieve colosal de Brú en madera vista y parcialmente lacada (350 x 150 cm) preside la Sala Capitular del Ayuntamiento de San Roque. De hecho, tan excepcional obra fue donada por el escultor a su tierra natal, cuyo Consistorio respondió rotulando una calle a su nombre al año siguiente. El relieve, labrado en 1970, recrea el episodio del éxodo de Gibraltar; en concreto, la salida, el 4 de agosto de 1704, de la población que prefirió abandonar sus tierras y sus casas antes que aceptar la soberanía inglesa y fundaron la ciudad de San Roque.

La obra se relaciona con Lucha contra los ingleses, relieve en piedra de Brú que se conserva en la capilla de Santa Ana de San Roque; con el pequeño dibujo Salida de Berlanga, y sobre todo con otras dos interpretaciones del autor sobre el mismo tema del éxodo de Gibraltar; una de ellas en barro cocido y policromado (1969-1970) que se encuentra en la Casa de Campo de Madrid, depositada por el Ayuntamiento de San Roque -podemos decir que es una especie de borrador con modificaciones del relieve que nos ocupa-, y la otra, pictórica (hacia 1970-1971), muy similar al relieve de madera aunque con los volúmenes más perfilados y esquematizados.

 

 
     
     
Fotografías: Juan Antonio García Delgado

 

Dispuestos en un espacio cóncavo, los gibraltareños forman una caravana dividida al medio por un carro tirado por un burro en el que se llevan sus veneradas imágenes de Cristo crucificado y la Virgen con el Niño. Según Luque Teruel, el contraste de superficies, compactas y lisas, rugosas, vibrantes, matizadas por las vetas o los lacados parciales, y la relación de éstos con los volúmenes puros, esenciales, o desarrollados y con derivaciones expresionistas, muestran un amplio conocimiento de la escultura y de los medios escultóricos.

Abre la comitiva un soldado de escolta que carga pesadamente un fúsil. Tras él, al mismo nivel, se sitúan, en primera línea, cuatro figuras masculinas extenuadas por el esfuerzo; en segunda línea, un hombre cargando un saco y otro que arenga a los rezagados, se mezclan con un clero que, no exento de crítica por Brú, parece impasible ante el sacrificio. El resalte del terreno -en el que aparece también la firma del artista- obliga a dos hombres a colaborar en el transporte del carro, tras el cual caminan más soldados y representantes de las autoridades derrotadas, junto con el niño que acaricia a un perro y la madre que amamanta al hijo, como ajena a la tragedia y simbolizando la esperanza en las generaciones futuras que fundarán el pueblo de San Roque.

 

 
 
 
 
Fotografías: Juan Antonio García Delgado

 

Si en 1704, los castellanos que habitaban Gibraltar hubieron de exiliarse en San Roque, dos siglos y medio más tarde, los biznietos de aquellos que fueron fijando su domicilio en aquel territorio también se vieron forzados al éxodo. Y es que entre los años 1940 y 1951, transcurrió uno de los episodios más inquietantes de la historia de Gibraltar, y a la vez más desconocidos por la opinión pública española.

Se trató de la evacuación de la población civil. Entre 15.000 y 16.500 personas fueron sacadas del Peñón por las autoridades británicas para convertir a la Roca en la fortaleza que tendría que jugar un papel determinante durante la Segunda Guerra Mundial en el área del mar Mediterráneo. Marruecos, Gran Bretaña, Madeira, Irlanda o Jamaica fueron algunos de los destinos elegidos para aquellos ancianos, mujeres y niños que fueron desterrados por el poder colonial británico. El éxodo, como a sus antepasados, les sirvió para unirse.

 

 
     
     
Fotografías: Juan Antonio García Delgado

 

FUENTES: RÍOS, César. Operación Gibraltar. La verdadera historia de la Operación Algeciras durante la Guerra de las Malvinas, Buenos Aires, Editorial Dunken, 2015, pp. 412-413; TÉLLEZ, Juan José. Yanitos. Viaje al corazón de Gibraltar (1713-2013), Sevilla, Ediciones del Centro de Estudios Andaluces, 2013, p. 249; LUQUE TERUEL, Andrés. "Luis Ortega Bru. Tomo 2. Vanguardia inédita", volumen VI de la serie Grandes Maestros Andaluces, Sevilla, Editorial Tartessos, 2011, p. 320-326.

 

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Fotografías: Juan Antonio García Delgado

 

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